"Pasar¨¢n muchos a?os hasta tener otra oportunidad as¨ª"

?Qui¨¦n consuela a Heras? A ¨¦l, uno de los corredores que menos largo se les est¨¢ haciendo el Tour, pero que pese a todo nunca hab¨ªa visto la pancarta de meta tan apetitosa ni se hab¨ªa encontrado en otra situaci¨®n igual, le quit¨® el triunfo una curva s¨²bita. Ya estaba pensando en c¨®mo atacarle a Virenque, el ¨²ltimo obst¨¢culo antes de su tarde gloriosa. En c¨®mo ser¨ªa uno de los pocos corredores con una etapa de la Vuelta, otra del Giro y otra del Tour en su curr¨ªculo. Lo ten¨ªa todo a punto, hasta el detalle de estirar la pierna derecha para disimular calambres. Hab¨ªa despistado a Virenque y a toda Francia, porque en realidad estaba calentando los m¨²sculos para preparar el sprint frente a un adversario solitario y con unas piernas menos r¨¢pidas que las suyas. Pero la curva del kil¨®metro 195 se le atragant¨®. La curva de Heras.La ca¨ªda no le trajo m¨¢s consecuencias que un peque?o golpe en la rodilla y una rueda torcida. Bobadas al lado de lo que para ¨¦l supuso la tragedia de no ganar en una tarde ideal en el Tour. "Pasar¨¢n muchos a?os hasta que se me presente una oportunidad como ¨¦sta", se lament¨® sentado en la parte trasera del segundo coche del Kelme, sin ganas de hablar, con las l¨¢grimas ya secas, pero sin quitarse de encima la misma angustia que cuando cruz¨® la meta y se ech¨® a los brazos de su director, Vicente Belda. "Es muy f¨¢cil decir que me tranquilice, que habr¨¢ otros d¨ªas. Pero estoy completamente desmoralizado. Estoy hundido".

La casualidad hizo que Heras perdiera su etapa el mismo d¨ªa en que m¨¢s dio la cara en el Tour, el ¨²nico en que ocup¨® la cabeza de carrera. Hubo un momento en que tuvo en su mano incluso la tercera plaza. La guinda para el Kelme. A Heras, sin embargo, no le obsesionaba. Sab¨ªa que el viernes queda la contrarreloj larga, el calvario de los escaladores puros como ¨¦l. "S¨®lo pensaba en la etapa. El podio era muy dif¨ªcil".

A Heras le bastaba con ense?ar su repertorio de escalador e inscribir su nombre junto al del tambi¨¦n bejarano Laudelino Cubino, y algunos otros m¨¢s, como ganador en las tres grandes. "Es una demostraci¨®n de que estoy muy fuerte en esta tercera semana", intentaba consolarse, aunque sin poderse olvidar de la famosa curva de Morzine, que desde ayer no es an¨®nima. Como tampoco lo es una que, unos kil¨®metros m¨¢s arriba, lleva el nombre de Perico Delgado y un a?o, 1984. "No estaba se?alizada", insist¨ªa. "Era muy peligrosa. La mala suerte se ha cebado conmigo".

Al menos el golpe contra la valla s¨®lo le produjo heridas en el orgullo (Delgado se rompi¨® la clav¨ªcula) y le sirve de ense?anza. Heras lleg¨® al Tour desdramatiz¨¢ndolo, diciendo que al fin y al cabo es una carrera ciclista, como lo son las dem¨¢s. Pero el Tour tiene estas cosas. Y tiene otras, como los favoritismos hacia ciertos corredores. Ah¨ª est¨¢ el caso de Virenque, inferior a Heras en la llegada, pero con una alianza secreta con la suerte. Claro que tambi¨¦n la llam¨®. En la cima del Joux Plane se dirigi¨® al espa?ol, le grit¨® y le hizo gestos para que se lanzara en el descenso. Influyera o no en la ca¨ªda, el franc¨¦s acab¨® solo entre la muchedumbre de Morzine.