El sobreentrenamiento y la fatiga
A estas alturas de Tour, seguro que todos los participantes est¨¢n ya muy cansados. Tanto f¨ªsica como mentalmente. No es para menos. Pero posiblemente unos, como se vio ayer con Armstrong, est¨¦n incluso sobreentrenados. Y no es lo mismo el sobreentrenamiento que la fatiga sin m¨¢s: es mucho peor estar sobreentrenado.
Aunque todav¨ªa queda mucho que aprender, algo sabemos del llamado s¨ªndrome de sobreentrenamiento (o de fatiga cr¨®nica): es un desequilibrio entre el ejercicio realizado y la capacidad de recuperaci¨®n del ciclista. Para ¨¦ste, el estr¨¦s que representa el Tour de Francia en su conjunto se ha hecho demasiado grande, demasiado duradero. Su cuerpo entra por ello en quiebra, en un estado catab¨®lico.
Los m¨²sculos de los ciclistas suelen utilizar preferentemente dos dep¨®sitos de energ¨ªa durante las etapas: uno pr¨¢cticamente ilimitado (las grasas) y otro mucho m¨¢s peque?o (los hidratos de carbono). Y si acaso tambi¨¦n se utilizan algunas prote¨ªnas (por ejemplo, para volver a fabricar glucosa). No obstante, la funci¨®n principal de las prote¨ªnas no es la de aportar energ¨ªa a los m¨²sculos durante el ejercicio, sino que constituyen el armaz¨®n de nuestros tejidos (por ejemplo, de tendones y m¨²sculos). Durante las horas de descanso, el cuerpo del ciclista vuelve a recargar los dep¨®sitos energ¨¦ticos gastados durante la etapa (sobre todo los de hidratos de carbono) mediante reacciones anab¨®licas. Y as¨ª durante muchos d¨ªas hasta que este ciclo de descarga-recarga de energ¨ªa se acaba por romper: el m¨²sculo recurre entonces m¨¢s de lo necesario a las prote¨ªnas (quiz¨¢s a sus propias prote¨ªnas) para obtener energ¨ªa. Entra por ello en un cierto estado autodestructivo o catab¨®lico. El problema reside en el hecho de que para rendir al m¨¢ximo en el Tour (para alcanzar el llamado pico de forma) hay que estar casi al borde del catabolismo durante las tres semanas que dura la carrera. As¨ª, llegar en buena forma al Tour es todo un arte que algunos campeones han dominado y con el que Armstrong juega al l¨ªmite.
Los signos y s¨ªntomas del sobreentrenamiento son m¨²ltiples. El rendimiento cae en picado, a veces casi de un d¨ªa para otro. El ciclista duerme mal y su frecuencia card¨ªaca al despertar es m¨¢s elevada de lo normal (por ejemplo, 55 en vez de 40 latidos por minuto). En cambio, su coraz¨®n late m¨¢s despacio precisamente cuando m¨¢s se necesita su trabajo: en pleno esfuerzo. El ciclista se despierta con las piernas hinchadas. Empieza a perder peso (masa muscular) r¨¢pidamente, y, para colmo, no tiene apetito. Su car¨¢cter se vuelve irritable, o triste y deprimido. Como su cuerpo intenta obtener energ¨ªa de donde sea, debe sacrificar parcialmente otras funciones que tambi¨¦n consumen energ¨ªa, como la del sistema inmune. Llegan los catarros y los virus.
Como los m¨²sculos est¨¢n en pleno proceso catab¨®lico, las fibras musculares sueltan a la sangre lo que llevan dentro: algunas enzimas, las llamadas transaminasas (tambi¨¦n presentes en el h¨ªgado), o la creat¨ªnfosfoquinasa (abreviada CPK). Y si medimos los niveles de dos hormonas: el cortisol (una hormona catab¨®lica, y que debe actuar durante las etapas), y la testosterona (una hormona anab¨®lica, y que debe actuar preferentemente en la recuperaci¨®n) vemos que ambas est¨¢n al rev¨¦s de c¨®mo deber¨ªan estar. Tras el descanso nocturno, el cortisol est¨¢ aumentado y la testosterona est¨¢ disminuida: el ciclista entra en un estado catab¨®lico continuo.
Alejandro Luc¨ªa es fisi¨®logo de la Universidad Europea de Madrid.
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