La ¨²ltima reverencia de un bravo aragon¨¦s
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Fernando Escart¨ªn es un hombre Tour que aprendi¨® despu¨¦s de muchos a?os de aprendizaje que en la carrera francesa no hay grandeza (y con ella el triunfo, la popularidad) sin riesgo. Hay que atreverse a ganar para ganar. Lo vio en el 99, cuando a su gran triunfo pirenaico (ataque lejano) en Piau Engaly le ven¨ªa adherido un puesto en el podio de Par¨ªs. Lo quer¨ªa volver a ver en el Tour 2000. "Y llegu¨¦ a los Pirineos, tuve un desfallecimiento y aparecieron de repente los Beloki, Heras, Mancebo... y parec¨ªa que yo ya no exist¨ªa", contaba ayer Escart¨ªn, satisfecho de su intento rompedor, triste por lo poco fruct¨ªfero que result¨®. "Y no es eso. Siempre ha habido gente nueva que se revela en el Tour".No. Escart¨ªn no se sent¨ªa amargado. No era el viejo al que los j¨®venes dejan de lado; la reliquia a la que la prensa s¨®lo acude por compasi¨®n. No. Escart¨ªn, despu¨¦s de ayer, aunque sea el tercer mejor colocado de su equipo es octavo en la general. No. Su Tour no es el de un fracasado. No. Su ataque de ayer detr¨¢s del Pirata que rompi¨® los esquemas de todos los t¨¢cticos no fue un ataque de rabia, soberbia u orgullo mal medido. No fueron los celos del Pirata hacia Armstrong. No. El suyo fue un ataque de honor. "Sal¨ª porque no pod¨ªa irme del Tour as¨ª", explic¨®. "Era mi ¨²ltima oportunidad, la ¨²ltima etapa de monta?a. Hab¨ªa que morir matando". Fue, as¨ª, una ¨²ltima reverencia, un homenaje a la carrera que le ha hecho sentirse campe¨®n.
Fue un ataque mal medido. Un ataque desmedido. Un ataque sin futuro. "Sab¨ªa que no pod¨ªamos llegar porque ve¨ªamos que no nos dejaban. No nos dejaban subir la ventaja del minuto". Pero no fue un ataque sin sentido. Ni alocado. Fue, finalmente, un ataque provechoso. Armstrong, el que se neg¨® a que aquella aventura con Pantani llegara nunca a destino, pag¨® su pecado de soberbia. Acab¨®, por culpa de Escart¨ªn tambi¨¦n, y seg¨²n propia descripci¨®n como un p¨²gil salvado por la campana. As¨ª, Escart¨ªn, en su ataque de honor dej¨® la etapa, la grandeza, el podio, todo lo que ¨¦l consigui¨® en su sexto Tour, al alcance de su compa?ero de equipo, Roberto Heras. Sembr¨® para que el de B¨¦jar cosechara ya en su primer Tour. Una ca¨ªda lo impidi¨®.
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