Los pa¨ªses del G-8 discuten los desequilibrios que crean las nuevas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n

Por vez primera, los ocho grandes l¨ªderes del mundo van a discutir las ventajas y desventajas de la llamada tecnolog¨ªa de la informaci¨®n, que para algunos puede agudizar la diferencia entre ricos y pobres. La peque?a ciudad de Nago, en Okinawa, la isla m¨¢s meridional de Jap¨®n, acoge desde ma?ana hasta el domingo la reuni¨®n del Grupo de los Ocho (G-8). El buen momento de la econom¨ªa mundial, la deuda externa del Tercer Mundo, la lucha contra el sida, el futuro de la ronda mundial de comercio tras el fracaso de Seattle o la prevenci¨®n de conflictos son otros temas de una variada agenda.

Jap¨®n, como anfitri¨®n, ha propuesto la revoluci¨®n digital como punto estrella de la cita a la que asisten EE UU, Alemania, Francia, Reino Unido, Canad¨¢, Italia, Rusia y la Comisi¨®n Europea. Parad¨®jicamente, el gigante asi¨¢tico no est¨¢ en la vanguardia del uso de Internet, y su propio primer ministro, el conservador Yoshiro Mori, un personaje de escasa popularidad y bastante controversia, confiesa que ni ¨¦l ni sus ministros est¨¢n muy dotados para la inform¨¢tica.El G-8 aprobar¨¢ una Carta de la Informaci¨®n Tecnol¨®gica en la que se afirma que el fuerte desarrollo de Internet acelerar¨¢ el crecimiento econ¨®mico mundial. Pero al mismo tiempo reconoce el peligro de que se acent¨²e la "brecha tecnol¨®gica" entre pa¨ªses m¨¢s desarrollados y menos desarrollados, e insta a una mayor asistencia econ¨®mica por parte de los m¨¢s avanzados para evitarlo. El 90% de los internautas procede del mundo m¨¢s industrializado (el 16% de la poblaci¨®n mundial). Nueva York tiene m¨¢s usuarios de Internet que toda ?frica, seg¨²n la ONU.

Los grandes llegan a Okinawa con un ¨¢nimo de autocomplacencia, incluido el presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, satisfecho de los parabienes que ha suscitado el programa de reformas econ¨®micas anunciado este mes en la Duma y de la marcha de la econom¨ªa nacional, que crece por encima del 6% gracias sobre todo a la evoluci¨®n de los precios del petr¨®leo, circunstancia que para los dem¨¢s s¨ª supone un elemento de preocupaci¨®n.

Sin embargo, el panorama no se ajusta por igual al resto del mundo y sobre todo a los pa¨ªses m¨¢s pobres, insatisfechos con los lentos avances que ha tenido hasta ahora el perd¨®n de 100.000 millones de d¨®lares de su deuda externa anunciado el pasado a?o en Polonia. De los m¨¢s de 40 que en teor¨ªa deben beneficiarse de esta gracia hasta ahora s¨®lo ocho la han recibido (Uganda, Bolivia, Mauritania, Mozambique, Tanzania, Honduras, Senegal y Burkina Faso).

Los efectos perniciosos de la globalizaci¨®n son reconocidos por el Primer Mundo y estar¨¢n sobre la mesa de Okinawa. El presidente franc¨¦s, Jacques Chirac, confes¨® hace dos semanas ante el Parlamento Europeo su preocupaci¨®n por el agravamiento de la pobreza, en especial en los pa¨ªses subsaharianos.

El ¨²ltimo informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) es bastante elocuente: en cinco a?os, el n¨²mero de indigentes en todo el planeta ha pasado de 1.000 a 1.200 millones que malviven con menos de un d¨®lar diario, mientras la riqueza en conjunto de los 200 millones de personas m¨¢s ricas del mundo fue en 1999 diez veces superior al total de ingresos de las naciones menos desarrolladas.

En estas circunstancias, el G-8 tendr¨¢ que examinar m¨¢s de cerca la escasa asistencia prestada a los menos favorecidos, como qued¨® pactado en 1995 por la ONU, si se quiere reducir a la mitad la pobreza mundial en el a?o 2015.