Armstrong ONG, Armstrong SA
El bicampe¨®n del Tour hace equilibrios entre la obra social y el negocio
Pasado el trago del protocolo, instantes despu¨¦s de bajarse del podio de Par¨ªs y ganar su segundo Tour, Lance Armstrong cruz¨® el vest¨ªbulo del hotel Crillon. En el interior le esperaban nueve ex enfermos de c¨¢ncer, ya recuperados, como ¨¦l. Un gran gesto.Acto seguido, se aproxim¨® a un libro y, pluma en mano, firm¨® la Carta de Par¨ªs contra el c¨¢ncer, un manifiesto respaldado por Gobiernos e instituciones desde el pasado febrero para aunar esfuerzos contra la enfermedad. Otro gran gesto.
El laboratorio Bristol-Myers Squibb organiz¨® la ceremonia. No es una empresa cualquiera. Es la casa que coordin¨® el tratamiento con quimioterapia de Armstrong durante su convalecencia. La casa que le salv¨® la vida, seg¨²n pregonan sus due?os. Y ahora que ¨¦l se ha convertido en el ciclista m¨¢s famoso del mundo es tambi¨¦n su patrocinador. Le paga unos 126 millones de pesetas anuales por utilizar su imagen. Qu¨¦ mejor reclamo: "Nosotros hemos resucitado a Lance y f¨ªjense hasta d¨®nde ha llegado. Imag¨ªnese qu¨¦ podemos hacer por usted".
Bristol no es el ¨²nico patrocinador del ciclista de Texas. Hay una lista de al menos 16 compa?¨ªas que financian a Armstrong, entre ellas productos m¨¦dicos, portales de Internet, prendas y material deportivo, compa?¨ªas de seguros... En total, le procuran unos ingresos fijos anuales de 1.360 millones de pesetas. Adem¨¢s, su vida tiene un sonido constante a m¨¢quina registradora. Cada hora de conferencia se cotiza a 18 millones, y ahora est¨¢ recogiendo los frutos de su libro autobiogr¨¢fico, Mi vuelta a la vida.
?l, de una u otra manera, sabe perfectamente c¨®mo compaginar los negocios y la filantrop¨ªa. En 1997 cre¨® la Fundaci¨®n Lance Armstrong y se desprendi¨® de m¨¢s de 100 millones. Un gesto que supuso un ladrillo m¨¢s en el monumento que le ha construido la sociedad de su pa¨ªs -al menos la parte que conoce el ciclismo de competici¨®n- y que le ha permitido ganarse el t¨ªtulo de h¨¦roe americano. As¨ª, y pese a que ¨¦l no se sienta integrado, entra en el circuito de las grandes estrellas, aunque s¨®lo sea en el mes de julio. Si no, no se entender¨ªa que ayer le telefoneara el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton.
Una imagen que encaja perfectamente con Armstrong. ?l vive en su propio mundo, al margen del ambiente ciclista, muy centrado en su vida familiar, su anonimato en Niza y la bicicleta. Por eso se le aprecian detalles diferentes al resto del pelot¨®n. Como en la primera etapa del Tour. Los dem¨¢s corredores se preparaban para la contrarreloj encima de sus bicicletas, en parado, sobre el rodillo. Sudaban sin parar. Armstrong, no tanto. ?l tambi¨¦n calentaba sobre el rodillo. Pero no ten¨ªa la mirada fija en el horizonte. Miraba a su hijo, Luke -nacido en octubre-, sujetado en brazos por su esposa, Kristine, y le dec¨ªa esas palabras sin significado que los padres dice a sus beb¨¦s. Y minutos m¨¢s tarde s¨®lo le gan¨® David Millar.
El ciclismo le interesa, s¨ª. Pero como medio para superarse, como reto, como trampol¨ªn para hacer negocio. Pero no tanto lo que le rodea. Por eso ha subido al podio cada d¨ªa como quien anda por la oficina, con actitud rutinaria. Sale al caj¨®n, levanta los brazos, recoge el ramo de flores, el le¨®n, dos besos a la azafata de la izquierda y dos a la de la derecha, cinco apretones de manos a las autoridades de la izquierda, otros cinco a la diestra, entrevista fugaz con la televisi¨®n y a seguir su marcha. Nadie le arranca una sonrisa m¨¢s all¨¢ de lo oficial, salvo excepciones. Como Claudine, la esposa de Eddy Merckx. Pero claro, ella es como su segunda madre, seg¨²n dice el campe¨®n americano. El matrimonio belga le ayud¨® mucho en su primera etapa de ciclista, cuando su ambici¨®n eran las cl¨¢sicas y ¨¦l no era tan campe¨®n. Ahora s¨ª lo es. Ahora ejerce de tal con sus rivales y, fuera del pelot¨®n, de padre con los enfermos de c¨¢ncer y de hombre de negocios, conect¨¢ndose todos los d¨ªas por Internet a Wall Street para conocer las novedades de sus acciones en Bolsa. All¨ª fue en persona el a?o pasado en una de sus primeras visitas oficiales tras ganar el Tour. Al fin y al cabo, la calle m¨¢s rica del mundo es un ¨¢mbito casi m¨¢s propio para ¨¦l que la reuni¨®n de ciclistas convocada por Leblanc en Futuroscope. Armstrong es m¨¢s una mezcla de ONG y sociedad an¨®nima que un ciclista convencional.
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