Gran mano
Esta columna no tiene fundamento. Es ornamental (?no lo son todas?). Y someramente surrealista. A alg¨²n lector le podr¨¢ parecer banal, incluso decadente. Hablar de Gran Hermano a estas alturas, cuando ya se ha resuelto el desenlace, y encima sin los deberes hechos. No he seguido el programa, y cuando no tuve m¨¢s remedio que verlo a cachos en alguna noche de spleen vital, me pareci¨® lo m¨¢s tedioso del mundo: una acampada de j¨®venes, en su mayor¨ªa aquejados de problemas de sobrepeso, diciendo chorradas y ti?¨¦ndose el pelo bizarramente. Pero la noche del pasado viernes llegu¨¦ muy cansado a casa y sin plan; dio la casualidad de que ese d¨ªa y a esa hora acababa el programa televisivo, y medio adormilado me entretuve -mientras preparaba una copa, com¨ªa algo y telefoneaba a la esperanza- mirando alguna escena suelta del show: el vuelo del ganador hacia su apogeo, el jaleo andaluz de sus amigos, los estridentes esfuerzos de Mercedes Mil¨¢ por parecer una militante de base m¨¢s entre los hermanos peque?os de un partido rampl¨®n y vacuo. A punto de acabarse la velada me lleg¨® la revelaci¨®n.Se ha escrito mucho de Gran Hermano, y brillantemente, pero en ning¨²n sitio he visto yo que se haya establecido el nexo bu?ueliano que ahora veo evidente, sobre todo a partir de esos ¨²ltimos planos que Tele 5 nos mostr¨® como colof¨®n del programa del viernes. El chal¨¦ de Soto del Real estaba abandonado y lleno de graffiti (con previsibles faltas de ortograf¨ªa), pero lo revelador eran las gallinas picoteando a sus anchas entre las migajas de aquel santuario del sacrificio famoso.
?Tienen ustedes fresca El ¨¢ngel exterminador? Est¨¢ entre mis tres pel¨ªculas favoritas de Bu?uel, y creo que es una de las m¨¢s memorables de la historia del cine. No s¨®lo del cine surrealista. En esa producci¨®n mexicana del a?o 1962, un grupo de burgueses invitados a cenar y a escuchar un concierto en una mansi¨®n de un buen barrio residencial empiezan misteriosamente a repetirse, a repetir acciones y di¨¢logos, mientras que una no menos inexplicable inercia les retiene en la casa cuando se hace la hora de irse. Sin servicio dom¨¦stico, sin contacto con el exterior, invitados y due?os no lograr¨¢n salir del lujoso sal¨®n, aunque su ins¨®lita epopeya levanta la curiosidad general: cientos de mirones se agolpan ante la mansi¨®n,que las autoridades ponen en cuarentena. En el interior, los encerrados comen lo que pillan, se aman, se miran unos a otros con desconfianza. Al final, una de las damas invitadas propone la soluci¨®n m¨¢gica que acaba con el encierro, pero cuando, una vez abandonada la casa mal¨¦fica, los protagonistas se re¨²nen en una iglesia para entonar un t¨¦deum de agradecimiento, se vuelve a repetir la situaci¨®n: nadie puede salir del templo. Suenan disparos en la calle. Una manada de borregos se dirige cerrilmente hacia el templo.
No hace falta establecer precisamente el juego comparativo de los s¨ªmbolos, que le resultar¨ªa ponderoso al ind¨®mito temperamento irracional del cineasta aragon¨¦s. La conexi¨®n surreal es m¨¢s fruct¨ªfera, aunque no estoy seguro de que los responsables del c¨¦lebre programa de Tele 5 lo hayan perge?ado como homenaje al centenario del nacimiento de Bu?uel, que celebramos en el a?o 2000. Tan s¨®lo subrayar el calado de dos correspondencias. La imagen de las gallinas ocupando el espacio abandonado por los concursantes de Gran Hermano, como los borregos bu?uelianos se apresuraban a tomar el papel de los ricos encerrados de El ¨¢ngel exterminador. El car¨¢cter votivo de los dos templos. El de la pel¨ªcula, una iglesia cat¨®lica, y el del programa cat¨®dico, los estudios de Tele 5, de donde el ganador Ismael y sus finalistas jam¨¢s desear¨¢n salir.
Por mi parte, concluyo con otro juego, seg¨²n la t¨®nica infundada de esta columna. No la he titulado Gran mano por falta de espacio en el encabezamiento, que a veces se da en este oficio period¨ªstico de palabras contadas. Lo de Gran mano me gusta por descabellado. Pero habr¨ªa variantes para acortar el t¨ªtulo del acontecimiento que m¨¢s ha conmovido a la sociedad espa?ola en los ¨²ltimos tiempos. Gran No ser¨ªa una. Otra, escatol¨®gica, Gran Ano. Seguro que a ustedes se les ocurren nuevas y no menos gratuitas posibilidades.
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