Fujimori esgrime el terror vivido con Sendero Luminoso para amedrentar a la oposici¨®n
Alberto Fujimori, presidente de Per¨², record¨® la inseguridad y el p¨¢nico que vivi¨® el pa¨ªs en el pasado para equiparar a la oposici¨®n con el terrorismo de Sendero Luminoso. "Un pa¨ªs azotado por el terrorismo durante 15 a?os no merece ser atacado por episodios de salvajismo que enlutan hogares peruanos y destruyen la propiedad privada y p¨²blica", dijo ayer al referirse a los incidentes del viernes, que causaron seis muertos. Rodeado de generales, el presidente hablaba a los jefes del poderoso aparato represivo que conforman en Per¨² las Fuerzas Armadas, la polic¨ªa y el servicio de espionaje.
Terrorismo y Sendero Luminoso son dos palabras malditas para muchos peruanos que todav¨ªa tiemblan con el recuerdo de la guerrilla que caus¨® estragos en la d¨¦cada de los ochenta y principios de los noventa. La pacificaci¨®n fue uno de los grandes ¨¦xitos del primer mandato de Fujimori, que ha rentabilizado pol¨ªticamente la aniquilaci¨®n de Sendero Luminoso y del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA). En campa?a electoral o fuera de ella, el presidente no pierde ocasi¨®n para recordar que bajo su Gobierno fue capturado, el 12 de septiembre de 1992, Abimael Guzm¨¢n, el temido l¨ªder senderista.Jefrey Gamarra, antrop¨®logo ayacuchano y director del Instituto de Investigaci¨®n y Promoci¨®n del Desarrollo y la Paz, que trabaja con las comunidades de la sierra, lo explica as¨ª: "La campa?a de Fujimori empez¨® hace dos a?os. Se apela a los miedos m¨¢s que a las aspiraciones de la poblaci¨®n, al temor a la vuelta de Sendero, que est¨¢ latente y que tiene que ver con una concepci¨®n andina del tiempo. El tiempo es circular, lo que significa que el pasado vuelve a ser futuro. Han trabajado psicosocialmente sobre estos temores de los habitantes de los Andes".
La estrategia ha dado buenos resultados a la hora de oscurecer todo el trabajo sucio que ha llevado a cabo el r¨¦gimen para perpetuarse en el poder. Hasta fecha reciente, justo antes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, buena parte del territorio peruano era todav¨ªa declarado zona de emergencia. All¨ª, las Fuerzas Armadas ten¨ªan el poder absoluto para combatir el terrorismo y lo que hiciera falta. El escenario ha cambiado considerablemente en los departamentos andinos, pobres y alejados, donde naci¨® Sendero Luminoso.
25.000 muertos
A finales de los ochenta, viajar a Huamanga, capital del departamento de Ayacucho, era una aventura no exenta de riesgos. El aeropuerto y la ciudad estaban militarizados. Soldados de uniforme negro, rostros pintados y armados hasta los dientes patrullaban amenazantes. El enemigo acechaba por todas partes. Veinticinco mil muertos y medio mill¨®n de desplazados cost¨® la guerra declarada por Sendero Luminoso, que coloc¨® al Estado al borde del colapso.En 1994, cuando ya se hab¨ªa impuesto la paz, muchos lime?os de la clase alta viajaban a Ayacucho para ver c¨®mo era la ciudad, el territorio donde naci¨® la pesadilla. Hoy es una ciudad tranquila que se llena a rebosar en Semana Santa por los peregrinos que viajan para ver el bosque de iglesias, como describen los ayacuchanos a su ciudad, que alberga 37 templos y capillas. ?En qu¨¦ ha cambiado la vida de los pueblos andinos que vivieron acogotados por el terror de uno y otro bandos? Carlos Condori presid¨ªa en aquellos tiempos la asociaci¨®n de periodistas de Ayacucho. Estuvo amenazado y durante un tiempo se march¨®. Actualmente dirige una ONG que trabaja en proyectos de desarrollo. Recuerda que en los a?os ochenta hab¨ªa dos emisoras de radio. Hoy pueden sintonizarse 17 emisoras locales y cinco de frecuencia modulada de ¨¢mbito nacional. "Terminada la violencia, el Estado dirigi¨® todas las miradas hacia Ayacucho. Las inversiones per c¨¢pita son las m¨¢s importantes de todo el pa¨ªs. Pero en todos los casos no son inversiones que fomenten el desarrollo, sino en gran medida una pol¨ªtica de asistencia que se mantiene hasta hoy. Ayuda alimenticia a las comunidades campesinas, asociaciones de madres, vaso de leche, comedores populares, distribuci¨®n de tractores, herramientas, fertilizantes, ropa... El esp¨ªritu del campesino ha retrocedido: ahora pide, no exige".
"Actualmente, m¨¢s de la mitad del pa¨ªs recibe alimentos del Estado. Como no tiene planes de desarrollo para la sierra, la alternativa de Fujimori es crear una serie de organismos dedicados a programas de asistencia social", dice Jaime Urrutia, antrop¨®logo del Centro Peruano de Estudios Sociales (Cepes), que vivi¨® 20 a?os en Ayacucho que incluyen la etapa m¨¢s negra. "Ayacucho, Apur¨ªmac, Huancavelica, Cuzco y Puno son los cinco departamentos m¨¢s pobres de Per¨², en el coraz¨®n de la sierra centro sur. All¨ª, los programas de desarrollo son casi inexistentes. Ni siquiera hay carreteras de articulaci¨®n. El capital no tiene inter¨¦s alguno en invertir. La ¨²nica apuesta del Gobierno es la gran miner¨ªa, oro, cobre y plata, que deja recursos directos para mantener las arcas del Estado".
Karin Apel, cooperante alemana que trabaja para el Instituto de Investigaci¨®n y promoci¨®n del Desarrollo y Paz de Ayacucho, observa una mayor presencia del Estado desde la derrota de Sendero Luminoso, "pero ello no ha contribuido a fortalecer capacidades locales. Hay lindos colegios con profesores mal pagados y poco capacitados. En las escuelas rurales van de martes a jueves. El sueldo de un profesor de escuela no llega a los 200 d¨®lares mensuales [36.000 pesetas]. Un profesor universitario no supera los 400". Las infraestructuras han mejorado, pero, seg¨²n comenta Gamarra, "¨¦sta es una poblaci¨®n tan desatendida por el Estado que lo que ahora ven como un regalo de Fujimori es en realidad un derecho". Pero el empleo no ha mejorado en absoluto. "El principal producto de exportaci¨®n de Ayacucho es la fuerza de trabajo. Fujimori no ha revertido esta tendencia".
Miedo al pasado
Carlos Iv¨¢n de Gregori, antrop¨®logo del Instituto de Estudios Peruanos y estudioso del fen¨®meno senderista, se?ala que en las zonas rurales donde hubo un mayor grado de violencia persiste el miedo a un regreso al pasado. En la provincia de Huanta, por ejemplo, donde la represi¨®n corri¨® a cargo de la Infanter¨ªa de Marina. Si se extrapolara a escala nacional el n¨²mero de muertos, ser¨ªa de 700.000. "El trauma todav¨ªa queda. Por eso mucha gente no quiere que se desactiven las rondas campesinas, que se crearon para combatir a Sendero". Las secuelas de la guerra han abonado la proliferaci¨®n de las pandillas juveniles, un alto ¨ªndice de suicidios y numerosos casos de ansiedad y depresi¨®n, y las fricciones entre los desplazados que han regresado a sus hogares y los que se quedaron. Han vuelto los m¨¢s pobres, a los que les fue peor. No llegan al 30%. Ayacucho ha tenido unos 90.000 desplazados de un censo de 500.000. "Los m¨¢s golpeados est¨¢n en la franja de entre los 18 y los 50 a?os: la generaci¨®n que vivi¨® los inicios de la violencia", dice Gamarra.Todos estos factores favorecen los buenos resultados electorales que obtuvo Fujimori en Ayacucho. En las principales zonas urbanas -Huanta, Huamanga- consigui¨® en torno al 51%, pero en las zonas rurales, m¨¢s aisladas y, por tanto, menos informadas, gan¨® con amplitud. Hay distritos donde logr¨® el 95% de los votos.
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