'Fidelio' prendi¨® en el p¨²blico
Fidelio, a pesar de ser la ¨²nica ¨®pera que compuso Beethoven, es, con todas sus dificultades de ejecuci¨®n, una aut¨¦ntica obra maestra. Tiran¨ªa, amor, abnegaci¨®n, esperanza: todo tiene un reflejo absolutamente genial en la partitura. La obra, que comienza con un singspiel, crece inmediatamente desde el punto de vista dram¨¢tico y acaba, al estilo de la Novena, como una gran sinfon¨ªa con coros y solistas vocales. Es una obra que, globalmente, tiene aut¨¦ntico fuego en sus entra?as. Y para que ese fuego prenda en el p¨²blico, es preciso que se d¨¦ una interpretaci¨®n adecuada y de nivel considerable. La tuvo el pasado s¨¢bado en Peralada, pese a que se represent¨® en versi¨®n de concierto, y de ah¨ª el entusiasmo final de un p¨²blico. Uno de los principales triunfadores de la versi¨®n fue Miguel ?ngel G¨®mez Mart¨ªnez. El director granadino, profundo conocedor de la obra, corri¨® el riesgo de no limitarse a cuadrar la ejecuci¨®n. Hubo abundancia de matices y flexibilidad en tempi y vol¨²menes, y su Fidelio puede considerarse muy l¨ªrico, sin rehuir por ello dar sus pertinentes acentos a los pasajes de mayor tensi¨®n dram¨¢tica. Fue un placer, adem¨¢s, que no apabullase a los cantantes con un excesivo volumen orquestal, por lo que era del todo innecesario que alguno de los solistas (Rydl, Xyni) cantasen casi siempre fuerte. G¨®mez Mart¨ªnez remach¨® el clavo de la brillantez de la versi¨®n con la inclusi¨®n, antes de la ¨²ltima escena, de la obertura Leonora n¨²m. 3, seg¨²n la tradici¨®n, hoy cada vez m¨¢s olvidada. La interpretaci¨®n de esta brillant¨ªsima pieza estuvo a la altura de las circunstancias y supuso un espaldarazo para la Orquesta del Liceo, que demostr¨® que cuando est¨¢ en buenas manos rinde a plena satisfacci¨®n.
Uno de los lujos de la noche fue la presentaci¨®n del Orfe¨®n Donostiarra, como siempre impecable por su cohesi¨®n, entrega, flexibilidad y musicalidad. En cuanto al reparto, la Leonora de Eva Johansson, aunque se reservara en algunos pasajes, tuvo un muy bello lirismo, cuidada l¨ªnea y gran facilidad en el registro superior. John Treleaven luch¨® bravamente con el arduo papel de Florest¨¢n y se impuso como artista seguro y con capacidad expresiva. Simon Estes, por su parte, hizo un Pizarro de lujo, por el estilo, por el car¨¢cter y por saber situarse siempre en el plano sonoro correspondiente, cosa que no sucedi¨® siempre con Kurt Rydl en el papel de Rocco, ya que, con una gran voz, exager¨® casi siempre en el volumen y dio a su personaje un tono heroico que no le corresponde.
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