?TENDREMOS INTIMIDAD EN EL A?O 2025?
Intimidad y moral
Cuando toda nuestra vida sea transformada en datos, los esp¨ªas tendr¨¢n acceso a nuestro pasado, nuestro presente e incluso nuestro futuro. Pero no ser¨¢ para tanto.Nuestras pesadillas sobre la casa encantada llamada Intimidad, hacia 2025 es probable que se centren en esas c¨¢maras esp¨ªas orbitales que todo lo ven y que est¨¢n siempre mir¨¢ndonos. Ya existen, y son capaces de ver a kil¨®metros de distancia por encima de nosotros que el c¨¦sped precisa ser cortado y que su perro necesita un lavado. Hacia 2025 ser¨¢n realmente buenas. La tecnolog¨ªa de espionaje auditivo tambi¨¦n ha avanzado con rapidez. Pero la mayor amenaza para la intimidad todav¨ªa no existe. Hacia 2025 estar¨¢ en todo su esplendor.
Hoy estamos inundados por las ondas transportadoras de se?ales de las emisoras de radio y la televisi¨®n. Cuando llegue 2025, estaremos inundados por una ciberesfera en la que miles de millones de estructuras de informaci¨®n circular¨¢n -invisibles pero reales, como las ondas radiof¨®nicas- transportando las palabras, los sonidos y las im¨¢genes de las que dependen nuestras vidas. Ello se deber¨¢ a que el mundo electr¨®nico habr¨¢ alcanzado cierta coherencia hacia 2025. En lugar de redes telef¨®nicas, inform¨¢ticas y televisivas separadas, una ¨²nica red lo har¨¢ todo. Los televisores, los tel¨¦fonos y los ordenadores ser¨¢n variaciones de un mismo tema. Su funci¨®n ser¨¢ ajustar estas estructuras de informaci¨®n del mismo modo que un aparato de radio sintoniza cualquier emisora.
Estas ciberestructuras aparecer¨¢n en varias formas y tama?os, pero un tipo, la cibercorriente, es probable que sea m¨¢s importante que cualquier otra. Una cibercorriente es una cr¨®nica electr¨®nica de nuestra vida cotidiana, cuyos datos est¨¢n engarzados como perlas barrocas en una cuerda infinita: cada llamada y mensaje de correo electr¨®nico recibido, cada billete y extracto bancario, cada direcci¨®n favorita de Internet, fotograf¨ªa de cumplea?os, ficha de archivo giratorio y anotaci¨®n en el calendario.
Una comodidad irresistible: toda su vida en un ¨²nico lugar. Conectada en cualquier parte, utilizando cualquier ordenador, tel¨¦fono o televisor. Tan s¨®lo coloque su tarjeta en la ranura, pase una prueba de seguridad -proporcione su clave y algo parecido a una huella dactilar- y ya est¨¢ dentro. Ve su vida electr¨®nica en la pantalla o escucha una descripci¨®n a trav¨¦s del tel¨¦fono, empezando con las ¨²ltimas noticias.
Al alimentar toda esta informaci¨®n dentro del procesador de an¨¢lisis estad¨ªstico, sus fieles sirvientes inform¨¢ticos ser¨¢n capaces de ofrecerle sugerencias suaves, cremosas y sorprendentemente certeras sobre sus planes para el futuro inmediato. Encontrar¨¢n patrones en su vida que ni siquiera usted sab¨ªa que existieran. Responder¨¢n correctamente a breves ¨®rdenes dichas con la voz ("Llama a Juliet", "Compra comida", "Imprime las noticias") porque sabr¨¢n con exactitud qui¨¦n es Juliet, qu¨¦ comida necesita y qu¨¦ noticias quiere leer.
Estamos en el a?o 2025, y la vida es f¨¢cil. Usted se desliza sobre una alfombra m¨¢gica tejida de datos detallados y an¨¢lisis estad¨ªsticos. Pero si alguien consigue acceder a su vida electr¨®nica, la invasi¨®n de la intimidad tendr¨¢ un significado totalmente nuevo. El ladr¨®n no s¨®lo habr¨¢ robado su pasado y su presente, sino tambi¨¦n una gu¨ªa para conocer su futuro.
Estas estructuras de informaci¨®n est¨¢n empezando a aparecer ahora. Es probable que sean mucho m¨¢s seguras y privadas que cualquier cosa que hayamos escrito sobre un papel. No obstante, hacia 2025, una gran proporci¨®n de la informaci¨®n privada de valor en el mundo estar¨¢ almacenada en ordenadores que estar¨¢n conectados a una red mundial, y si un ladr¨®n puede conectar su ordenador a esa misma red mundial, en principio dispondr¨¢ de una ruta electr¨®nica desde su m¨¢quina hasta la nuestra.
La ruta estar¨¢ vigilada electr¨®nicamente y ser¨¢ casi inviolable, salvo si la tarjeta destinada a ese fin ha dado una informaci¨®n que ¨¦l no deber¨ªa tener, como hace la gente. Y, por desgracia, el robo electr¨®nico y la invasi¨®n de la intimidad son tentaciones que est¨¢n en aumento. Son los cr¨ªmenes ideales para los maleantes descarados, cobardes y listos. No necesitan arriesgar su vida o su salud; tan s¨®lo deslizarse de puntillas sobre cables y a trav¨¦s de ojos de cerradura.
Bueno, ?y qu¨¦ tiene esto de nuevo? La tecnolog¨ªa siempre amenaza la intimidad. Esas amenazas habitualmente quedan en agua de borrajas. Han sido derrotadas con anterioridad y lo ser¨¢n en el futuro por una fuerza que es mucho m¨¢s poderosa que la tecnolog¨ªa: no el Parlamento, la ley o la prensa, ni los bur¨®cratas o los jueces, sino la moralidad.
Despu¨¦s de todo, usted puede coger un par de prism¨¢ticos de largo alcance y empezar a espiar a su vecino ma?ana mismo. Pero no lo har¨¢. No porque no pueda, ni porque sea ilegal, tampoco porque no est¨¦ interesado; ser humano es ser entrometido. No lo har¨¢ porque es algo indigno. Porque sabe que no est¨¢ bien y se avergonzar¨ªa si lo hiciera.
Las leyes son malas armas para la lucha por proteger la intimidad. Una vez que invocamos la ley, el mal ya ha sido hecho por lo general y la sociedad ha perdido. Intentar limitar el progreso tecnol¨®gico es otra estrategia equivocada: es un juego de tontos y no funcionar¨¢.
El mejor m¨¦todo para proteger la intimidad en 2025 es el mismo que siempre hemos utilizado: ense?ar a nuestros hijos a discernir entre el bien y el mal, dejarles claro que contamos con ellos para hacer lo adecuado.
?Un consejo escandalosamente ingenuo para el futuro de alta tecnolog¨ªa? Vuelva a pensar en ello. Ha sido probado sobre el terreno y funciona. En todo el pa¨ªs, la gente deja valiosos documentos privados en buzones sin cerrar por la calle. ?Sorprendente! El correo en las zonas residenciales es un indicio much¨ªsimo m¨¢s claro que cualquier otra cosa que vaya a existir en el ciberespacio.Pero nuestros buzones son en gran medida seguros porque somos en gran medida honestos. Algunos sabios de la tecnolog¨ªa se han alarmado por la buena voluntad de la gente al confiar su n¨²mero de tarjeta de cr¨¦dito a los sitios de Internet. Pero durante a?os hemos recitado esos n¨²meros a trav¨¦s del tel¨¦fono. Y tenemos todo tipo de otras viejas costumbres -pagar nuestros impuestos, por ejemplo- que reflejan nuestra confianza en la honradez de nuestros conciudadanos.
A medida que nos adentramos a¨²n m¨¢s en las profundas aguas de la tecnolog¨ªa, aumentan las tentaciones. Cuando hablamos de la resistencia a la tentaci¨®n, hay que admitir que a principios de 2000 no vivimos nuestro mejor momento. ?sta es una era de confusi¨®n moral. Nos encanta hablar de leyes, pero odiamos hablar de moralidad.
Pero saldremos de esa sima, como hemos salido de otras con anterioridad. Entre nuestras obsesiones caracter¨ªsticas en Estados Unidos, dos han destacado desde 1776: nuestra inventiva tecnol¨®gica y nuestro deseo inquebrantable de saber y hacer lo adecuado.
Y en 2025, esta cuesti¨®n ser¨¢ formulada de forma diferente. Estamos obsesionados con la intimidad porque temporalmente hemos olvidado una palabra a¨²n m¨¢s importante: dignidad. Hablamos de nuestro Derecho a la intimidad, pero no creemos en ello realmente. Esta idea agotada y destartalada queda hecha pedazos en el momento en que la soplas.
?Intimidad para cometer un asesinato? ?Para maltratar a una mujer o a un ni?o? ?Para pegar a un animal? ?Para falsificar dinero? ?Para estar trastornado, rechazar tratamiento y no parar de sufrir?
La intimidad no es un derecho absoluto; es un peque?o y hermoso lujo cuando podemos lograrlo. La dignidad es algo por lo que es necesario luchar. Y llegar¨¢ el a?o 2025, la vida ser¨¢ mejor: no debido a la revoluci¨®n tecnol¨®gica, sino a causa de un renacimiento moral que es tambi¨¦n inevitable y mucho m¨¢s importante que todo lo anterior.
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