?El siguiente, yo?
El asesinato de Juan Mari J¨¢uregui despu¨¦s de un mes de terror por parte de ETA remueve en mi interior sensaciones, sentimientos, reflexiones nuevas, que despu¨¦s de todo lo que ha ocurrido en los ¨²ltimos a?os pensaba que ya eran imposibles de sentir. Es como la gota que desborda el vaso del hast¨ªo, la indignaci¨®n y el desprecio que originan sus acciones, cada vez m¨¢s terribles e incomprensibles desde la raz¨®n.Conoc¨ªa a Juan Mari como conoc¨ª a Jos¨¦ Luis L¨®pez de Lacalle, y coincid¨ªa con ¨¦l a¨²n en m¨¢s cosas que con Jos¨¦ Luis. Los dos militamos juntos en el PCE, luchamos juntos contra el franquismo, pasamos juntos al PSOE despu¨¦s de un proceso de reflexi¨®n que nos llev¨® a considerar ¨¦ste como "la casa com¨²n de la izquierda". Los dos hemos mantenido en los ¨²ltimos tiempos posiciones heterodoxas y cr¨ªticas con la posici¨®n de nuestro partido en el conflicto vasco y los dos hemos defendido en privado y en p¨²blico que es necesario el di¨¢logo para resolverlo, necesario distender las relaciones con el PNV, necesario diferenciarnos del discurso belicista e inm¨®vil del PP, m¨¢s preocupado por su crecimiento electoral que por resolver el problema. Los dos, en fin, est¨¢bamos en esa posici¨®n de puente, quiz¨¢s demasiado ingenua e idealista para los tiempos que corren.
Por eso siento que al asesinar a Juan Mari asesinan una parte de m¨ª, una parte de las ideas que defiendo y defend¨ªa ¨¦l. Siento que ETA no s¨®lo dinamita los hipot¨¦ticos puentes que se intentan tender entre ambas orillas de este conflicto de aguas turbulentas, tambi¨¦n dinamita el suelo sobre el que deben construirse, intentando dejar sin posibilidades de di¨¢logo a esta sociedad que lo est¨¢ demandando con firmeza.
ETA, con el asesinato de Juan Mari, cruza una l¨ªnea imperceptible pero existente, eliminando a los m¨¢s pr¨®ximos de entre sus enemigos, a los que sirven de conexi¨®n con una parte de la sociedad, con la que ineludiblemente hay que contar para resolver el conflicto. Y al cruzarla se?ala como objetivos a cualquiera que no se rinda a su poder militar y fascista. El yo del t¨ªtulo de este art¨ªculo es gen¨¦rico, es la pregunta que todos debemos hacernos a partir de ahora. Quiere indicar que el pr¨®ximo puede ser un dirigente del PNV o EA, un miembro de la corriente de opini¨®n Aralar que ha surgido dentro de HB, un dirigente de la c¨²pula actual de esta organizaci¨®n (HB) que en p¨²blico o incluso en privado discrepe de su enloquecida espiral, incluso uno de sus dirigentes (de ETA) que plantee una estrategia diferente, o yo mismo. Simplemente por no hacer seguidismo de sus propuestas y mantener posiciones intelectualmente libres. Y esa reflexi¨®n es lo m¨¢s terrible de esta situaci¨®n, que cualquiera es objetivo de ETA, porque ya todos somos sus enemigos potenciales. Y cuando la praxis de una organizaci¨®n, sea militar o pol¨ªtica, la sit¨²a en contra de todo y de todos, debe hacerla reflexionar seriamente sobre su ineficacia para la obtenci¨®n de sus objetivos pol¨ªticos, y por tanto, sobre la necesidad de su disoluci¨®n.
Ayer estuve en San Sebasti¨¢n y comprob¨¦ en directo no s¨®lo el dolor que su terror produce en las familias, directas y pol¨ªticas; tambi¨¦n la crispaci¨®n y el abismo social que van abriendo. Vi al lehendakari lbarretxe esperando en la entrada al velatorio, increpado por algunos que no pudieron controlar su indignaci¨®n, aunque, en mi opini¨®n, erraban en la direcci¨®n en que deb¨ªan dirigir su ira, que deb¨ªa ser m¨¢s hacia un ministro como Mayor Oreja, incapaz de evitar estos actos, y que en vez de dimitir por ello se permite lanzar soflamas propagand¨ªsticas contra los dem¨¢s. Vi a un Ibarretxe dolorido por este nuevo asesinato, tenso, y solo, rodeado de militantes socialistas con una gran carga emocional. Por eso fui a saludarle, rompiendo as¨ª su incomunicaci¨®n con nosotros (los socialistas), y a la salida le coment¨¦ que algo tenemos que hacer. Algo diferente, audaz, imaginativo y sobre todo generoso, para, por encima del dolor, de la indignaci¨®n, de la ira contenida, hacer que prevalezca el di¨¢logo y el entendimiento. Y para eso hace falta comunicarse, hablar, evitar que triunfe la estrategia de ETA de provocar un enfrentamiento irreversible entre nacionalistas y no nacionalistas. Para evitar "el choque de trenes". Quiz¨¢s deberemos de empezar los m¨¢s proclives a ese di¨¢logo, para, en una segunda fase, ir incluyendo a los m¨¢s reacios, que casualmente son los que m¨¢s poder tienen en nuestras respectivas orillas. Pero, en cualquier caso, no consentir que dinamiten las bases sobre las que se debe construir el puente del di¨¢logo y el entendimiento.
A veces, quiz¨¢s ingenuamente, busco un razonamiento ideol¨®gico, pol¨ªtico, a los atentados de ETA, intentando encontrar razones a lo inexplicable, y pregunt¨¢ndome c¨®mo es posible que no sean capaces de entender que lo que hacen fortalece a sus hipot¨¦ticos enemigos y debilita a sus correligionarios, como se desprende del ¨²ltimo Euskobar¨®metro que hemos conocido. Que el camino que han emprendido despu¨¦s de la tregua no conduce a la consecuci¨®n de su estrategia pol¨ªtica, sino que, al contrario, aleja la posibilidad de acuerdos en esa direcci¨®n. ?O es que piensan que es posible derrotar militarmente al Estado espa?ol? ?Habr¨¢ que analizar las acciones de ETA en claves no pol¨ªticas, sino psicol¨®gicas?
Y mientras tanto, y lamentablemente, al inmovilismo del PP se le suma el inmovilismo de HB. Sus dirigentes no son capaces de hacer sus reflexiones pol¨ªticas al margen del poder militar, y si lo hacen es s¨®lo en privado. ?Qu¨¦ opinar¨¢ en privado Otegi del asesinato de Juan Mari J¨¢uregui? Yo creo que lo puedo adivinar, lo que no adivino es por qu¨¦ no tiene el valor pol¨ªtico de decirlo en p¨²blico y por qu¨¦ no tiene el valor pol¨ªtico de sublevarse, pol¨ªticamente hablando, ante sus superiores militares. Esa es la clave, que en HB el discurso pol¨ªtico prevalezca sobre el militar, que haya gentes en su direcci¨®n, que, como hacemos algunos dentro del PSOE, sean capaces de discrepar de las posiciones mayoritarias, y a base de constancia y muchas veces de incomprensi¨®n, vayan impregnado con esas tesis el discurso oficial. Desgraciadamente, Juan Mari ya no podr¨¢ hacerlo, pero otros recogemos su bandera a favor del di¨¢logo y el entendimiento, en defensa de soluciones pol¨ªticas a los problemas pol¨ªticos, en la b¨²squeda de nuevos marcos jur¨ªdico-institucionales en los que todos nos encontremos c¨®modos; en definitiva, en conseguir lugares de encuentro y de convivencia pac¨ªfica entre diferentes. La mejor forma de respetar su memoria es seguir con su lucha en esa direcci¨®n.
Juan Mari J¨¢uregui, descansa en paz, y ojal¨¢ seas el ¨²ltimo.
Jos¨¦ Luis ?riz Iglesias, miembro del Comit¨¦ Federal del PSOE. Villava-Atarrabia.
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