No sabemos c¨®mo no hablarnos
IMANOL ZUBEROEl cambio de liderazgo en el PSOE ha tenido ya consecuencias positivas en Euskadi. La conmovedora apelaci¨®n de Jes¨²s Egiguren tras el asesinato de Juan Mar¨ªa J¨¢uregui a los sentimientos de quienes con su silencio dejan que otros maten -"?Hasta cu¨¢ndo estar¨¦is callados? En nombre de todos, os pido que deis un paso adelante y no permanezc¨¢is en ese silencio vergonzoso"- o las incisivas palabras de Od¨®n Elorza tras la manifestaci¨®n de repulsa por ese mismo asesinato -"Juan Mari nos pide a todos unidad y capacidad de di¨¢logo. No le basta con nuestro dolor"- contrastan con otros discursos m¨¢s ¨¢speros, hasta ahora dominantes en el socialismo vasco. La reciente propuesta al Gobierno del PP para convocar a todos los partidos democr¨¢ticos en el Congreso es, en este sentido, sumamente importante. Parece que, por fin, el PSE va a intentar ejercer una funci¨®n pol¨ªtica ingrata, pero imprescindible en el quebrantado escenario vasco: una funci¨®n de transversalidad. Imprescindible, pues no hay sociedad compleja que se sostenga dividida entre totalidades enfrentadas. Ingrata, pues quienes han pretendido desarrollarla en el pasado con mejor (EE) o peor (IU) fortuna han acabado naufragando entre la incomprensi¨®n de unos y de otros. En el caso del PSE hay que a?adir que algunos de los m¨¢s contumaces paladines del "al PNV ni agua y si pide, polvorones" est¨¢n en sus propias filas o rondan por sus aleda?os.
Sin embargo, Jaime Mayor Oreja sostiene que el PNV s¨®lo cambiar¨¢ su actual estrategia si cada vez siente mayor incomodidad y se niega a secundar la iniciativa del PSOE. Hablar hoy con el PNV es, seg¨²n Mayor Oreja, sucumbir al miedo, rendirse al s¨ªndrome de Estocolmo y contagiarse del Pacto de Estella. Puede que en ocasiones el Gobierno vasco haya dado la sensaci¨®n de que su consejer¨ªa de Interior sufr¨ªa de anemia, pero lo que le ocurre al Gobierno espa?ol es bastante peor: como un aberrante rizoma, el Ministerio de Interior ha acabado por ocuparlo todo, al menos en lo que al Pa¨ªs Vasco (y a la inmigraci¨®n) se refiere. No teme el ministro quedarse s¨®lo en esta actitud de rechazo a dialogar con el PNV, convencido de que eso es lo que quiere la mayor¨ªa de la sociedad vasca. Es evidente que del Euskobar¨®metro s¨®lo le interes¨® el dato del 15% de vascos dispuestos a marcharse pues, de lo contrario, sabr¨ªa que, adem¨¢s de expresar un gran descontento con su pol¨ªtica penitenciaria, la mayor¨ªa de los ciudadanos y ciudadanas demandan di¨¢logo entre los partidos y acuerdo sobre el futuro pol¨ªtico del Pa¨ªs Vasco. Ya s¨¦ que hay di¨¢logos envenenados, di¨¢logos papanatas, di¨¢logos imposibles, di¨¢logos viciados. Ya s¨¦ que no es posible ni deseable dialogar sin condiciones. Pero hoy existen posibilidades objetivas de recuperar el di¨¢logo entre los partidos democr¨¢ticos que no se pueden desaprovechar.
En Las cenizas de ?ngela escribe Frank McCourt sobre los desencuentros existentes en las poblaciones irlandesas donde transcurre la historia: "Los miembros de las familias que viven en los callejones de Limerick tienen maneras propias de no hablarse y hacen falta a?os de pr¨¢ctica para dominarlas. En todos los callejones hay siempre alguien que no se habla con alguien, o bien hay alguien con quien no se habla nadie o alguien que no se habla con nadie". Pero esta tradici¨®n, como todas las tradiciones, no es natural, sino que se ense?a y se aprende. De ah¨ª que a los ni?os protagonistas del relato les resulte imposible seguir la tradici¨®n, a pesar del deseo de sus padres y de los permanentes esfuerzos de ¨¦stos por actualizar agravios reales o imaginarios que justifiquen la ruptura de relaciones: "El t¨ªo Tom y Jane la de Galway tienen hijos, pero nosotros no debemos hablarnos con ellos porque nuestros padres no se hablan. Tienen un hijo y una hija y mam¨¢ nos gritar¨¢ por hablarnos con ellos, pero nosotros no sabemos c¨®mo no hablarnos con nuestros primos". No sabemos c¨®mo no hablarnos con nuestros primos. Repita conmigo: no sabemos c¨®mo no hablarnos...
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