Un libro sobre las nuevas tribus de Internet desata la pol¨¦mica en EE UU
El l¨¦xico que utilizan los nuevos tecn¨®cratas de Internet demuestra claramente su falta de humanismo, asegura Borsook, experta en altas tecnolog¨ªas, colaboradora de la revista Wired y autora del libro que ha provocado el debate. Las nuevas tribus cibern¨¦ticas "conjuran un mundo fr¨ªamente utilitario que compara a las personas con m¨¢quinas y en el que impera el darwinismo social".As¨ª de tajante se muestra la autora del libro, un amargo an¨¢lisis sobre un comportamiento que ha sido en su mayor parte alabado por la innovaci¨®n econ¨®mica que ha acarreado.
"La forma m¨¢s virulenta de la filosof¨ªa tecnolibertaria es una especie de autismo prepol¨ªtico, psicol¨®gicamente endeble y amenazante. Presupone una falta de conexi¨®n humana y una incomodidad con el fundamento de lo que muchos de nosotros consideramos que significa pertenecer a la raza humana. Es una incapacidad para reconciliar las exigencias del ser individual con las de participar en la sociedad".
?sta es la filosof¨ªa que impera en Silicon Valley entre los que controlan la econom¨ªa norteamericana, dice. Y este tipo de comportamiento abarca desde multinacionales como Microsoft a los piratas electr¨®nicos o hackers. Borsook realiza un amplio e interesante an¨¢lisis del nuevo lenguaje digital empleado por estos nuevos magnates, especialmente en libros como The new hacker's dictionary de Eric S. Raymond. En ¨¦l, el autor incluso afirma que los "hackers tienen poca capacidad para identificarse emocionalmente con otras personas".
Frases como ¨¦sta han trasladado el debate a los medios de comunicaci¨®n. Michiko Kakutani, cr¨ªtica literaria de The New York Times, afirma que este tipo de vocablos parece justificar la descripci¨®n t¨ªpica del programador de computadoras que ofrece el New hacker's dictionary: un ser "retra¨ªdo y desesperadamente infeliz cuando no est¨¢ inmerso en su materia".
Eric S. Raymond se defiende. Y responde que Kakutani ha distorsionado y citado fuera de contexto su libro. Que ha seguido sus propios temores y prejuicios "porque tiene miedo a la libertad en s¨ª, y especialmente a la desaparici¨®n de su papel como ¨¢rbitro cultural".
Respecto al ideal m¨¢ximo de los hackers de convertirse en cyborgs, entes mitad humanos y mitad computadoras, Raymond afirma que su grupo "no construye sistemas de ordenadores para abolir a la gente sino para que obtengan m¨¢s poder". En cuanto al nuevo lenguaje cibern¨¦tico, comenta que su "jerga, informal y juguetona, celebra la creatividad y el humor y se r¨ªe del poder y de la pretensi¨®n, pero transmite el mismo mensaje fundamental de humanidad".
Ciberego¨ªsta critica especialmente la falta de ¨¦tica y el narcisismo de los nuevos tecn¨®cratas. La idea imperante respecto a los individuos que controlan la industria high tech -alta tecnolog¨ªa-, expone Borsook, es que son genios en la vanguardia de la revoluci¨®n digital que han cambiado radicalmente la econom¨ªa y mejorado las condiciones en el planeta con una filosof¨ªa individualista, denominada "tecnolibertarianismo". Un sistema de valores que denigra cualquier tipo de interferencia gubernamental.
Ah¨ª aparace una contradicci¨®n respecto a la filosof¨ªa de libremercado, que se opone a cualquier tipo de regulaci¨®n gubernamental: estas nuevas industrias florecieron gracias a a?os de subsidios del gobierno -Internet evolucion¨® durante 15 a?os amparado por un proyecto gubernamental llamado Arpanet-, y a miles de contratos con instituciones educativas y otros organismos sociales y culturales.
As¨ª, para Borsook, la filosof¨ªa tecnolibertaria es b¨¢sicamente una forma de hipocres¨ªa, una versi¨®n cibern¨¦tica de la ley del m¨¢s fuerte, y no una utop¨ªa econ¨®mica como muchos parecen creer.
El concepto pol¨ªtico fundamental de los tecnolibertarios es la llamada "bion¨®mica", met¨¢fora tomada de la biolog¨ªa que compara a la econom¨ªa con una jungla. Sugiere que nadie puede controlar una jungla, por lo que lo mejor que se puede hacer es dejarla evolucionar seg¨²n su curso natural, lo cual beneficia a todos los animales que viven felices en ella.
Pero este sistema obviamente no protege a aquellos que no est¨¢n preparados para florecer en estas condiciones y, seg¨²n Borsook, tampoco asegura siquiera que los mejores vayan a ser los que triunfen.
La autora dedica tambi¨¦n un amplio espacio de Cyberselfish a criticar la falta de talante filantr¨®pico de las nuevas ¨¦lites cibern¨¦ticas, a las que acusa de no contribuir al bienestar social general.
Borsook analiza la pol¨ªtica de los magnates recientes y afirma que, aparte de las donaciones hechas por Bill Gates, en Silicon Valley predomina una tendencia a la autocomplacencia, y que incluso muchas de estas donaciones -por ejemplo las de equipos de computadoras a escuelas-, sirven para reforzar su propia industria.
Seg¨²n la experta, la industria cibern¨¦tica est¨¢ dispuesta a donar equipo electr¨®nico, pero no a subsidiar proyectos independientes de su esfera.
Como ¨²nica excepci¨®n se?ala a Bill Hewlett y David Packard, fundadores ya fallecidos de la multinacional Hewlett Packard, que en una ocasi¨®n respondieron a una pregunta sobre las grandes iniciativas para educar tecnol¨®gicamente a las personas con problemas econ¨®micos; su m¨¢s que acertado comentario fue: "lo primero que hay que hacer es alimentarlas".
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