Respuesta por el caso del insumiso
No es el Consejo de Ministros sino t¨², G¨®mez [Jos¨¦ David G¨®mez Bl¨¢zquez, carta publicada el 4 de agosto], quien yerra.Mantener en prisi¨®n a [Jos¨¦ Mar¨ªa Trillo-Figueroa] Nino es lo mejor que pueden hacer unos gobernantes cuyo centrismo predica sin descanso ni rodeos que el mercado, la pela, es el centro de todas las cosas. ?Qu¨¦ hace Nino en ese arm¨®nico universo? Incordiar, s¨®lo incordiar. ?Me quieres decir, G¨®mez, no ya d¨®nde se integra, sino tan siquiera d¨®nde cabe Nino en ese sistema?
Yo siempre le vi metido en otro enredo: cuidando no s¨¦ cu¨¢les p¨¢jaros de la catedral, peleando contra el aparcamiento de la Alameda, demandando mejores condiciones de habitabilidad para sus vecinos.
El fin principal de las penas no es, querido David, la reinserci¨®n del delincuente. Lo ha dicho alto y claro nuestro Tribunal Constitucional. El objetivo esencial de la sanci¨®n penal es el castigo del infractor dando cauce a la venganza estatal. Claro es que si adem¨¢s se domestica al infractor, tanto mejor.
Pero el Gobierno no es tonto: sabe que Nino es poco domesticable y, sin embargo, bien puede ser que alguno de sus semejantes se lo piense dos veces antes de seguir sus pasos.
El Consejo de Ministros no va a inmutarse por la solicitud de indulto de unas instituciones cuyo partido gobernante perpetr¨® afanosamente la ley que debidamente aplicada ha mandado a Nino a la c¨¢rcel. S¨®lo lo soltar¨¢ cuando el clamor de las muchas personas que demandan su libertad sea m¨¢s inquietante que su propia persona.
Una ¨²ltima cuesti¨®n: la mancha de mora otra mora la quita. S¨®lo una sociedad asentada en la cooperaci¨®n democr¨¢tica puede aspirar a descartar el uso de la fuerza, porque, a fin de cuentas, los seres humanos solventamos nuestros conflictos con el mismo instrumento con el que forjamos nuestra convivencia.- Jos¨¦ Ignacio Aguilar Garc¨ªa. Sevilla.
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