Decisiones soberanas
KOLDO UNCETAAlgunos portavoces de EH criticaban hace unos d¨ªas la suspensi¨®n cautelar de los acuerdos del Ayuntamiento de Markina relativos al homenaje a Patxi Rementeria, con el argumento de que la misma constitu¨ªa un ataque a una decisi¨®n soberana adoptada por la corporaci¨®n municipal. Confieso que me llam¨® la atenci¨®n el argumento. ?De verdad hay alguien que puede calificar de soberana una decisi¨®n adoptada a trav¨¦s de la coacci¨®n y el miedo, como reconoci¨® abiertamente el alcalde de Markina, versi¨®n ratificada por el Bizkai Buru Batzar del PNV?
El asunto en cuesti¨®n tiene su inter¨¦s de cara a considerar una vertiente a mi entender fundamental del tan tra¨ªdo y llevado debate sobre la soberan¨ªa popular. Se trata ¨¦ste de un concepto de ra¨ªz laica y republicana, por el que siempre he sentido una declarada simpat¨ªa, pues viene a refrendar la idea de que el poder pol¨ªtico decisorio no emana de dioses o monarcas, ni est¨¢ constre?ido por realidades inmutables, si no que proviene del libre ejercicio de la voluntad del pueblo, sometida en otros tiempos -y a¨²n hoy en muchos lugares- por reg¨ªmenes teocr¨¢ticos o absolutistas. La reclamaci¨®n de la soberan¨ªa del pueblo es inseparable desde el surgimiento de la reivindicaci¨®n de la libertad, pues era precisamente la ausencia de ¨¦sta el obst¨¢culo fundamental para el ejercicio de la misma.
En estos tiempos en los que tanto se habla de soberanismo, creo sinceramente que algunos desv¨ªan el tiro al apuntar contra las tesis llamadas soberanistas como sin¨®nimo ¨²nicamente de nacionalismo excluyente. No dudo de que en la cabeza de muchos de quienes hablan de soberan¨ªa haya mucho de exclusivismo. Pero el problema no est¨¢, en mi opini¨®n, en reclamar la soberan¨ªa del pueblo. En el debate pol¨ªtico todo aparece entremezclado pero, desde un punto de vista estrictamente intelectual, el problema se plantea cuando dicha soberan¨ªa se identifica con la defensa de unas ideas determinadas y no con el compromiso con la libertad de todos, con el respeto a la voluntad del pueblo soberano.
Yo defiendo el derecho soberano de los habitantes del Pa¨ªs Vasco -de todos- a decidir sobre su futuro. Defiendo el derecho soberano de los habitantes de Navarra a decidir el suyo. El derecho soberano de los habitantes de Trevi?o a incorporarse a ?lava si as¨ª lo desean. El de los habitantes de Markina a que se respete su voluntad sin cohacciones ni miedos. Y el de Mikel Azurmendi -vaya Mikel, desde aqu¨ª mi solidaridad- a decidir soberanamente d¨®nde quiere vivir, sin miedo a que le pongan una bomba en su casa.
Hablemos de soberan¨ªa, pero desde la libertad, pues ambos conceptos van ¨ªntimamente unidos. No sigamos prostituyendo una idea nacida de la lucha contra los poderes absolutos, contra la ausencia de libertad; una idea surgida para reclamar el libre ejercicio de la voluntad popular sin distinciones ni discriminaciones. En las actuales circunstancias, resulta un sarcasmo que se hable de decisiones soberanas para referirse a unos acuerdos, como los del Ayuntamiento de Markina, surgidos del miedo. La soberan¨ªa popular es tambi¨¦n la ausencia de miedo a opinar. Y hoy, desgraciadamente, hay miedo, mucho miedo. Por este motivo, si de verdad se quiere avanzar hacia el ejercicio de la voluntad soberana del pueblo en cualquier aspecto de la vida pol¨ªtica -inclu¨ªda la reforma de la legalidad vigente-, lo primero es defender la libertad de las gentes del pueblo, de todas ellas, para expresar sus opiniones.
No comparto -ya lo he dicho aqu¨ª muchas veces- una idea de la Constituci¨®n como trinchera, ni como l¨ªmite al libre ejercicio de la voluntad popular. Pero, en las actuales circunstancias, entiendo que haya gentes que vean en ella un sistema de garant¨ªas que otros no les ofrecen. Porque ?qu¨¦ credibilidad puede tener la defensa de la soberan¨ªa reclamada por parte de quienes no respetan la voluntad soberana de un pueblo que ha exigido una y mil veces la desaparici¨®n de la violencia?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.