Ni Pacheco ni Alejandro
Hasta ahora, lo que los historiadores llaman andalucismo moderno o nuevo andalucismo -el movimiento que surgi¨® en el tardofranquismo y se fragu¨® con la llegada de la democracia en un partido pol¨ªtico: el PA- ha estado marcado por dos nombres: Alejandro Rojas-Marcos y Pedro Pacheco, presidente y vicepresidente. En los ¨²ltimos 20 a?os la legendaria rivalidad de ambos, sus muchos lances y otras tantas reconciliaciones, han escrito la zigzagueante biograf¨ªa del Partido Andalucista. Pero si algo est¨¢ claro en el 12? congreso, que se celebrar¨¢ entre el 20 y el 22 de octubre en M¨¢laga, es que el antagonismo de los dos dirigentes pasar¨¢ a un segundo plano: ninguno aspira a un puesto ejecutivo en la direcci¨®n y, salga el resultado que salga, ni Rojas-Marcos ni Pacheco -como rezaba el eslogan de las fallidas elecciones de 1994- coger¨¢n las riendas de un PA que encara su segunda legislatura en el Gobierno de la Junta en coalici¨®n con el PSOE.Por lo dem¨¢s, todo est¨¢ abierto. Cuatro candidatos se batir¨¢n en el congreso: Antonio Ortega, actual secretario general y consejero de Relaciones Institucionales, la baza oficialista de la ejecutiva; Mar Calder¨®n, ¨²nica mujer y cabeza visible de la corriente Mayor¨ªa por el Cambio, respaldada por Pedro Pacheco; el alcalde de San Fernando, Antonio Moreno, y el alcalde de ?cija, Juli¨¢n ?lvarez, quienes se disputan el nombre del sector en el que hasta hace unos d¨ªas iban de la mano, Nuevo Andalucismo.
Pese a que el proceso congresual discurre por caminos tortuosos y, a veces, ininteligibles, el ¨¢nimo de los andalucistas registra en estos momento altas dosis de templanza si se compara con la espectacular contienda que estall¨® en la misma noche de las elecciones auton¨®micas del 12 de marzo. De la boca de los l¨ªderes andalucistas se escucharon insultos e imputaciones que, como reconoce Antonio Ortega, son m¨¢s propias de una opereta que de las inevitables discrepancias internas de cualquier partido pol¨ªtico. Precisamente uno de los rasgos aut¨®ctonos del PA consiste en que los conflictos que el resto de las formaciones dirimen en p¨²blico con eufemismos, enroscadas frases de doble sentido y mucha alusi¨®n gen¨¦rica, en las filas andalucistas se sacan a la luz con una franqueza que descoloca.
Tras una lenta gestaci¨®n, cuyo fondo es la carrera de Ortega para relevar a Pedro Pacheco como cartel electoral al estimar que su etapa es agua pasada, el momento cumbre de la crisis andalucista se resume en cuatro movimientos. Pacheco, que fue el candidato a la Junta, acus¨® a Ortega de torpedear su campa?a con el prop¨®sito de sacar ventaja en el congreso que se avecinaba, para lo que, dijo el jerezano, hab¨ªa ido prometiendo coche y ch¨®fer a quienes participaran en la conspiraci¨®n. La primera reacci¨®n del secretario general Ortega fue la callada por respuesta, aunque borr¨® de un plumazo el concurso de Pacheco en las negociaciones para reeditar el pacto en la Junta con el PSOE y le arrebat¨® la portavoc¨ªa del Parlamento.
El alcalde de Jerez embisti¨® entonces contra Rojas-Marcos, quien se hab¨ªa colocado del lado de Ortega, aunque tard¨® varios d¨ªas en decidirse a quebrar la tranquilidad que le hab¨ªa proporcionado el acuerdo de no agresi¨®n con su sempiterno enemigo. El arma arrojadiza de Pacheco fueron los supuestos negocios inmobiliarios del ex alcalde Sevilla, a los que atribuy¨® oscuros or¨ªgenes, insinuados en art¨ªculos de varias publicaciones. Rojas-Marcos, siempre en su estilo, le devolvi¨® el golpe con una estocada florentina: la gran e hist¨®rica renovaci¨®n en la que estaba inmersa el PA, declar¨®, era prescindir para siempre de la hegemon¨ªa de Pedro Pacheco. El secretario general, entre tanto, se sum¨® al follet¨ªn de la opereta, y acus¨® al jerezano de retener dinero que pertenece al partido.
Con la llegada del verano se disiparon los viento de las viejas vendettas, y las variopintas familias andalucistas se centraron de lleno en el congreso y las posibilidades de ganarlo, sin que hayan desaparecido del todo los episodios bufos. Mientras la candidatura de Ortega, apuntalada por la ejecutiva, ha ido dando pasos seguros para repetir mandato, las tres opciones de la oposici¨®n han estado sujetas a diversos vaivenes. Los oficialistas, que tienen ya perfilada su lista, han aprovechado la ventaja del Gobierno de coalici¨®n en la Junta, en la que han conseguido ampliar parcelas, para afianzar sus apoyos. Seg¨²n seguran, entre el 60% y el 70% de los delegados, que a¨²n no est¨¢n designados, les son afines, por lo que creen tener el congreso en sus manos. Antonio Ortega y su equipo no contemplan en esta ocasi¨®n alianzas y ejercicios de funambulismo con los otros sectores. En palabras de uno de sus miembros: se proponen derrotarlos. La candidatura continuista ve en el 12? c¨®nclave de la formaci¨®n nacionalista la gran oportunidad para terminar con el protagonismo de los alcaldes, a cuyo poder el secretario general suele referirse como "reinos taifas". De esta forma, Ortega, que ha venido construyendo pacientemente su liderazgo con el soporte de la consejer¨ªa de la Junta, se erigir¨ªa en la cabeza visible del andalucismo.
Le ha ayudado el paso atr¨¢s de Rojas-Marcos. ?ste ha renunciado a que el cargo que ambiciona, el de presidente, tenga atribuciones ejecutivas y ha aceptado que se reduzca a un perfil protocolario. Colaborar¨¢ con Ortega siempre que se le permita estar con letras may¨²sculas en el partido del que es fundador.
Pedro Pacheco, a quien la alcald¨ªa de Jerez le hace rehuir de los cargos org¨¢nicos, tambi¨¦n se ha retirado de la primera l¨ªnea y ha puesto sus fuerzas a disposici¨®n de Mar Calder¨®n, ex disc¨ªpula de Rojas-Marcos. Esta corriente, al igual que la oficialista, est¨¢ segura de barrer en el congreso, y calcula que entre el 60% y el 70% de los delegados les votar¨¢. Calder¨®n controla parte del PA de Sevilla, que sumada a los partidarios de Pacheco en C¨¢diz y en el resto de las provincias, coloca a Mayor¨ªa por el Cambio en el primer puesto de las candidaturas alternativas.
Los ¨²ltimos aspirantes, Antonio Moreno y Juli¨¢n ?lvarez, han protagonizado una historia aparte. El alcalde isle?o se integr¨® primero en la plataforma oficialista, que abandon¨® al convencerse de que ¨¦l no ser¨ªa el candidato. Se uni¨® a ?lvarez bajo el enunciado de Nuevo Andalucismo y ambos marcharon juntos hasta que, por segunda vez, Moreno se dio cuenta de que tampoco ser¨ªa el elegido. El jueves, el gaditano registr¨® su candidatura ante el comit¨¦ organizador del congreso. Ahora los dos pugnan por el nombre de la corriente. Si se les pregunta por sus apoyos, contestan sin pesta?ear que la balanza del c¨®nclave andalucista est¨¢ a su favor.
En los dos meses que restan para la prueba final se ver¨¢n continuos distanciamientos y aproximaciones. Los oficialistas de Ortega siempre han pensado que la estrategia de las tres opciones de la oposici¨®n era surgir separadas para unirse en una sola lista en el sprint, porque ¨²nicamente as¨ª tendr¨ªan posibilidades. ?sta ha sido la intenci¨®n de Mayor¨ªa por el Cambio, seg¨²n confiesan algunos de sus integrantes, pero a¨²n no ha dado con la tecla. Entre tanto el aparato aprovecha la competici¨®n de Calder¨®n, Moreno y ?lvarez para tildar sus corrientes de apuestas "personalistas". De momento, lo ¨²nico seguro es el lema de las elecciones de 1994: Ni Pacheco ni Alejandro.
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