Como reyes
"Tom¨¦nse la subida con calma. Vayan parando en los descansillos, que son casi 100 escalones y cuesta subirlos". Blanca Hern¨¢ndez, gu¨ªa tur¨ªstica del Ayuntamiento de Madrid, lanza la advertencia a un grupo de turistas acerca de lo que les espera: 98 escalones para llegar al reci¨¦n rehabilitado mirador del Retiro, un ventanal al que se sube por el interior de la estatua de Alfonso XII, en el parque del Buen Retiro, junto al lago. Es el inicio de una nueva ruta tur¨ªstica por el parque que s¨®lo se puede recorrer los domingos, de 10.00 a 14.00. Cuesta 500 pesetas y dura m¨¢s de dos horas."Los turistas empiezan con mucho ¨¢nimo, pero luego se desfondan a mitad de la subida", explica Blanca Hern¨¢ndez. La primera decena de escalones sirve para calentar las piernas. Los 10 siguientes ya obligan a forzar la respiraci¨®n. La c¨¢mara de fotos empieza a pesar. A los 30 ya hay a quien le falta el resuello. Entonces hacen un descanso y aprovechan para fijarse en el hueco de la estatua.
Las paredes son de ladrillo y la escalera, met¨¢lica. Todo est¨¢ reci¨¦n reformado. "Qu¨¦ bonito ha quedado, con el ladrillo tan rojo", exclaman unas se?oras, entre resoplidos. Una vez recuperado el ritmo de la respiraci¨®n, los turistas siguen escaleras arriba. Gracias a los minutos de descanso, el escal¨®n 40 lo pasan a buen ritmo, pero all¨¢ por el 50 empiezan a notar de nuevo las piernas cansadas.
El escal¨®n 60 obliga a otro par¨®n. Unos minutos de pausa y prosiguen. En el escal¨®n 70 ya empieza a llegar la luz natural y con ella se vislumbra el final de la ascensi¨®n. En el 80 se ve una parte del mirador. Los 10 ¨²ltimos pelda?os son los m¨¢s espectaculares. Hasta se olvida el cansancio. En el 85 se ven los cuatro ventanales del mirador. Y en el 90, el sol deslumbra. S¨®lo quedan ocho. Al llegar a la cima el esfuerzo y el cansancio se dejan a un lado. La vista que los turistas tienen del parque y de la ciudad eclipsa por instantes cualquier sensaci¨®n previa.
El ventanal con el que se topan los visitantes ofrece una panor¨¢mica completa del estanque, que queda debajo, y de los tejados de las viviendas del centro de Madrid. El lugar permite disfrutar de la panor¨¢mica de la que goza Alfonso XII desde su estatua.
El mirador del Retiro tiene forma rectangular y cristales en los cuatro frentes.
Cuando el turista cree que ya ha agotado la vista frontal puede girar su mirada a los laterales. A trav¨¦s de ellos la frondosidad del parque resulta chocante aun en pleno agosto. Los ¨¢rboles son tantos y tan altos que tapan el palacio de Cristal.
Unos pasos m¨¢s y los turistas pegan la nariz al ventanal trasero. Desde all¨ª, su vista alcanza las torres de Valencia y la estatua del general Mart¨ªnez Campos. "Qu¨¦ vista del Retiro se debe tener desde esos pisos tan altos", comenta ensimismada una mujer.
La mujer, a¨²n impresionada por la vista de esos privilegiados, camina hasta el ventanal de la derecha. Desde all¨ª, la vista permite intuir la monta?a artificial, el quiosco de la m¨²sica y, a lo lejos, los pisos m¨¢s altos del barrio de Salamanca.
Tras recorrer el cuadril¨¢tero, enfila de nuevo los 98 escalones. "Menos mal que ahora s¨®lo toca bajarlos", suspira. Los turistas descienden las escaleras sin esfuerzo, casi sin pensar en ello. En su memoria a¨²n est¨¢n grabadas las im¨¢genes que han podido disfrutar desde la atalaya de Alfonso XII. Pero las postales que llevan en su memoria comienzan a difuminarse en la oscuridad de la escalinata.
Cuando los excursionistas llegan abajo y salen de la estatua, el sol les vuelve a deslumbrar. En su cara a¨²n permanece una sonrisa: "Ha merecido la pena la subida a pesar de los casi 100 escalones".
S¨®lo ha sido el comienzo de una ruta tur¨ªstica en la que van a recorrer todo el parque y en la que se tarda unas dos horas y media, "algo m¨¢s si los turistas son viejitos", aclara la gu¨ªa.
De la estatua, la expedici¨®n tur¨ªstica parte con ritmo pausado hacia la fuente de los Gal¨¢pagos. De camino, la gu¨ªa explica la historia del parque: "Su origen est¨¢ en los cuartos reales del monasterio de los Jer¨®nimos. El primer monasterio lo hizo Enrique IV, hermano de Isabel la Cat¨®lica, en el siglo XV...". Blanca Hern¨¢ndez lo explica todo "muy clarito" y "si alguien tiene dudas que pregunte de nuevo". "Carlos I construye los cuartos reales para su retiro espiritual, de ah¨ª que recibiera el nombre de parque del Buen Retiro...".
Todo empieza a encajar para los curiosos turistas. Las claves del parque comienzan a descifrarse. Ahora todo se ve de otra manera. El Retiro no es ya s¨®lo un lugar de ocio, sino adem¨¢s una reliquia hist¨®rica de la ciudad que conociendo se disfruta a¨²n m¨¢s.
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