Siempre ellos

Poseo un peque?o velero, en el que adem¨¢s vivo todo el a?o, y pocas cosas debe de haber tan gratificantes, relajantes y espectaculares como deslizarse suavemente, lenta o r¨¢pidamente -seg¨²n decrete Eolo- sobre la superficie del mar, sin otro motor que el viento y tus velas bien dispuestas y disfrutando del sol, la luna, las estrellas, las nubes, las aves, los delfines; los amigos de la naturaleza, en definitiva.Pero todos los veranos, como las aves migratorias, aparecen ellos. Siempre ellos. Les importa un pimiento esa naturaleza que tanto amamos y respetamos "los de la vela". Ellos hacen un ruido ensordecedor con sus motores. Ellos entran y salen de las calas a toda velocidad, alterando la tranquilidad del mar. Ellos desembarcan sus motos n¨¢uticas y perturban la paz con sus insoportables zumbidos. Ellos te adelantan -porque siempre tienen prisa- con aires de superioridad y cuanto m¨¢s cerca mejor. Ellos convierten el mar en un ins¨®lito y antinatural circuito de f¨®rmula 1, orgullosos de sus potentes motores, de sus velocidades supers¨®nicas, mof¨¢ndose de los que vamos despacio, abrazando con cari?o el viento que nos impulsa suave y arm¨®nicamente. Ellos llevan a sus rubias o sus morenas en la proa, ajenas a la navegaci¨®n y sin otro objetivo que tomar el sol. Ellos, pobrecitos, necesitan volver a puerto para gozar del invento de la electricidad y activar todos sus "aparatos n¨¢uticos": microondas, televisi¨®n, lavadora, aire acondicionado, etc¨¦tera. Ellos no tienen idea de lo que es y significa el mar. Ellos, siempre ellos.- ?ngel Querol Sancho. Sant Boi de Llobregat.