Javier Bardem logra la hermosa resurrecci¨®n del poeta cubano Reinaldo Arenas
El artista Julian Schnabel lleva a la pantalla un intenso drama, con Johnny Depp y Sean Penn
Before night falls es una pel¨ªcula escrita y dirigida por el pintor neoyorquino Julian Schnabel sobre la vida, dura y dolorosa, del poeta y novelista cubano Reinaldo Arenas, muerto en su exilio de Nueva York. Es un filme lleno de altibajos, con momentos pobres y destellos brillantes, hecho con estampas pl¨¢sticamente bien compuestas, pero con ritmo cinematogr¨¢fico interior no bien vertebrado. Sin embargo, la pantalla se sostiene, y a r¨¢fagas conmueve, gracias a su reparto, en el que Javier Bardem guarda una interpretaci¨®n eminente de la compleja figura de Arenas.
ENVIADO ESPECIAL. El pintor Julian Schnabel tiene detr¨¢s de su vocaci¨®n de cineasta la losa de un primer largometraje, Basquiat, muy deficiente en lo que concierne a lo m¨¢s b¨¢sico de un trabajo de direcci¨®n, la gram¨¢tica cinematogr¨¢fica, pues aquel elemental¨ªsimo filme estaba plagado de faltas de ortograf¨ªa y herido por las imprecisiones caligr¨¢ficas, que lo convert¨ªan, pese a su buena producci¨®n, en una pel¨ªcula de aficionado, situada bajo m¨ªnimos profesionales.Han pasado unos a?os, los suficientes para que Schnabel haya digerido alguna de las causas de los balbuceos de lenguaje que puso de manifiesto en su primer filme y les haya intentado poner remedio. Efectivamente, en Before night falls su oficio ya pisa un territorio m¨¢s firme y desaparece la impresi¨®n de que la c¨¢mara est¨¢ donde est¨¢ porque s¨ª, y que lo mismo dar¨ªa si estuviese colocada en otro lugar, que es lo que ocurr¨ªa en Basquiat. La mirada de Schnabel despide ya alg¨²n destello de necesidad en el encuadre y crea en el espectador la convicci¨®n de que este encuadre no puede ser otro distinto del que es. Y ah¨ª hay indicios b¨¢sicos de profesionalidad.
Por eso, el flujo de la secuencia de Before night falls causa una mayor impresi¨®n de solvencia, de firmeza en el trazo y de conocimiento de las leyes del oficio de filmar por quien est¨¢ al mando de la zona oscura que hay detr¨¢s de la c¨¢mara. Pero, sin embargo, permanece la sensaci¨®n de endeblez en la construcci¨®n interior del relato, que tiene muy pronunciados altibajos y se resiente de agudas imprecisiones en una b¨²squeda de estilo que parece bien plantada pl¨¢sticamente, espacialmente, pero mal definida, o simplemente no definida, temporal y dram¨¢ticamente.
Por ejemplo, Schnabel se cubre las espaldas cuando llega el momento de filmar una escena dram¨¢ticamente compleja y dif¨ªcil de resolver con la gram¨¢tica cinematogr¨¢fica. Y acude a los virados m¨¢s artificiosos, a ejercicios arbitrarios de montaje, a repentinas m¨²sicas destinadas conscientemente o no al ocultamiento y la distracci¨®n, a distorsiones de color y de encuadre que tienen por objeto, conscientemente o no, encubrir el vac¨ªo de verdadera osamenta de cine que se oculta bajo la piel de una secuencia tan marrullera. Da la impresi¨®n de que Schnabel ha aprendido a usar, antes que las leyes del oficio de cineasta, las formas de violar estas leyes, de manera que al mismo tiempo que de sabidur¨ªa en filmar se ha hecho experto en las astucias del mal filmar disfrazado de bueno.
La pel¨ªcula se la resuelven a Schnabel una excelente maquinaria de producci¨®n y el buen reparto que maneja, en el que vemos rostros tan c¨¦lebres como los de Sean Penn y Johnny Depp. Pero ellos, como todos los dem¨¢s, est¨¢n subordinados a la deslumbrante, contundente autoridad que Javier Bardem impone en la pantalla. Su trabajo de creaci¨®n en carne viva del calvario que fue la vida de Reinaldo Arenas es conmovedor y muy complejo, porque est¨¢ situado en la l¨ªnea fronteriza entre lo desbordado y lo contenido -cosa que da idea de que nos encontramos ante un actor fuera de norma-, de los que afrontan la l¨ªnea de mayor resistencia, excepcional.
Lo contrario, lo vulgar, nos lo trajo la tercera pel¨ªcula italiana en concurso, El partisano Johnny, dirigida por Guido Chiesa, que cuenta la aventura de la guerrilla antifascista italiana al final de la guerra mundial, pero desde el punto de vista de los llamados partisanos azules, adscritos a la Democracia Cristiana o simplemente republicanos sin partido, para distinguirlos de los partisanos rojos, comunistas, que han sido casi siempre los protagonistas de este tipo de filmes y que ahora son criminalizados en El partisano Johnny, un filme mediocre que se ajusta milim¨¦tricamente al signo de los tiempos: dar le?a al ¨¢rbol ca¨ªdo.
Babelia
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