El Kelme apuntilla a Z¨¹lle
Olano cede el liderato a su compa?ero Santos Gonz¨¢lez en una etapa ca¨®tica
Z¨¹lle se hundi¨® en La Molina. Olano, Ullrich e Igor Gonz¨¢lez de Galdeano, no. Pero el primer plato pirenaico no les sent¨® nada bien. Se les indigest¨® la monta?a. Incluso Heras tampoco puede sentirse satisfecho, a pesar de que su equipo se ech¨® la etapa a la mochila. En realidad, media etapa. Porque nadie se inmut¨® ante la primera escapada v¨¢lida de la Vuelta. Inexplicablemente, entregaron en bandeja el liderato a Santos Gonz¨¢lez, un corredor del ONCE, con lo cual, en el fondo, la carrera no se mueve. Tanto ruido para tan poco resultado tangible. En medio de tanto caos, el ¨²nico que realmente sali¨® indemne fue ?ngel Luis Casero. El silencioso Casero. Pero a¨²n no se puede analizar la Vuelta. Hablando de diferencias de dos segundos, cualquier comentario resulta balad¨ª. Todo ha quedado en manos de Arcal¨ªs, de la subida a Andorra. Quien hable hoy de verdad, ya tendr¨¢ cr¨¦dito.La Vuelta andaba bajo demasiado control. A excepci¨®n de la contrarreloj de Tarragona, con el relevo en el amarillo de Z¨¹lle a Olano, pocas sorpresas se hab¨ªan producido. Pero la carrera volvi¨® a su ser en los Pirineos. No hay Vuelta sin caos. ?C¨®mo se explica que 16 corredores, entre ellos algunos peligrosos, se escapen sin que nadie se inmute detr¨¢s? ?Acaso por una guerra de nervios entre los directores? ?O por un c¨ªrculo vicioso: yo no tiro si no lo hace el otro, y el otro no tira si no lo hace el siguiente...? El ONCE, el ¨²nico que moralmente deb¨ªa tomar la responsabilidad, se inhibi¨®. Al fin y al cabo, era el m¨¢s favorecido. Hab¨ªa colocado a Santos Gonz¨¢lez, de modo que si Olano perd¨ªa el amarillo, el liderato se quedaba en casa. Aunque no sea duradero.
El caos no benefici¨® por completo a nadie excepto a Casero. Al corredor del Festina se le pudo observar por primera vez -aunque s¨®lo unos segundos- en primera fila del pelot¨®n. ?l nunca malgasta una gota de sudor. Siempre se las arregla para perder lo justo. Esta vez, se mejor¨® y fue el primero de los favoritos en cruzar la meta.
A ¨¦l, la escapada apenas le supuso desgaste, y para su equipo, no m¨¢s de lo imprescindible. Lo justo para colaborar con los dem¨¢s cuando la escapada de Santos Gonz¨¢lez lleg¨® a l¨ªmites extremos, 13 minutos. Fue entonces cuando Unz¨²e, Belda y Juan Fern¨¢ndez se cruzaron llamadas por tel¨¦fono y decidieron poner orden.
Como resultado, quedan unas cuantas paradojas. El Kelme fue el equipo que m¨¢s empuj¨®. De hecho, entre Sevilla y Botero se repartieron la mayor parte del trabajo. Fue un trabajo bestial, que demuestra la potencia del equipo. Era un nuevo Kelme, comandando el grupo perseguidor, cuando el equipo de Belda siempre marcha por delante. Y curiosamente tiraban cuando el colombiano suyo Rafael C¨¢rdenas ganaba la etapa. Tanto trabajo por detr¨¢s, evidentemente, iba encaminado a poner en bandeja un ¨²ltimo ataque de Heras. En cambio, quien atac¨® fue Escart¨ªn. Heras no s¨®lo se qued¨® con el grupo, sino que incluso perdi¨® dos segundos. Tal vez le molestaron los golpes en la rodilla y la clav¨ªcula, consecuencias de una ca¨ªda en los primeros kil¨®metros. Eso, al menos, aleg¨® el escalador de las manos grandes. Seg¨²n la gente del equipo, vio que ten¨ªa tan mala pinta la herida que se produjo (hasta se ve¨ªa el hueso, f¨ªjense), que, con el dolor que sufr¨ªa, adem¨¢s, se temi¨® lo malo, una fractura o fisura, y, dice, prefiri¨® no forzar la m¨¢quina. En su equipo le creen. M¨¢s todav¨ªa. Lo usan para asustar a sus rivales. Fijaros, fijaros, hacen correr la voz como quien no quiere la cosa, fijaros c¨®mo ha ido con miedo. Esperad a Aracal¨ªs, esperad. Ya ver¨¦is al gran Heras.
Con ¨¦l, con el escalador bejarano que ve acercarse poco a poco la realizaci¨®n de su sue?o, entr¨® Igor Gonz¨¢lez de Galdeano. Podr¨ªa decirse: un no escalador, al lado de Heras. Un ¨¦xito. Pero relativo. El corredor del Vitalicio sufri¨® en el ¨²nico puerto realmente interesante de la etapa (La Creueta), aunque se repuso.
Olano, el entonces l¨ªder, tambi¨¦n puede decir: no soy escalador, s¨®lo he cedido 14 segundos con Casero, y ocho con Galdeano y Heras, incluso he entrado con tres segundos menos que Ullrich. Pero tambi¨¦n un balance relativo. Tuvo tantos problemas en un puerto m¨ªnimo que, en el momento en que llegue una etapa de aut¨¦ntica alta monta?a (la de hoy) no se sabe qu¨¦ puede ocurrirle.
Y Ullrich, otro tanto. Es el gran enigma de la Vuelta. ?Cu¨¢nto esperar¨¢ el alem¨¢n a ense?ar a todos qui¨¦n es? ?Quiz¨¢s aguarda a hoy, en Arcal¨ªs, el lugar donde se visti¨® por primera vez de amarillo en la Vuelta y en el Tour que acab¨® ganando?
Todos tienen su peque?a excusa. Z¨¹lle, no. No pudo aguantar la velocidad que imprimi¨® el Kelme a la carrera, y que su propio equipo hab¨ªa ayudado a lanzar. Z¨¹lle se dice a s¨ª mismo que no est¨¢ bien, da cabezadas, desesperado, y se queda. As¨ª le ocurre siempre. Aunque s¨®lo hayan pasado dos d¨ªas de la etapa en que se ve¨ªa en el espejo como un superz¨¹lle. Y entonces es capaz de perder minutos en proporci¨®n geom¨¦trica. Ayer, m¨¢s de un cuarto de hora. Su Vuelta se acab¨® en La Creueta. La del resto tiene hoy en Andorra el d¨ªa clave.
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