El jard¨ªn de senderos que se bifurcan
IMANOL ZUBEROEn el hermoso librito que lleva por t¨ªtulo Horas extras, Bernardo Atxaga define la situaci¨®n del Pa¨ªs Vasco durante todo este siglo como el encuentro en un pa¨ªs peque?o de un Imposible y una Represi¨®n. "Ahora estamos en 1995", escribe, "y ya es posible decir que existe una Euskadi real, mejor incluso de la que muchos so?aron en una ¨¦poca en la que el fen¨®meno, maravilloso, de la recuperaci¨®n de la lengua era sencilla y literalmente inimaginable. Sin embargo, sigue habiendo entre nosotros personas que desechando dicha realidad -a la que, con af¨¢n despectivo, llaman Vascongadas- exigen a¨²n lo que, seg¨²n todas las evidencias, la mayor¨ªa de las personas que viven en las siete provincias vascas no desean. La exigen adem¨¢s con una clase de violencia nueva y con un lenguaje cada vez m¨¢s metaf¨ªsico, capaz de inventar lemas como ese Euskal Herria Askatu, 'liberad a Euskal Herria' que se ve en todas partes. As¨ª que, como tampoco ha desaparecido la tortura o el apoyo a la guerra sucia, Imposible y Represi¨®n contin¨²an viviendo en el peque?o pa¨ªs fronterizo, y ya no sabemos muy bien cu¨¢l de los dos nos da m¨¢s miedo".
Ahora estamos en el a?o 2000 y creo que la dial¨¦ctica entre Imposible y Represi¨®n se ha resuelto definitivamente a favor del primero. Creo que esa era la situaci¨®n tambi¨¦n all¨¢ por 1995, cuando Atxaga escribe su reflexi¨®n, pero no voy a discrepar con quien comparto lo fundamental.
Es cierto que la democracia espa?ola no ha sido a¨²n capaz de mirar cara a cara al terrorismo y la violaci¨®n de derechos humanos fundamentales ejercidos durante a?os en nombre del Estado de derecho, en una perversa divisi¨®n del trabajo que sustituy¨® la responsabilidad moral por la responsabilidad t¨¦cnica en la lucha contra ETA. Como es cierto que la pol¨ªtica de dispersi¨®n sigue reduciendo la humanidad de las personas presas a objeto de c¨¢lculo estrat¨¦gico. Cierto, nunca desaparecer¨¢ la Represi¨®n. La violencia est¨¢ siempre ah¨ª, agazapada, te¨®ricamente como ultima ratio leg¨ªtima, aunque tantas veces ejercida como ileg¨ªtima raz¨®n primera y ¨²nica. Por eso nunca hay que bajar la guardia en nuestra vigilancia contra su aparici¨®n, jam¨¢s perder sensibilidad hacia su uso. Pero esta violencia represiva no es la espec¨ªfica del denominado "problema vasco". Cualquier sociedad vasca, sea cual sea su organizaci¨®n, sea cual sea el "marco" (por acudir al nuevo concepto-fetiche) en el que se desarrolle, tendr¨¢ sus zonas grises, su gesti¨®n moderna de la violencia. Lo que s¨ª contin¨²a siendo muy nuestra es la afirmaci¨®n de lo Imposible. Es esto lo que lastra los proyectos de futuro pues, como afirma el propio Atxaga con sint¨¦tica precisi¨®n, "es muy dif¨ªcil relacionarse con personas que defienden cosas que no son de este mundo". Y de este mundo es tanto lo que hemos hecho hasta hoy como lo que podamos hacer en el futuro. Por eso, no son de este mundo ni la negativa del presente ni la clausura del futuro, ni la instalaci¨®n en el ahora ni el dise?o cerrado del ma?ana.
Cuenta por su parte Jorge Luis Borges que el sabio Ts'ui P¨ºn dedic¨® los ¨²ltimos trece a?os de su vida a componer un libro y un laberinto. Un libro que era un laberinto. Un laberinto que quer¨ªa fuera estrictamente infinito, con m¨²ltiples e imprevisibles finales, de modo que, al contrario de lo que ocurre en todas las ficciones, en las que cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras, en la de Ts'ui P¨ºn era posible optar -simult¨¢neamente- por todas, creando as¨ª diversos porvenires, diversos tiempos, que tambi¨¦n proliferan y se bifurcan.
Si Jaime Mayor Oreja ha le¨ªdo a Borges, si I?aki Anasagasti ha le¨ªdo a Atxaga (o viceversa), algo podr¨¢ salir de la reuni¨®n que acaban de mantener en Madrid. No es preciso que el resultado se vea ma?ana mismo. Pero si ambos, o alguno de ellos, creen que es indeseable construir un jard¨ªn de senderos que se bifurcan, si alguno de ellos, o ambos, conf¨ªan en la posibilidad de defender cosas que no son de este mundo...
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