Kraus y el silencio
En las ¨²ltimas semanas, dos de las novelas cortas con que m¨¢s he disfrutado me han tra¨ªdo a la memoria el recuerdo de Alfredo Kraus. Los juegos de asociaciones son muchas veces caprichosos, y en esta ocasi¨®n tal vez influya en las correspondencias la proximidad del primer aniversario del fallecimiento del tenor canario. Las ideas, los pensamientos, las evocaciones fluyen a veces as¨ª y no hay que darle m¨¢s vueltas.Lo curioso es que en Mi enemigo mortal, de la escritora norteamericana Willa Kather, la imagen de Kraus no ha surgido para m¨ª por los momentos en que se hace referencia a obras musicales como Norma, de Bellini, o a autores como Schubert, sino que est¨¢ ligada a la protagonista de la novela cuando, lament¨¢ndose de su pobreza en la ¨²ltima etapa de su vida, dice: "El dinero es una protecci¨®n, una capa; con ¨¦l puedes comprar el silencio y cierta dignidad".
El silencio, qu¨¦ utop¨ªa. Alfredo Kraus estaba obsesionado por el silencio, hasta el punto de que hizo poner ventanas dobles de aislamiento en su tranquila casa de Montepr¨ªncipe para impedir cualquier tipo de ruido exterior. No le faltaba dinero para comprar un bien cada vez m¨¢s escaso que el tenor valoraba enormemente. O¨ªa menos m¨²sica y, sin embargo, se deleitaba escuchando los pasos perdidos o las voces en su ¨¢mbito cotidiano.
Ir¨®nicamente, tal vez el homenaje m¨¢s compacto que se ha hecho al tenor canario despu¨¦s de su fallecimiento sea el del silencio. Silencio c¨¢lido de sus admiradores de siempre, gente sencilla que ve¨ªa y ve en el tenor belcantista un s¨ªmbolo de ¨¦tica y est¨¦tica. Silencio y torpeza de las instituciones, con la excepci¨®n del Liceo de Barcelona, incompetentes a la hora de reconocer como se debe los m¨¦ritos de uno de los artistas m¨¢s significativos del siglo en nuestro pa¨ªs.
Bien es verdad que ha habido y sigue habiendo aqu¨ª y all¨¢ peque?os actos en su recuerdo. En Las Palmas, por ejemplo, se inaugura este mes un monumento y tiene lugar un concierto, no exento de pol¨¦mica, con algunos de sus alumnos. El problema es inmediato. ?Por qu¨¦ unos s¨ª y otros no? ?Qui¨¦n hace las selecciones? Se recurre a sus disc¨ªpulos como si no hubiese otro tipo de alternativas. Son por lo general eventos bienintencionados, pero en cualquier caso insuficientes. El silencio de Kraus se altera gozosamente por el cocido en su honor que organiza una vez al a?o un restaurante madrile?o del que era cliente el tenor, por un disco o un v¨ªdeo escuchados en la intimidad, por su inconfundible voz que emerge inesperadamente a trav¨¦s de la radio. Son unos breves instantes de tregua. Despu¨¦s, irrumpe de nuevo el silencio, la herencia definitiva de Kraus.
La segunda novela a que hac¨ªa referencia m¨¢s arriba tiene por autor a Franz Werfel, tercer marido de Alma Mahler, y lleva por t¨ªtulo Una letra femenina azul p¨¢lido.
Las conexiones de esta obra maestra de la literatura de este siglo con el canto de Alfredo Kraus son, si cabe, a¨²n m¨¢s sutiles o, si se quiere, m¨¢s subjetivas, y se sit¨²an en el terreno de traspasar fronteras de lenguajes est¨¦ticos, para entrar en la categor¨ªa de lo simb¨®licamente iluminador desde el punto de vista del conocimiento.
La f¨¢bula de Werfel, por encima de su perfecci¨®n r¨ªtmica, su refinado sentido del humor o su cuidado desarrollo psicol¨®gico, trasciende por completo los l¨ªmites literarios y entra en una ¨®rbita privilegiada para comprender sociol¨®gicamente la Viena de 1936.
Es una gran novela, pero es mucho m¨¢s. Algo parecido ocurre con el canto de Kraus. Se eleva por encima de la interpretaci¨®n y fija un estilo. En '?Pourquoi me reveiller?', de Werther, de Massenet, por poner un ejemplo suficientemente conocido, la sensaci¨®n de flotaci¨®n que imprim¨ªa Kraus era tal que lo ef¨ªmero coincid¨ªa con lo imperecedero. Parecida sustancia emocional se puede encontrar en el belcantismo donizettiano o en el romanticismo tard¨ªo franc¨¦s. El posible punto de uni¨®n entre Werfel y Kraus se asienta en una capacidad de sugerencia que desborda lo inmediatamente evidente, para instalarse en una certeza llena de interrogantes.
Un a?o, ya, sin Kraus se va a cumplir pasado ma?ana. La ausencia es dolorosa humanamente. Pero su canto inmaculado e imperecedero contin¨²a desafiando todas las convenciones del tiempo. Contin¨²a conmoviendo. El silencio de Kraus se traduce as¨ª en una nueva modalidad de comunicaci¨®n art¨ªstica.
Babelia
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