Piccoli, el m¨¢s listo en un d¨ªa tonto
La carrera llega a Asturias con calma y tras una escapada con final previsible
Colocar en el programa de la Vuelta etapas tan sonadas como las de los Lagos de Covadonga o el Angliru tiene efectos secundarios. Porque los d¨ªas previos corren el riesgo de aburrir al m¨¢s entusiasta. Y as¨ª ha ocurrido esta semana. No se ha podido saborear una etapa aut¨¦ntica y entretenida desde el lunes, en territorio andorrano. Ayer Santander vio marcharse a la caravana publicitaria, a decenas de motos a toda velocidad, a 141 ciclistas y a un sinf¨ªn de coches que, tres horas y cuarto despu¨¦s, volvieron por donde se hab¨ªan ido. En fin, que la Vuelta sigue igual. Regres¨® al punto de partida. Casero sigue de l¨ªder, Heras quiere serlo, e Igor Gonz¨¢lez de Galdeano mira a los dos tanto como a su pierna dolorida. Hoy, por fin, los tres tendr¨¢n que torcer el cuello hacia arriba y sacar todas las fuerzas que han guardado en cinco d¨ªas. Y el p¨²blico podr¨¢ gozar.Entretanto, la Vuelta ha matado el tiempo en jornadas de descanso y etapas tontas. Y claro, siempre que hay calma y pereza surge un corredor sagaz, m¨¢s listo que los dem¨¢s. Ciclistas como Mariano Piccoli, especialistas del d¨ªa tonto, psic¨®logos del pelot¨®n que adivinan el pensamiento a sus rivales y se las apa?an para hundirlos en un mar de dudas. Y para ganar, por supuesto.
La etapa hab¨ªa transcurrido con la complacencia del Festina, dispuesto a controlar sin asfixiarse, y muy permisivo con corredores del mont¨®n. Se le escaparon 17 corredores, pero no le agradaba que entre ellos se infiltraran Santi Blanco y Dufaux. As¨ª que cuando los dos se echaron atr¨¢s, el pelot¨®n se tom¨® un respiro. El puerto colocado a 40 kil¨®metros de la meta s¨®lo sirvi¨® para demostrar que Z¨¹lle vive un calvario. Fue el ¨²nico -junto a los sprinters- que se qued¨® rezagado en Alisas.
Los dem¨¢s se lo tomaron con calma. De los 52 kil¨®metros por hora que marcaron en la primera parte del recorrido, descendieron a un ritmo m¨¢s suave. El t¨ªpico de los d¨ªas tontos. El propicio para que cinco corredores se distancien y sepan enseguida que se van a rifar la victoria. Y m¨¢s si se trata de un manojo de ciclistas con tablas como Faresin, Halgand, Bossoni, Cabello y Piccoli.
Si llegaban en grupo, Bossoni (ganador al sprint en Valencia) se frotar¨ªa las manos; si alguien se sal¨ªa, podr¨ªa tener m¨¢s posibilidades. A falta de cuatro kil¨®metros, Piccoli hizo un amago y ninguno de sus compa?eros le respondi¨®. S¨®lo Cabello, pero harto de que los dem¨¢s se escondieran, le dej¨® salir. Lo que comenz¨® como un intento de probar a los dem¨¢s y de ponerlos nerviosos acab¨® siendo el principio de una nueva victoria. Piccoli, paisano de Moser, siempre encuentra la f¨®rmula para salir de las grandes carreras con una etapa.
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