El paraguas del padre Maur Boix ANTONI PUIGVERD
Este diario informaba ayer de la muerte del padre Maur Boix y resum¨ªa los cuatro aspectos m¨¢s relevantes de su curr¨ªculo: secretario y colaborador del c¨¦lebre abad Escarr¨¦, director durante 30 a?os de la revista Serra d'Or, prior (en lenguaje civil: secretario general) del monasterio de Montserrat durante los primeros a?os del abad Just y experto en Jacint Verdaguer.Dom Maur Boix ten¨ªa la personalidad en forma de gran paraguas: en su regazo intelectual ten¨ªan cabida, junto a su visi¨®n religiosa de la vida, todas las opciones intelectuales. Maur Boix ten¨ªa una vena casi m¨ªstica, una vivencia de la fe religiosa que necesitaba largas horas de silencio al d¨ªa para ser expresada en la intimidad de su oraci¨®n, pero esta fe gran¨ªtica y fervorosa no le imped¨ªa, antes al contrario, le exig¨ªa, mantener una relaci¨®n intelectual y cordial con todo tipo de personas, incluso las m¨¢s alejadas de su fe. Ateos militantes, despreocupados agn¨®sticos o ¨¢cidos nihilistas colaboraron de Serra d'Or en los dif¨ªciles a?os del franquismo. Aquella revista tuvo un peso intelectual de primer orden y expres¨® el mejor ideal del catalanismo cultural, a los ant¨ªpodas de la reticente, replegada y desde?osa deriva del nacionalismo pol¨ªtico de hoy en d¨ªa. En Serra d'Or ten¨ªa Maur Boix una deliciosa columna en la que, sin aspavientos, con extrema delicadeza, destilaba sus convicciones y junto a ¨¦l dispon¨ªan tambi¨¦n de p¨¢ginas propias tipos tan diversos como la a?orada Montserrat Roig o un joven y airado Baltasar Porcel, Joaquim Molas y Joan Triad¨², Jordi Pujol y Ernest Lluch, Badia Margarit y Cirici Pellicer. Todos los matices de la vida intelectual catalana de aquellos a?os ten¨ªan all¨ª ventana abierta. Serra d'Or no era solamente un cobijo: su capacidad de influencia cultural era importante y visible. Lo mejor del catalanismo integrador, abierto, pacificador e innovador formaba parte de aquella revista que dirig¨ªa con su enorme paraguas mental el padre Maur.
As¨ª pudo Serra d'Or colaborar en la defensa de unas cuantas causas culturalmente decisivas: milit¨® en la vanguardia art¨ªstica, pugn¨® para recuperar la dignidad y la exigencia en la cultura literaria catalana, y, expresando con profundidad el esp¨ªritu de los gozosos tiempos del di¨¢logo, trabaj¨® para mantener y argumentar el intercambio entre cristianos y marxistas, entre catalanes y espa?oles, entre Iglesia y sociedad. Tambi¨¦n en sus cargos mon¨¢sticos, el padre Maur fue motor de convivencia: sin dejar de ser extremadamente fiel al peculiar legado del abad Escarr¨¦ construy¨® puentes entre las distintas sensibilidades religiosas e ideol¨®gicas de una comunidad tan compleja y presionada como la montserratina.
Era un hombre, pues, muy abierto. Y sonriente: educado en las refinadas e ir¨®nicas maneras del Noucentisme. Pero nada ten¨ªa de claudicante y amorfo. Se rode¨® siempre de gente muy diversa, pero defendi¨® siempre sus postulados cat¨®licos y catalanistas. Era abierto y a la vez tozudo. Y muri¨®, l¨®gicamente, con las botas puestas. Muy castigado por los achaques, atado a una silla de ruedas, con los huesos de la columna vertebral completamente curvos, sin posibilidad de alzar la cabeza, y, sin embargo, rodeado de libros, manipulando como pod¨ªa el teclado del ordenador, leyendo, rezando y escribiendo hasta el final.
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