Tarta para cenar

He venido a casa, a los Lagos. La llegada m¨¢s m¨ªtica de Asturias en la Vuelta. Esto es especial. Empieza como todas, con todo el mundo queriendo entrar en la escapada. Se ha tardado mucho, m¨¢s que otros d¨ªas, en formarse un grupo grande.En cuanto he visto la niebla me han entrado buenas sensaciones. Pero sab¨ªa que cambiar¨ªa. En realidad, era bruma que bordeaba la costa. Arriba nos esperaba el sol. Me ha llegado un italiano, Moreni, que quer¨ªa saber la predicci¨®n.

-?Rubiera! ?Llover¨¢ hoy?

-No, no. Hoy es d¨ªa de sol y calor.

Ha empezado el puerto, y nos ha tocado trabajar. En menos de un kil¨®metro hemos subido con tanta violencia que el pelot¨®n se ha quedado en 15 corredores. Roberto ha atacado, y se ha ido solo. Yo no me he encontrado bien. Al final, he salvado el d¨ªa.

Despu¨¦s, al acabar la etapa, hemos bajado en bicicleta al hotel. En estos casos, se va m¨¢s r¨¢pido que en coche. Ten¨ªamos tanta sed que Guti¨¦rrez y yo, al llegar a la altura de unos aficionados, les hemos cambiado la gorra por una botella de agua.

Por cierto, no s¨¦ nada de mi casco. Hoy no lo he necesitado. Hac¨ªa mucho calor y humedad. Como yo, iba el 75 u 80% de los corredores. Al seguir bajando el puerto, nos hemos encontrado tambi¨¦n con dos ciclistas profesionales (C¨¦sar Sol¨¢un y Quintino Rodr¨ªguez) vestidos de calle. No es habitual.

Hoy nos espera buena fiesta en el hotel, rodeados de periodistas, y con celebraci¨®n en la mesa. Un pastelero de Cangas, al que s¨®lo conozco de haberme parado en su local alguna vez para repostar mientras me entrenaba, nos ha tra¨ªdo una tarta enorme.