Sopa de ganso
JAVIER MINA Cuando no da para el luto, este pintoresco pa¨ªs -o lo que sea- da para la perplejidad. Y eso por llamar de manera suave a una situaci¨®n que parece m¨¢s bien de locos, con perd¨®n de quienes perdieron las luces sin que su voluntad interviniese. Tomemos por ejemplo Lizarra cuyo segundo aniversario se celebr¨® -es un decir- el otro d¨ªa. Mientras unos, EH y LAB, creen que el famoso pacto est¨¢ vigente -y lo celebran- hay otros que opinan diversamente. As¨ª, Anasagasti lo tiene por tan muerto que no cree que haga falta ni esquela; en cambio EA cree, sin aportar fe de vida alguna, que todav¨ªa est¨¢ vivo, en tanto que el famoso t¨¢ndem Egibar-Arzalluz sostiene, por su parte, que est¨¢ muerto pero que se mantiene en esp¨ªritu. En cualquier parte del mundo a esto le hubieran llamado disparate o, como mucho, espiritismo pero aqu¨ª seguimos empe?ados en considerarlo pol¨ªtica, ?y de las irreductibles!
Hay m¨¢s, quiero decir desbarres. La subsecretar¨ªa de desalmados encargada de los da?os y amenazas de menor cuant¨ªa por delegaci¨®n de los Asesinos Natos incendi¨® la casa y el coche de un edil del PNV en Legazpia aunque luego se apresur¨® a telefonear avisando que quemando todo eso no quer¨ªan quem¨¢rselo al padre, sino al hijo, que no es Cristo sino ertzaina. ?Se puede tener la mente m¨¢s dislocada? A este paso lanzar¨¢n unas llamas discriminatorias para que al incendiar una vivienda s¨®lo arda la habitaci¨®n del destinatario, o su servilleta y sus cubiertos. Pero si ya la cosa parec¨ªa surrealista, se queda corta frente a la interpretaci¨®n que de la misma ofrece el presidente del PNV de Guip¨²zcoa al resposabilizar del hecho a un grupo aut¨®nomo del entorno de la izquierda abertzale que interpretar¨ªa por su cuenta consignas que emanan de la misma. ?Acaso teme las consecuencias pol¨ªticas que podr¨ªa acarrear el hecho de reconocer que esa acci¨®n -y las que vengan- est¨¢n incardinadas no en la periferia del MLNV sino en su propio coraz¨®n?
Los anta?o llamados grupos Y -sobre cuya existencia corri¨® no poca metaf¨ªsica- parecen haberse transmutado en una organizaci¨®n estable que bajo el nombre gen¨¦rico de Gazte Indarra reagrupa en cada pueblo a quienes practican la fuerza y la lucha -indarra eta borroka-, es decir a quienes amedrentan y destruyen, o as¨ª parece desprenderse de los incendios y destrozos que, a diferencia de lo que ven¨ªa ocurriendo, ahora vienen firmados por un santo y se?a que incorpora la juventud -Gazte- a la fuerza -Indarra-, palabras que junto a la de borroka se encuentran asimismo en ciertos carteles del MLNV. Pues bien, en medio de todo este fregado, Arzalluz se pone menos falt¨®n que especulativo -?se habr¨¢ cansado de mandar a la mierda y de hacer de Chanquete para que no manden los marineros?- y suelta que el Gobierno estar¨ªa remozando la ley para que en lugar de 700 chavales en la c¨¢rcel haya 3.000, lo que -son sus palabras - "no le parece civilizado". Desde luego, para llenar un poco m¨¢s las c¨¢rceles no hace falta cambiar mucho la ley sino aplicarla, pero, claro, si lo que ha querido decir su se?or¨ªa es que los 3.000 hipot¨¦ticos matones plantean menos problemas pol¨ªticos en la calle que en la c¨¢rcel, entonces no nos queda sino ponernos un embudo en la cabeza, una turuta en los morros y lanzarnos a la calle bailando La barbacoa con los pies bajo el sobaco.
No quisiera terminar esta deliciosa relaci¨®n recre¨¢ndome en el sarao de las elecciones anticipadas, la moci¨®n de censura y la cuesti¨®n de confianza porque ya huelen, o ?no va tener derecho todo un se?or lehendakari a no gobernar aunque sea en minor¨ªa? Prefiero terminarla en tono mayor. Resulta que el Ayuntamiento de Donosti, en tanto que capital de la tolerancia, ha dise?ado un plan para acoger y becar a un escritor que est¨¦ perseguido por cuestiones de opini¨®n en su pa¨ªs de origen. La medida no estar¨ªa mal si no concurriesen las peculiares circunstancias de que buena parte del cabildo que adopt¨® la decisi¨®n se halla amenazado de muerte por lo mismo, no faltando los escritores donostiarras que o bien callan y se evitan mayores problemas o bien tienen que afrontar que les quemen las farmacias, de no ser que se vean conminados al exilio. ?No parecemos de los hermanos Marx, us¨¦ase de Groucho y de Carlitos?
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