El s¨ªmbolo de los abor¨ªgenes
Cathy Freeman, campeona mundial de 400 metros e hija de la etnia nativa australiana, enciende la llama ol¨ªmpica
Dicen en Australia que Cathy Freeman es la mayor celebridad nacional. Desde ayer es algo m¨¢s. Es la imagen de una gran atleta y de una hija de la etnia aborigen, la mujer que encendi¨® la llama de los Juegos de Sydney. Ella tiene tiene sangre siria, escocesa y china, pero se siente orgullosa de su ra¨ªz nativa, hasta el punto de vulnerar ciertos protocolos para proclamar los derechos de su pueblo. Freeman no es una activista radical, pero su importancia ha sido fundamental para que Australia tomara conciencia del problema aborigen.En sus genes est¨¢ la habilidad atl¨¦tica. Uno de sus abuelos, el aborigen Frank Fisher, fue una leyenda en el cricket y el rugby. Pero de sus antepasados no s¨®lo ha tomado el talento para correr. De ellos tambi¨¦n ha aprendido el drama de la etnia nativa australiana. Durante 200 a?os, los abor¨ªgenes sufrieron una discriminaci¨®n intolerable. Privados de los derechos m¨¢s elementales, fueron protagonistas de algunos dramas colectivos que causan verg¨¹enza en la nueva sociedad australiana. Nada fue m¨¢s miserable que la tragedia de la Generaci¨®n perdida, como se conoce a los ni?os que fueron arrancados de sus familias para trasladarlos a otros lugares del pa¨ªs. Dos de los abuelos de Freeman padecieron aquel cap¨ªtulo bochornoso en los primeros a?os del siglo XX.
Aunque el avance en la integraci¨®n social es visible, los 400.000 abor¨ªgenes -2% de la poblaci¨®n australiana- sufren agudos problemas sociales. La tasa de mortalidad infantil es el doble que en el resto de la poblaci¨®n, el alcoholismo ha alcanzado niveles angustiosos, lo mismo que el paro y la criminalidad. A falta de un Martin Luther King o de Malcom X, no han encontrado una figura m¨¢s prominente que Cathy Freeman -dos veces campeona mundial 400 metros- para denunciar sus problemas.
T¨ªmida por naturaleza, ha tenido el valor de comprender y proclamar las penurias de su pueblo. El deporte ha sido un altavoz formidable. Criada por un padrastro de raza blanca, Cathy Freeman fue una estrella precoz en su etapa escolar. En 1990, con 17 a?os, particip¨® como relevista en los Juegos de la Commonwealth. El equipo australiana gan¨® la carrera, y Freeman se convirti¨® en la primera atleta aborigen en ganar una medalla de oro en una gran competici¨®n internacional. "Ser aborigen representa todo para m¨ª. Siento que es mi pueblo. Muchos de mis amigos tienen las condiciones para brillar en el deporte, pero no se les concede la oportunidad de lograrlo", dijo tras su ¨¦xito. Cuatro a?os despu¨¦s, repiti¨® triunfo en la prueba de 400 metros. Lo celebr¨® portando las banderas de Australia y la de la comunidad abor¨ªgen. El esc¨¢ndalo lleg¨® al Parlamento del pa¨ªs, donde algunos diputados exigieron un castigo. La respuesta de Freeman fue contundente: en los Mundiales de 1997 volvi¨® a exhibir la bandera de su etnia tras ganar en su distancia favorita.
En los Juegos de Atlanta tuvo que inclinarse ante la francesa Perec. Esa circunstancia impidi¨® a Freeman convertirse en la primera vencedora ol¨ªmpica de raza aborigen. El honor correspond¨ªa a Nova Peris, campeona con el hockey hierba.
En los dos ¨²ltimos a?os su carrera deportiva ha quedado expuesta a las turbulencias de un matrimonio roto. Casada desde muy joven con el periodista, y luego entrenador, Nick Bideau, ha vivido meses dif¨ªciles. La ascendencia de Bideau sobre ella era enorme. De ah¨ª que la relaci¨®n de su marido con la mediofondista Sonia O?Sullivan haya provocado un divorcio tormentoso, con numerosas demandas cruzadas. Cathy se ha casado hace escasos meses con Alexander Bodecker, un ejecutivo veinte a?os mayor que ella.
Durante el ¨²ltimo a?o, ha residido fuera de Australia porque no quer¨ªa soportar la presi¨®n que sufren las celebridades de primer orden. Freeman figura en ese grupo. Todos dan por supuesto que ganar¨¢ el oro en los 400 metros. Pero antes ya ha alcanzado un protagonismo universal, no en vano se trata de la mujer que encendi¨® la llama de los JJ OO en nombre de la reconciliaci¨®n en Australia.
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