Thorpe no es Robocop
El holand¨¦s Van den Hoogenband supera al ¨ªdolo australiano en la final de 200 metros libres
En contra de lo que se pensaba, Ian Thorpe no es Robocop. En la final de 200 metros se hizo humano. Vulnerable por tanto. Como no se ve¨ªa en el horizonte a nadie capaz de ponerle en dificultades, la gente se preguntaba por la ¨²ltima vez que fue derrotado, en la seguridad de que saldr¨ªa ganador en la final de ayer. Bien, perdi¨® ayer frente al ¨²nico nadador que no se ha dejado acomplejar por el australiano. Pieter Van den Hoogenband, una especie de ¨ªdolo pop en Holanda, le super¨® desde el primer metro en una carrera que pasar¨¢ a la historia. De alguna manera ser¨¢ para siempre el hombre que mat¨® a Liberty Valance.El nadador holand¨¦s hab¨ªa declarado tras las semifinales que casi no ten¨ªa margen para superar el r¨¦cord mundial que hab¨ªa conseguido (1.45.35 minutos). Se descart¨® como favorito y se?al¨® que Thorpe ser¨ªa el ganador. Van den Hoogenband era consciente de la realidad. En dos d¨ªas, Thorpe hab¨ªa batido dos r¨¦cords del mundo, y en los 200 metros libres s¨®lo hab¨ªa concedido dos cent¨¦simas de ventaja al holand¨¦s. Parec¨ªa impensable la derrota del marciano. Pero en la carrera se dieron todas las circunstancias para que se produjera el petardazo. En primer lugar, Van den Hoogenband decidi¨® conducir la prueba desde el primer metro, con una determinaci¨®n impresionante. Pas¨® primero por todos los parciales, pero no parec¨ªa suficiente. Se pensaba que en cualquier instante Thorpe despegar¨ªa con la potencia que le caracteriza.
As¨ª lo ha hecho durante los tres ¨²ltimos a?os y no hab¨ªa motivo alguno para pensar lo contrario. Thorpe no despeg¨®, ante el estupor de los 10.000 australianos que acudieron al Acuatics Center. Hubo una sensaci¨®n de incredulidad ante lo que suced¨ªa. La fuerza de la costumbre hab¨ªa llevado a pensar que Thorpe era invulnerable, como si el deporte no estuviera trufado de historias que parec¨ªan imposibles. En realidad, lo m¨¢s grande de los Juegos Ol¨ªmpicos es su capacidad para producir esta clase de momentos. Le ocurri¨® a Lewis cuando perdi¨® con Joe de Loach en los 200 metros de los Juegos de Se¨²l. Le sucedi¨® en cuatro ocasiones a Mark Spitz en los Juegos de M¨¦xico. ?Por qu¨¦ no pod¨ªa sucederle lo mismo a Thorpe?
Su derrota no se explica s¨®lo por la tenacidad de Van den Hoogenband, un nadador sensacional con un ojo cl¨ªnico para derribar mitos. En los Campeonatos de Europa de 1998 super¨® a Alexander Popov en los 50 y 100 metros libres. En Sydney ha ganado a Thorpe. No es un piernas que vive los cuatro minutos m¨¢gicos de su vida. Sin embargo, algunos datos explican el segundo puesto del campe¨®n australiano. "No puedo cambiar el calendario", dijo tras la carrera. Lleg¨® a la final de 200 metros con seis carreras en tres d¨ªas, cada una de ellas frente a los mejores especialistas el mundo.
Ten¨ªa un precio que pagar: el de la fatiga. La gr¨¢fica de la carrera es concluyente en este sentido. Mientras Van de Hoogenband fue capaz de calcar el ejercicio de las semifinales, hasta el punto de lograr la misma marca, Thorpe pas¨® m¨¢s r¨¢pido que en su semifinal por los 50, 100 y 150 metros. Su pinchazo se produjo en el ¨²ltimo largo. Si hubiera repetido el parcial del d¨ªa anterior (26.70 segundos), habr¨ªa ganado con comodidad. No lo consigui¨® ni de lejos. Cedi¨® casi un segundo -92 cent¨¦simas- con relaci¨®n a la semifinal y vio como Van den Hoogenband manten¨ªa sus constantes. Thorpe hab¨ªa nadado cinco pruebas antes de la final. Van den Hoogenband, una. Ese gasto de energ¨ªa y emocional actu¨® en contra de Thorpe. Ahora queda una pregunta que resolver¨¢ el tiempo. ?Tendr¨¢ alg¨²n efecto la primera herida de su carrera?
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