El permanente exilio del pianista RAM?N DE ESPA?A
Jaume F¨¤bregas ha disfrutado de becas musicales en Francia y Estados Unidos
Cuando este texto vea la luz, Jaume F¨¤bregas (Barcelona, 1968) habr¨¢ vuelto a su exilio en Morgantown, West Virginia, para seguir disfrutando de la ¨²ltima (por el momento) de las varias becas que lleva empalmando desde hace a?os, cuando se dio cuenta de que el futuro de un pianista catal¨¢n que se queda en Catalu?a no es especialmente rutilante. Jaume F¨¤bregas tambi¨¦n toca la trompeta, tal vez para reposar un poco de la seriedad y, sobre todo, el mont¨®n de horas que exige el piano. "Hay gente muy obsesiva en el mundo del piano", explica, "una vez tuve una profesora cuya t¨¦cnica inclu¨ªa tener a sus alumnos un a?o entero ejercitando los dedos sobre una mesa de madera, una especie de gimnasia para fortalecer tus manos que te convert¨ªa en un m¨²sico de cuyo instrumento no sal¨ªa el menor sonido: es muy dif¨ªcil conseguir que una mesa suene. Yo tocaba el piano a sus espaldas para no volverme loco, pero hubo gente que confiaba ciegamente en ella y que se pas¨® un a?o clavando los dedos en un trozo de madera".Durante sus estancias en Espa?a, el amigo F¨¤bregas ocupa un destartalado piso en Sant Cugat que le ceden sus padres y que cuenta con una enorme terraza por la que el pianista, para dejar reposar un poco los dedos y el cerebro, deambula subido a un monociclo de esos que suelen verse en el circo con un oso encima. A¨²n no lo tiene totalmente dominado, pero todo parece indicar que lo conseguir¨¢ si persevera. Para entretenerse, F¨¤bregas organiza alg¨²n concierto que es sistem¨¢ticamente boicoteado por una madura pianista local que, al parecer, ha sido vista arrancando los carteles que anuncian las interpretaciones p¨²blicas de su N¨¦mesis de estar por casa. Eso no impide al se?or F¨¤bregas organizar unas fiestas, muy comentadas entre sus amigos, que no tienen nada que ver con las que suele montar la gente de su edad (ni de ninguna otra): en las merendolas de F¨¤bregas, en vez de sexo, drogas y rock and roll hay pastas, moscatel y arias oper¨ªsticas (a cargo a veces de la joven promesa del bel canto catal¨¢n Ofelia Roca).
Gracias a las becas, Jaume F¨¤bregas ha visto algo de mundo. Pas¨® un tiempo en Francia, donde pudo disfrutar de la legendaria simpat¨ªa y hospitalidad de ese gran pa¨ªs, pero enseguida se encamin¨® hacia la tierra de las oportunidades o, por lo menos, de esos tax shelters que permiten a los millonarios desgravar en aras de la cultura: Norteam¨¦rica. En la Southern Methodist University de Dallas, el hombre sigui¨® los cursos de Joaqu¨ªn Ach¨²carro, del que guarda un gran recuerdo. Actualmente, da y recibe clases en la West Virginia University. Y cuando eso se acabe....
"Volver¨¦ probablemente a Sant Cugat", dice el se?or F¨¤bregas con su mejor sonrisa de gato de Cheshire, "aunque no es que la situaci¨®n sea como para dar saltos de alegr¨ªa. Puede que me ponga a dar clases... Me temo que Espa?a no es el mejor pa¨ªs del mundo para un pianista. Hay tal diferencia entre las ilusiones que te puedes hacer cuando estudias y lo que encuentras en la realidad... La ense?anza americana es m¨¢s razonable. ?Sabes por qu¨¦? Porque aqu¨ª te preparan para ser un virtuoso y no todo el mundo puede ser un virtuoso, mientras que all¨ª son mejores potenciando sue?os razonables. En Espa?a, o eres una estrella o eres un fracasado. En EE UU, si te conformas con ser segundo fagot de la Sinf¨®nica de Cleveland, es muy posible que lo acabes consiguiendo".
Los pianistas, y los m¨²sicos en general, dan la impresi¨®n de ser gente que vive fuera del mundo (y cuando bajan a ¨¦l es peor: recordemos la insana obsesi¨®n de Glenn Gould por Petula Clark). F¨¤bregas cree tener un pie en el suyo y otro en el de todos los dem¨¢s: "Tengo amigos que no se enteran absolutamente de nada, que no leen un peri¨®dico jam¨¢s. No es que yo sea un prodigio de informaci¨®n, pero s¨¦ qui¨¦nes son Aznar y Pujol, por ejemplo... De todos modos, hay que pensar que ser m¨²sico no es como tener un trabajo de ocho horas del que te deshaces al salir de la oficina. La m¨²sica es tu vida y a veces hay que establecer unas prioridades. Suena ego¨ªsta e insolidario decir algo as¨ª en la ¨¦poca de las ONG, pero es cierto... Adem¨¢s la m¨²sica cumple un cometido importante: puede ayudar a la gente a ser m¨¢s feliz o, por lo menos, a disfrutar de instantes de felicidad. La m¨²sica, como cualquier ONG, tambi¨¦n aspira, a su peculiar manera, a mejorar las condiciones de vida de las personas".
A lo que no aspira F¨¤bregas por el momento es a componer: "Con la interpretaci¨®n tengo bastante", asegura. Y aunque no muestra ninguna fascinaci¨®n especial por alg¨²n instrumentista concreto, s¨ª parece inclinarse por los que respetan la partitura y limitan sus innovaciones y sus rarezas al m¨¢ximo.
Viendo a Jaume F¨¤bregas, uno no puede dejar de pensar que es una l¨¢stima que un tipo que lleva tantos a?os perfeccionando su t¨¦cnica y prepar¨¢ndose para el futuro tenga que acabar conform¨¢ndose con dar clases en el pueblo que le vio nacer. Pero parece que nuestra sociedad fomenta la adolescencia eterna, a ser posible lejos de casa, de una gente con la que no sabe muy bien que hacer. F¨¤bregas, discreto y elegante, no le echa la culpa a nadie de su situaci¨®n y la de tantos instrumentistas como ¨¦l. Hace bien: es mejor seguir agarrado al concepto de la m¨²sica como algo que ayuda a los dem¨¢s, aunque sea breve y levemente, a ser felices.
A eso debe de estar dedic¨¢ndo se en estos momentos Jaume F¨¤bregas en su exilio americano. Yo de ¨¦l no pensar¨ªa mucho en el regreso: puede que Morgantown sea el culo del mundo, pero Barcelona no es precisamente la Arcadia de la m¨²sica cl¨¢sica.
www.joventutsmusicals.com
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