Vida y muerte del ingeniero Santa Cruz
El escritor Balbino Guti¨¦rrez recupera en un libro el recuerdo del hombre que dise?¨® la carretera de Sierra Nevada
La barbarie fascista se llev¨® por delante a muchos de los grandes hombres del pa¨ªs durante la guerra civil. Y unos muertos fueron eclipsando a otros. Sobre todo en Granada, donde la conmoci¨®n -mucho m¨¢s internacional que local- por el asesinato de Federico Garc¨ªa Lorca dej¨® de lado otros cr¨ªmenes terribles. Es el caso de Juan Jos¨¦ Santa Cruz, el ingeniero que hab¨ªa dise?ado la carretera de Sierra Nevada, la m¨¢s alta de Europa, y que fue fusilado nada m¨¢s estallar la guerra en Granada por haber simpatizado con la Rep¨²blica. 64 a?os despu¨¦s de su muerte, un escritor, Balbino Guti¨¦rrez, recupera en un libro su historia y su memoria.La ¨²ltima noche del ingeniero Santa Cruz, publicada por la Editorial Comares, es una obra de ficci¨®n a partir de hechos reales que recrea las horas finales del hombre que, entre otras cosas, termin¨® el Puerto de Motril, hizo el proyecto para el embalse de Cubillas, en Granada, y aplic¨® a las carreteras un sistema de drenaje que hab¨ªa descubierto en la Alhambra.
"No se trata de una biograf¨ªa", dice Guti¨¦rrez, cr¨ªtico de flamenco de este diario y autor del libro Enrique Morente: la voz libre. "Es una novela escrita a partir de unos hechos hist¨®ricos, de un personaje real que merece la pena ser recordado".
Juan Jos¨¦ Santa Cruz tuvo una muerte ¨¦pica, casi tanto como su vida. Condenado en un consejo de guerra sumar¨ªsimo el 1 de agosto de 1936, apenas 10 d¨ªas despu¨¦s de iniciada la guerra en Granada, fue fusilado de madrugada. Esa misma noche, en la c¨¢rcel provincial, decidi¨® casarse con la que hab¨ªa sido su compa?era durante 20 a?os, la bailaora gitana Antonia Heredia, con quien hab¨ªa tenido dos hijos. Luego, frente al pelot¨®n de ejecuci¨®n, le rog¨® al oficial al mando que no se pusiese tan cerca de ¨¦l, que pod¨ªan herirlo si se escapaba un tiro. "Y no quiero que a nadie le pase nada", dijo.
Juan Jos¨¦ Santa Cruz hab¨ªa nacido en Madrid en 1880 y era hijo de una baronesa, descendiente, a su vez, de Diego de Marcilla, uno de los amantes de Teruel. En 1914 se traslad¨® a Granada, donde empez¨® a trabajar en diferentes proyectos. Hombre culto y ¨¢vido de formaci¨®n, sol¨ªa escribir en el peri¨®dico El Defensor de Granada de asuntos tan dispares como la g¨¦nesis de Sierra Nevada, la Vega durante el pleistoceno o un tratado de magia.
Entre 1926 y 1929 fue el presidente del Centro Art¨ªstico de Granada, que reun¨ªa a la crema y nata de la intelectualidad local, como Falla o Garc¨ªa Lorca. "Aunque no tuvo mucho contacto con ellos", comenta Guti¨¦rrez. "Santa Cruz era un hombre m¨¢s de acci¨®n, y mayor que Lorca, por ejemplo".
Republicano a ultranza -"la monarqu¨ªa espa?ola es una monarqu¨ªa extranjera", sol¨ªa decir- se afili¨® a la Agrupaci¨®n al Servicio de la Rep¨²blica de Jos¨¦ Ortega y Gasset, y fue parlamentario en las Cortes Constituyentes. Mientras, continuaba dise?ando pantanos para todo el pa¨ªs e imaginando carreteras.
Al estallar la guerra civil, su nombre fue uno de los primeros que los fascistas que hab¨ªan tomado Granada escribieron en la lista negra. "Desde el Gobierno Civil", dice Guti¨¦rrez, "los sublevados implantaron la ley del terror en toda la ciudad. Primero asesinaron a los obreros, luego a los intelectuales, a cualquier persona que hubiera tenido la m¨¢s m¨ªnima relaci¨®n con la Rep¨²blica espa?ola".
Aquel r¨¦gimen de terror, impuesto por el gobernador Jos¨¦ Vald¨¦s, que daba carta blanca a sus hombres para que detuvieran y asesinaran a quien les viniera en gana, y por el motivo que fuese, ten¨ªa en Santa Cruz una diana excelente. No s¨®lo por ser republicano, sino por vivir en concubinato con una mujer gitana. Le mataron los mismos hombres que despu¨¦s viajar¨ªan por las carreteras que ¨¦l hab¨ªa dise?ado y pescar¨ªan en los pantanos que hab¨ªa proyectado.
Un gran desconocido
Balbino Guti¨¦rrez plantea La ¨²ltima noche del ingeniero Santa Cruz en tres planos distintos: el del narrador, un vecino enfermizo que fue testigo de las ¨²ltimas horas del protagonista, el del propio Santa Cruz y su vida con su mujer y su hija, y el de Granada, una ciudad enigm¨¢tica y hermosa que vivi¨® horas envilecidas.Mientras aguardan el momento de saber que Juan Jos¨¦ Santa Cruz ya ha sido fusilado, los distintos personajes van recreando pasajes de su vida y reconstruyendo recuerdos que terminan por mostrar la val¨ªa de un hombre de una enorme importancia en su ¨¦poca que hoy, sin embargo, es un absoluto desconocido en la ciudad por la que m¨¢s hab¨ªa trabajado. Precisamente el deseo de Guti¨¦rrez es ¨¦se, que Granada recupere a Santa Cruz.
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