"Si tengo un hijo le dir¨¦ que no se dedique a esto"
Pese a un ¨¦xito que todav¨ªa no se cree del todo, la medallista espa?ola asegura que el esfuerzo que exige la marcha no merece la pena
Se llama Sydney, es la alegr¨ªa de la casa que Mar¨ªa Vasco y Jaime Barroso comparten en Viladecans (Barcelona), y nunca ser¨¢ consciente de lo mucho que representa desde ayer. En mayo, ante la perspectiva de un a?o muy duro, con muchos d¨ªas separados, la atleta decidi¨® regalar una perrita coo-ker, rubia como ella, a su marido. Y la bautizaron con el nombre de la ciudad donde Mar¨ªa iba a hacer historia."A Jaime le hago sufrir mucho. Fue un buen marchador, 4? en el Mundial de Stuttgart de 1993. Cuando lo dej¨® me alegr¨¦, porque los 50 kil¨®metros siempre me han parecido cosa de masoquistas. Y ahora es mi pa?o de l¨¢grimas. Le envi¨¦ un mensaje diciendo que estaba asustada, pero a?ad¨ª que el d¨ªa de la carrera se me pasar¨ªa, y as¨ª ha sido". Vasco, catalana con el coraz¨®n andaluz heredado de sus padres, lo cuenta con los ojos brillantes en su apartamento de la Villa Ol¨ªmpica. Han pasado tres horas desde su ascenso a la gloria, pero a¨²n no ha bajado de la nube: "Tardar¨¦ en hacerlo. Todav¨ªa estoy temblando", dice al comienzo de la charla con este diario.
Ambos miraban hacia Atenas 2004 para conseguir una medalla, pero decidieron llamar Sydney a su mascota porque ten¨ªan una corazonada: "En los entrenamientos con Manolo Alcalde sol¨ªamos hacer series de dos kil¨®metros. Y en la ¨²ltima siempre sol¨ªa pensar que estaba en los dos ¨²ltimos kil¨®metros de Sydney, que iba la cuarta y luchaba para alcanzar a la tercera. Y siempre lograba los mejores tiempos en esa serie", a?ade.
Todo empez¨® a los 11 a?os: "A veces pienso en por qu¨¦ mi madre no me puso una raqueta en la mano nada m¨¢s nacer. Y si alg¨²n d¨ªa tengo un hijo le dir¨¦ que no se dedique a esto porque es muy sufrido y mal pagado. Pero viv¨ªa en la misma calle que la marchadora Mari Cruz D¨ªaz, que acababa de lograr una medalla en un Europeo, y me apasion¨¦ de inmediato por la marcha. Hab¨ªa nacido para ello. Mis padres se preocupaban, aunque nunca me dijeron que lo dejase. Soy de los que piensan que uno puede conseguir lo que se proponga. Y yo lo he conseguido tras decir a mi familia que jam¨¢s me retirar¨¦ sin conseguir antes una medalla en el Europeo o en el Mundial; la ol¨ªmpica casi no la contaba".
Vasco tiene el t¨ªtulo de esteticista, y piensa ejercer esa profesi¨®n cuando se retire de una de las especialidades m¨¢s duras del atletismo. Ayer, tras el madrug¨®n obligatorio, tom¨® mucho caf¨¦ y coment¨® con Encarna Granados y Eva P¨¦rez, sus compa?eras de selecci¨®n: "A ver con qu¨¦ cara volvemos aqu¨ª dentro de algunas horas".
No pod¨ªa imaginar el estado de excitaci¨®n que iba a vivir. Que gracias a las descalificaciones sucesivas de quienes la preced¨ªan en la carrera, de pronto, cuando irrumpiese en el estadio ol¨ªmpico -y sin cre¨¦rselo del todo- iba a hacerlo como medallista de bronce.
Durante la entrevista recibi¨® el certificado oficial de que hab¨ªa ganado la medalla de bronce: "?A¨²n no me lo creo! ?En este papel dice que soy la tercera!", exclam¨®. Al acabar, satisfizo su deseo m¨¢s perentorio: comerse una enorme hamburguesa.
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