El camino de la paz
El Pa¨ªs Vasco es tierra de contrastes dif¨ªcilmente explicables. Una manifestaci¨®n pacifista como la del 23 de septiembre, dirigida exclusivamente contra el terror de ETA, levanta ronchas en el partido del Gobierno nacionalista que dice adoptar una firme posici¨®n contra los atentados. Al mismo tiempo, de la citada manifestaci¨®n de Donosti est¨¢ ausente el alcalde socialista de la ciudad donde se convoca, como si no hubiera tenido lugar pr¨¢cticamente ayer el intento de asesinar a uno de sus m¨¢s ilustres conciudadanos, correligionario por a?adidura, y como si no fueran los representantes municipales la categor¨ªa m¨¢s golpeada por los cr¨ªmenes de ETA.Por la ma?ana, Od¨®n Elorza fue citado en el homenaje a otra v¨ªctima, Juan Mari J¨¢uregui, en cuanto adversario de todo frentismo, lo cual debe querer decir que la uni¨®n de los dem¨®cratas ante la ofensiva de Lizarra resulta negativa. Al parecer, es mejor ir cada uno por su lado, tratando de escurrirse para escapar al aplastamiento general. En cualquier caso, en clave abertzale, el acto de Legorreta, en homenaje a un dem¨®crata asesinado, fue le¨ªdo como la ant¨ªtesis de la manifestaci¨®n de la tarde. Para el PNV era la f¨®rmula ideal: nacionalistas y socialistas unidos en el lamento, sin necesidad de molestos compromisos "ideol¨®gicos" y "pol¨ªticos" con la democracia amenazada. Hay que reconocerlo, los pol¨ªticos y los publicistas abertzales son maestros en la manipulaci¨®n de significados. Resulta admirable ver en la p¨¢gina central de opini¨®n del diario pro-ETA, el pasado domingo, un art¨ªculo-circular del discreto obispo Uriarte, en favor de C¨¢ritas, sirviendo de telonero e involuntario aval al panfleto donde el director de la publicaci¨®n justificaba la "violencia" de ETA por "el Estado de excepci¨®n institucionalizado" imperante, en virtud de lo cual "quien se altera por la violencia de Euskadi ta Askatasuna, debiera hurgarse en su miseria existencial, para alcanzar el m¨ªnimo grado intelectual...". ?Qu¨¦ pintaba la caridad al lado de eso?
El camino de la paz, como reza el eslogan propiedad del PNV, tropieza as¨ª con obst¨¢culos que refuerzan la barrera de ETA. El m¨¢s notable lo constituyen sin duda los mismos promotores del lema, cada vez m¨¢s empe?ados en encerrarse a s¨ª mismos y a la democracia vasca en un callej¨®n sin salida. Cada atentado, en especial desde la muerte de Buesa, pudo ser la ocasi¨®n para dar el viraje de 180 grados respecto de Lizarra. Fue ETA la que rompi¨® la baraja al reanudar los atentados; luego el PNV e Ibarretxe estaban en perfecta posici¨®n para cambiar de rumbo, pero hab¨ªa demasiado apego a los objetivos pol¨ªticos de Lizarra -esos principios siempre v¨¢lidos para Arzalluz- y demasiado apego a mantener el Gobierno nacido del pacto. Seguir hasta la fecha d¨¢ndole vueltas a mesas de negociaci¨®n donde con uno u otro nombre se va siempre a desbordar la legalidad vigente, aprender a ponerse Ibarretxe e Imaz tristes en cada funeral, proclamar que quieren la paz cuando su meta es otra, son jugadas repetidas en exceso por el Gobierno Ibarretxe-Balza para que resulte cre¨ªble esa supuesta voluntad de paz que los espa?olistas arruinan. Si PNV e Ibarretxe quieren la paz, olv¨ªdense de obstrucciones a la disoluci¨®n del Parlamento vasco, de lanzar a la calle a nacionalistas enfurecidos por el cerco espa?ol, y piensen en una Euskadi donde convivan de acuerdo con su peso electoral las distintas opciones, nacionalista y no nacionalista, independentista y autonomista, fundidas en el objetivo com¨²n de demostrar a ETA que su nacionalsocialismo terrorista tiene enfrente a la gran mayor¨ªa de los vascos.
Pero pedir esto es demasiado para Arzalluz, Egibar e Ibarretxe, seg¨²n pudo verse en los discursos guerreros del Alderdi Eguna. La manifestaci¨®n del 23 de septiembre fue tomada como una provocaci¨®n. "?Ver¨¢n cu¨¢ntos sacamos nosotros a la calle!", dijo Arzalluz, como el pastor que exhibe las dimensiones de su reba?o. ?Qu¨¦ hubiera dicho si, como me comentaba en Donosti un viejo compa?ero, Roberto Lertxundi, la manifestaci¨®n por la paz hubiese ofrecido un bosque de ikurri?as? Para gente como los tres nacionalistas citados, el hecho habr¨ªa supuesto una profanaci¨®n, cuando en realidad es la movilizaci¨®n de todos contra ETA, exhibiendo los s¨ªmbolos vascos en defensa del Estatuto, el mejor camino para sofocar eficazmente el terror desde la democracia.
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