La quinta esencia del toreo
Tal d¨ªa como hoy, a primeras horas de la tarde, mor¨ªa en el hospital madrile?o de La Paz el maestro Antonio Bienvenida, art¨ªfice de la quintaesencia del toreo, como consecuencia de una fractura de cervicales que dos d¨ªas antes le hab¨ªa ocasionado la vaquilla Conocida en la ganader¨ªa de Amelia P¨¦rez Tabernero. La res, a la que ya se hab¨ªa dado puerta y galop¨® al campo, inexplicablemente volvi¨® grupas, entr¨® en la placita de tientas y cogi¨® desprevenido a Bienvenida, al que derrot¨® por la espalda y le dio una voltereta tremenda. Las lesiones que se produjo al caer fueron irreversibles. El hermano del diestro, ?ngel Luis, que le acompa?aba en el tentadero, lo traslad¨® a Madrid y dispuso la asistencia sanitaria, que no tuvo resultado.La noticia de la muerte produjo una enorme conmoci¨®n en todos los ¨¢mbitos sociales e institucionales pero sobre todo entre las clases populares, para quienes Antonio Bienvenida era uno de los grandes personajes de la ¨¦poca. Al d¨ªa siguiente, antes del entierro, ante una emocionada multitud que abarrotaba la plaza de Las Ventas, se dio una vuelta al ruedo al f¨¦retro.
Antonio Bienvenida, hijo del m¨ªtico Papa Negro, era el tercero de una gloriosa dinast¨ªa. Pero la historia dice sobre todo que fue la quintaesencia del arte de torear.
Ya lo comentaba la afici¨®n coet¨¢nea: "El d¨ªa que se retire vendr¨¢ la decadencia de la fiesta". Y este augurio, cuya certeza ha demostrado el tiempo, se fundamentaba en las caracter¨ªsticas de Antonio Bienvenida que no ten¨ªan parang¨®n: vocaci¨®n total, respeto lit¨²rgico por la profesi¨®n, entereza asombrosa para superar los infortunios que le acarre¨®, conocimiento enciclop¨¦dico de las suertes de la tauromaquia, una t¨¦cnica acendrada para ejecutarlas, una insuperable pureza interpretativa.
Se ha comentado que Antonio Bienvenida era el torero de las sonrisas, y para desmerecer su arte lo han venido propalando algunos taurinos. A "dos trincherazos y tres sonrisas" pretendieron reducir los merecimientos de sus memorables actuaciones. Y es una falacia probablemente fruto de la ignorancia que sobre la fiesta tienen la mayor¨ªa de los modernos taurinos y sus pupilos. Bienvenida sonre¨ªa al torear, cierto, lo cual mostraba f¨¢cil lo que estaba realizando con el peligro que entra?a ejecutar la versi¨®n m¨¢s pura de cuantas suertes conforman la tauromaquia.
Fue torero de tardes memorables y de fracasos sonados. A Antonio Bienvenida, ni en Madrid -que era su plaza- se le perdonaba movimiento mal hecho. Las m¨¢s encendidas broncas se le han dedicado a este torero. Ahora bien, nunca por torear mal, porque no sab¨ªa torear mal. Sus malas tardes conten¨ªan secuencias de inefable torer¨ªa. Se doblaba con el toro gan¨¢ndole terreno mediante unos muletazos que pon¨ªan al p¨²blico en pie, remataba en los medios, y all¨ª, ya dominado el toro, montaba la espada y entraba a matar. Naturalmente trocando los ol¨¦s en furibundas protestas.
Las tardes en que sal¨ªa decidido a triunfar alcanzaba lo sublime. El toreo al natural nadie lo ha interpretado con mayor autenticidad. En la corrida del Montep¨ªo del a?o 1955, una de las hist¨®ricas de su intensa carrera, lidi¨® seis toros con asombrosa perfecci¨®n y les hizo seis faenas de muleta distintas. Todo tipo de suertes iba desgranando seg¨²n las condiciones de cada res. Hasta en un derribo (entonces los toros no se ca¨ªan, tomaban las tres varas, sol¨ªan derribar) sorprendi¨® el quite que le hizo al picador ca¨ªdo al descubierto, envolviendo la cara del toro con el capote para que no lo viera. La tarde iba apote¨®sica y en el cuarto toro alcanz¨® la cumbre: lig¨® tres tandas de naturales en un exiguo espacio de redondel que enloquecieron a la afici¨®n y dejaron la muestra indeleble de lo que es torear.
La faena que a?os despu¨¦s hizo en San Sebasti¨¢n de los Reyes a un toro de Cembrano ha quedado como la mejor de su vida y es cierto. Sin embargo la afici¨®n sal¨ªa de la plaza comentando tambi¨¦n el trasteo de pit¨®n a pit¨®n, pura filigrana, con que ahorm¨® el peligroso cabeceo del toro lidiado en primer lugar.
El arte de Bienvenida no se limitaba al estilismo sino que era un lidiador nato, con vastos conocimientos acerca de las caracter¨ªsticas de los toros y un amplio repertorio para dominarlos.
La corrida-concurso de Jerez del a?o 1965 constituye un revelador referente. La toreaba Bienvenida mano a mano con Antonio Ord¨®?ez y el quinto toro, de nombre Cubanosito, pertenec¨ªa a la ganader¨ªa de este torero. Bienvenida no permiti¨® a Ord¨®?ez que entrara a quites. Asumi¨® la lidia, orden¨® al picador que se colocara en un determinado lugar y desarroll¨® un recital de toreo de capa poniendo en suerte al toro, que se arrancaba presto al caballo, desplegando un fastuoso surtido de lances ante el asombro de la afici¨®n jerezana que disfrutaba con aquel espect¨¢culo. Llegado el turno de muleta, Bienvenida tore¨® por la derecha y por la izquierda sin ayuda de estoque convirtiendo cada pase en un alarde destinado a exhibir la nobleza del toro, que fue indultado. Todos pasaron a la historia por aquello merecidamente; aunque a un servidor le pareci¨® que el toro no era tan bravo como demostr¨® Bienvenida jugando con sus querencias.
Pasajes dram¨¢ticos marcaron la trayectoria profesional y humana de este torero de leyenda. La cornada de Barcelona, el a?o 1942, al dar el pase cambiado, que quiz¨¢ no se le cur¨® del todo en la vida; la del cuello en Madrid el a?o 1956; otras muchas a lo largo de su trayectoria. Hay otras facetas insoslayables en su biograf¨ªa como la denuncia del afeitado, que puso en evidencia a las muchas figuras que se aprovechaban entonces de aquella corrruptela. El recuerdo de Antonio Bienvenida, vivo para quienes conocimos su toreo, requiere m¨¢s perfiles pues mantuvo la esencia del arte de torear en muy diversas ¨¦pocas de la tauromaquia. Por ejemplo, ya en tiempo de Manolete, que hab¨ªa cambiado el parar, templar y mandar por el ventajista toreo de perfil; las etapas de Aparicio y Litri, de Ord¨®?ez y Manolo V¨¢zquez -dos de los pocos diestros de escuela-, del Chamaco con su pase del fusil, del arrojado Chicuelo II, de tantos como iban y ven¨ªan tomando la cabecera de los escalafones e imponiendo modas. Antonio Bienvenida constitu¨ªa la reserva, a veces ¨²nica, del toreo verdadero. Hasta en aquella d¨¦cada desgraciada de los a?os 60 en la que la fiesta se llen¨® de corrupci¨®n, del arte de torear hicieron mofa, lo convirtieron en esperpento y dieron el mando del toreo a un zafio caricato llamado El Cordob¨¦s.
Retirado El Cordob¨¦s a¨²n quedaba Antonio Bienvenida, manteniendo vivos los c¨¢nones de la tauromaquia eterna. Se retir¨® en octubre de 1974 y unos meses despu¨¦s la vaca Conocida causaba la tragedia. "El d¨ªa que falte vendr¨¢ la decadencia de la fiesta..." Y el augurio acert¨®. No hay m¨¢s que mirar este yermo campizal de la moderna tauromaquia. El arte de torear, su riqueza y su quintaesencia son pura entelequia.
Babelia
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