El esca?o m¨¢s caro de la historia
La abundancia desproporcionada de d¨®lares marca la lucha entre Hillary y Lazio en Nueva York
Nunca un esca?o en el Senado de Estados Unidos hab¨ªa costado tanto dinero. A falta de casi un mes para las elecciones, los dos aspirantes han gastado, en conjunto, 54,5 millones de d¨®lares, unos 10.300 millones de pesetas. Y la recta final promete superar todo lo visto hasta ahora.El derroche, adem¨¢s, procede de dos candidaturas novatas. Por el lado dem¨®crata, Hillary Clinton, sin experiencia parlamentaria y cuyo principal activo consiste en ser la esposa del presidente y haber tenido despacho en la Casa Blanca. Por el lado republicano, Rick Lazio, un congresista de segunda fila cuyo m¨¦rito consiste b¨¢sicamente en no ser Hillary Clinton.
Una campa?a para el Senado viene a suponer, este a?o, unos siete millones de d¨®lares. Algunos candidatos pueden gastar hasta 10 o 12 millones. Hay algunos inmensamente ricos. El aspirante dem¨®crata en el Estado de Nueva Jersey, Jim Corzine, ex presidente del banco de inversiones Goldman, Sachs and Company, dice estar dispuesto a colocar hasta 60 millones de su bolsillo sobre la mesa; pero su contrincante se limita a apostar cuatro.
Lo de Nueva York, sin embargo, ha escalado hasta tal desproporci¨®n, que el dinero se ha convertido en el asunto central de la campa?a. La abundancia de d¨®lares se explica por la presencia de Hillary Clinton. Por un lado, la extraordinaria capacidad recaudadora del presidente Clinton se ha puesto al servicio de la primera dama. Por el otro, los donantes republicanos se han tomado como una cuesti¨®n de principios el humillar, cueste lo que cueste, a la odiada Hillary en la elecci¨®n neoyorquina.
Un s¨ªntoma de que el esca?o de Nueva York representa mucho m¨¢s que un simple voto en el Senado (de por s¨ª importante: si los dem¨®cratas ganan siete, la important¨ªsima C¨¢mara alta dar¨¢ un vuelco y quedar¨¢ en sus manos) se observa en el volumen de dinero procedente de fuera del Estado. Hillary ha obtenido en otros Estados, sobre todo California, casi el 60% de lo gastado hasta ahora. Lazio ha preferido no revelar procedencias, pero puede estimarse un porcentaje similar.
La pol¨ªtica ocupa un lugar secundario en la propaganda de ambos candidatos. Lazio insiste una y otra vez en que es neoyorquino, a diferencia de Hillary. Y en sus actos cotidianos no deja de recordar el hecho fundamental de su candidatura: su rival es Hillary Clinton. La esposa del presidente es querida u odiada, sin t¨¦rminos medios. Y Lazio espera que quienes la odian -por su protagonismo en la Casa Blanca, por su petulancia o por lo que sea- entreguen autom¨¢ticamente su voto a los republicanos. Hillary, algo m¨¢s constructiva, recuerda que Lazio fue ayudante de Newt Gingrich, el hoy casi olvidado parlamentario republicano que seis a?os atr¨¢s oblig¨® a suspender el funcionamiento del Gobierno federal con un cerrojazo presupuestario.
Los intercambios habituales entre los candidatos, sin embargo, se refieren al dinero. Y ambos tienen mucho de que acusarse. La Casa Blanca, por ejemplo, ha recaudado este a?o 10 millones para los dem¨®cratas -en gran medida para Hillary- por un sistema b¨¢sicamente hostelero. Los donantes son invitados a cenas de Estado en la mansi¨®n presidencial. Y si son especialmente generosos, disfrutan del privilegio de pasar una noche en el dormitorio de Abraham Lincoln (que el m¨ªtico presidente s¨®lo ocup¨® ya muerto, el d¨ªa de su velatorio.) Seg¨²n c¨¢lculos del diario The New York Times y de la cadena de televisi¨®n ABC, una cena en la Casa Blanca puede obtenerse por s¨®lo 5.000 d¨®lares. La invitaci¨®n a dormir no est¨¢ por debajo de los 100.000.
"Por favor, se?ora Clinton, en materia de transparencia financiera no estoy dispuesto a recibir lecciones del Motel 1600", le espet¨® Lazio a Hillary en su segundo debate, el domingo pasado. El republicano se refer¨ªa a la direcci¨®n de la Casa Blanca, el 1600 de Pennsylvania Avenue, en Washington. Lazio, sin embargo, no puede presumir de dinero limpio. Aunque se obstina en presentarse como el candidato pobre, ha recaudado hasta ahora m¨¢s que Hillary (30 millones, contra 24,5.) Y aunque en el primer debate rompi¨® las normas acerc¨¢ndose al estrado de Hillary para proponerle que firmara un compromiso de no utilizar dinero blando, ¨¦l lo emplea con prodigalidad. El dinero blando es el donado a los partidos, no a los candidatos, y carece de control y limitaciones legales. Como es de suponer, los cofres de Lazio y Hillary rebosan, precisamente, de dinero blando.
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