?Qu¨¦ ciudad queremos? JOAN SUBIRATS
No quisiera exagerar. Soy consciente de que muchas veces tendemos a otorgar importancia hist¨®rica a determinados acontecimientos que a la postre resultan menos significativos. Pero me parece que atravesamos momentos relativamente cruciales para el porvenir de Barcelona. El mismo d¨ªa en que los medios de comunicaci¨®n se hac¨ªan eco de la privilegiada posici¨®n de la ciudad en las preferencias de los ejecutivos europeos (ocupamos la sexta posici¨®n global, por detr¨¢s s¨®lo de grandes ciudades capitales del continente), las tres fuerzas mayoritarias del Parlament de Catalunya (CiU, PSC-CpC y PP) aprobaban su pleno apoyo a la construcci¨®n del t¨²nel de Horta. No son acontecimientos inconexos. Precisamente, muchos de los argumentos de las fuerzas pol¨ªticas favorables a la apertura de una nueva v¨ªa de peaje en Collserola para el tr¨¢fico privado se basan en la necesidad de dotar de nuevas infraestructuras a la potente regi¨®n metropolitana para que no acabe perdiendo gas ni capacidad de atracci¨®n.Perdonen, pero me resulta dif¨ªcil entender hacia d¨®nde nos dirigimos. Por una parte, llevamos meses afirmando que los d¨¦ficit en transporte p¨²blico en la conurbaci¨®n barcelonesa han provocado un deterioro notable en el tr¨¢fico de la ciudad. Por otra parte, el Ayuntamiento de la ciudad ha ido tomando medidas que van en la l¨ªnea de generar nuevos espacios para esos miles y miles de ciudadanos que persisten en su actitud de caminar y vivir la ciudad desde su condici¨®n de peatones. Hace tan s¨®lo unos d¨ªas la gran mayor¨ªa de las fuerzas pol¨ªticas catalanas mostr¨® su pleno apoyo a la protesta de los propietarios y trabajadores de los comercios de la ciudad ante la ofensiva del PP a favor de las grandes superficies. Los argumentos a favor de la protesta se fundamentaban en la defensa de un tipo de ciudad densa, sostenible y c¨ªvica. Una ciudad que, pienso, ha demostrado en estos a?os su atractivo frente a otras urbes que han apostado por modelos m¨¢s americanizados, m¨¢s extensos, m¨¢s especializados en los usos y m¨¢s segmentados en las modalidades de vivienda. Pero ahora, populares, convergentes y socialistas acuerdan defender la opci¨®n de construcci¨®n de una nueva infraestructura de comunicaci¨®n con Barcelona que sin duda generar¨¢ nuevas manchas de viviendas adosadas (?acosadas?) en el territorio y, en pocos a?os, m¨¢s congestiones de tr¨¢fico y menos sostenibilidad global de la conurbaci¨®n barcelonesa.
?C¨®mo puede defenderse esa opci¨®n por parte de quienes dicen que plantean una alternativa progresista y coherente para Catalu?a desde el punto de vista medio ambiental? Entiendo que esa sea la opci¨®n de populares (defensores de una nueva ordenaci¨®n del suelo que deja desprotegidos a los ayuntamientos para decidir su futuro) y de convergentes (que no han hecho otra cosa en estos a?os que dejar que el mercado decidiera), pero no me parece l¨®gico en los que afirman promover una nueva manera de construir Catalu?a. Es cierto que si uno entiende el futuro de Catalu?a y de Barcelona muy ligado a la construcci¨®n de infraestructuras, el t¨²nel de Horta parece ir en esa l¨ªnea. Pero, ?hemos de aceptar como bueno y conveniente cualquier tipo de infraestructuras o hemos de ser un poco m¨¢s selectivos? ?Tenemos que perforar la sierra de Collserola para generar una mayor especulaci¨®n del suelo en el Vall¨¨s y m¨¢s peajes para el tr¨¢fico privado de veh¨ªculos o hemos de hacer lo que haga falta para llevar el transporte p¨²blico donde ahora no llega? ?Debemos esperar cuatro a?os m¨¢s para constatar que en Madrid tendr¨¢n 50 kil¨®metros m¨¢s de metro en el ¨¢rea sur de la conurbaci¨®n o diremos entonces que faltan nuevos t¨²neles y nuevos peajes?
Seguramente mi l¨ªnea de pensamiento es ingenua y poco consciente de las restricciones de todo tipo con las que se enfrentan los que de verdad deciden, pero, ?no tengo derecho a pedir un poco de coherencia a los que dicen representar, aunque sea en la sombra, a una nueva Catalu?a?
No creo que los atractivos de Barcelona dependan s¨®lo del n¨²mero de autov¨ªas o t¨²neles que sea-
mos capaces de construir en los pr¨®ximos a?os. Creo que depende de si somos capaces de mantener una forma de vida que, como dec¨ªa Vicente Verd¨² en estas mismas p¨¢ginas hace unos d¨ªas, se basa en una concepci¨®n de la calidad de vida ligada a unos espacios p¨²blicos llenos de biodiversidad est¨¦tica y mercantil. ?No podr¨ªamos evaluar lo que han significado los t¨²neles de Vallvidrera en uso de suelo, en creaci¨®n de centros comerciales y en congesti¨®n de tr¨¢fico en uno y otro lado desde que se construyeron, antes de crear nuevas v¨ªas para el tr¨¢fico privado? ?No deber¨ªamos fundamentar mejor decisiones que acaban teniendo repercusiones mucho m¨¢s duraderas en el tiempo que el mandato de los que las toman en nuestro nombre? Bienvenida sea una nueva infraestructura que complemente y refuerce la red de transporte p¨²blico de la regi¨®n metropolitana de Barcelona, pero no dejemos que la din¨¢mica del cortoplacismo obsoleto nos deje sin aquello que hoy nos hace sentir orgullosos de nuestra ciudad. Bienvenida sea la nueva pol¨ªtica que se anuncia para Ciutat Vella, en la que se apuesta por el ajuste fino y la intervenci¨®n a peque?a escala para coser aquello que los derribos y las macrointervenciones dejaron abierto. Bienvenida sea la pol¨¦mica sobre el civismo si de ah¨ª sale un nuevo impulso para lograr que cada vez m¨¢s exista una responsabilidad colectiva sobre los espacios p¨²blicos de todos. Pero no malogremos tantos esfuerzos tomando decisiones que no casan en absoluto con un proyecto de ciudad que, aunque de manera impl¨ªcita, hemos cre¨ªdo defender entre todos. El error de la recalificaci¨®n de Sarri¨¤ y la consiguiente construcci¨®n del t¨²nel adyacente o la subordinaci¨®n a la iniciativa mercantil en Diagonal Mar contrasta con la apuesta de un Poblenou diversificado en usos y habitantes o con la s¨®lida reestructuraci¨®n en curso de Nou Barris. ?Hacia d¨®nde nos decantamos? ?Qu¨¦ modelo de ciudad queremos?
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