Eleg¨ªa por el 'Libro Amarillo'
El autor acusa al Gobierno de haber convertido un texto ¨²til para entender la distribuci¨®n de ingresos y gasto p¨²blico en un panfleto que oculta la verdad y resulta inservible para analizar la realidad actual.
Desde hace muchos a?os, los Presupuestos Generales del Estado llegan a las Cortes acompa?ados de un libro explicativo, que en el lenguaje de los profesionales de la econom¨ªa y de los parlamentarios es conocido por el color de sus tapas: el Libro Amarillo. Este libro ha adquirido un bien ganado prestigio porque se trata de un texto en el que siempre predomin¨® la informaci¨®n sobre la valoraci¨®n. En ¨¦l se ha podido encontrar aclaraciones a asuntos que, para personas poco conocedoras de la problem¨¢tica presupuestaria, resultaban de dif¨ªcil comprensi¨®n.Analiz¨¢ndolo ejercicio tras ejercicio hay que reconocerle que ha sabido proporcionar una secuencia hist¨®rica de criterios, pol¨ªticas, series y datos con la que puede seguirse de forma muy satisfactoria la trayectoria de una instituci¨®n tan destacada en democracia como es la que lleva a cabo el proceso pol¨ªtico de cuantificaci¨®n y de distribuci¨®n de los ingresos y gastos p¨²blicos.
En los ¨²ltimos a?os la calidad del Libro Amarillo ha deca¨ªdo espectacularmente. Ha perdido su funci¨®n institucional, su car¨¢cter riguroso, para terminar convirti¨¦ndose en un documento de propaganda ideol¨®gica y pol¨ªtica.
Quiz¨¢s porque algunos no est¨¢n sabiendo administrar bien el sentido del equilibrio, nos hemos visto desagradablemente sorprendidos por el hecho de que en este a?o se han acentuado los vicios del anta?o prestigioso documento. Hay en ¨¦l expresiones y planteamientos que bien podr¨ªan haber sido escritos por los m¨¢s destacados miembros de la extrema derecha norteamericana (Ross Perot o Pat Buchanan). Esto ocurre aqu¨ª en Europa donde naciones de raigambre democr¨¢tica han hecho un intenso recorrido hacia la convergencia nominal equilibrando sus cuentas p¨²blicas. Pues bien, los redactores del libro lo despachan, de forma harto simplista, ya que en esta parte del mundo, ni es cierto, ni est¨¢ pol¨ªtica e ideol¨®gicamente admitido que "el descr¨¦dito del Estado en la administraci¨®n de las cuentas p¨²blicas es un peligroso factor de inestabilidad pol¨ªtica que puede conducir a la involuci¨®n econ¨®mica".
Aunque resulte penoso admitir semejante degradaci¨®n, Rato y Montoro han hecho del Libro Amarillo un panfleto que, ocultando la verdad, resulta inservible para la realidad actual y para la historia. El desatino con el que se ha confeccionado es tal que incluso en ¨¦l hay hasta referencias hechas en primera persona del singular. En el proceso privatizador han ido tan lejos que puede decirse ir¨®nicamente que se ha llegado hasta privatizar un documento como el que comentamos.
Entrando en el contenido del correspondiente a 2001 podr¨ªan verse m¨²ltiples contradicciones. De todas ellas me referir¨¦ a una de las m¨¢s claras, la que se detecta cuando se comparan algunos datos del libro enviado con los PGE del a?o pasado con otros similares pero referidos al pr¨®ximo ejercicio.
En el momento de presentar los PGE para 2000 el Gobierno dec¨ªa que el Estado, sus organismos aut¨®nomos y el Insalud tendr¨ªan una pol¨ªtica prioritaria: la de impulsar la inversi¨®n p¨²blica. Ahora que ha pasado a todo un ejercicio resulta interesante ver qu¨¦ es lo que dice el propio Gobierno del cumplimiento de su propia prioridad.
Tan cuantiosa diferencia merecer¨ªa una buena explicaci¨®n. El Libro Amarillo del Presupuesto de 2000 informaba de la evoluci¨®n de la inversi¨®n p¨²blica desde 1994, de su cuant¨ªa y de su peso respecto del PIB, a la vez que se?alaba que el Gobierno se gastar¨ªa 2,1 billones de pesetas en inversiones reales. Pues bien, el del a?o 2001 oculta la secuencia y la realizaci¨®n de los ¨²ltimos ejercicios. Sin ninguna aclaraci¨®n, nos dice que de esos 2,1 billones s¨®lo se han gastado 1,3 billones. La autorizaci¨®n que establec¨ªan los Presupuestos de 2000 se va a ver reducida en casi 800.000 millones de pesetas.
El PP ha parado la inversi¨®n p¨²blica. ?Por qu¨¦? ?Es que una parte del progreso de la sociedad espa?ola no est¨¢ condicionada por la inversi¨®n p¨²blica? Estamos viendo c¨®mo, un mes tras otro, la inflaci¨®n afecta a todos los componentes del nivel general de precios, por lo que deber¨ªan reducirse los costes de funcionamiento del sistema econ¨®mico, aumentando la inversi¨®n p¨²blica, rompiendo a trav¨¦s de ella algunos de los estrangulamientos existentes y ayudando a alcanzar un desenvolvimiento m¨¢s r¨¢pido y sencillo de la econom¨ªa.
No parece que las cosas vayan en esa direcci¨®n. La inversi¨®n p¨²blica no va bien. Es m¨¢s, estamos retrocediendo, ya que el peso total de la misma respecto del PIB ha ca¨ªdo a niveles anteriores a los registrados en 1994.
La sociedad espa?ola quiere que la pol¨ªtica que haga el Gobierno est¨¦ orientada a conseguir la convergencia real con el nivel de renta de los ciudadanos europeos y, adem¨¢s, no quiere ser detenida en la pronta consecuci¨®n de este objetivo. Ante esta demanda el PP ofrece un suced¨¢neo: la convergencia contable. Aprovecha el mejor cumplimiento que hacen los ciudadanos espa?oles de sus obligaciones tributarias para recompensarlos con un brusco par¨®n de las inversiones p¨²blicas. A decir verdad, resulta dif¨ªcil hacer una pol¨ªtica m¨¢s de derechas.
Francisco Fern¨¢ndez Marug¨¢n es diputado por Badajoz y portavoz socialista en la Comisi¨®n de Presupuestos.
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