Defender la lengua desde la cocina
Parece dif¨ªcil que se edite una nueva publicaci¨®n sobre Giovanni Boccaccio sin que el profesor Vittore Branca se entere. En los ¨²ltimos dos meses ha recibido en su domicilio, frente al Gran Canal, dos nuevas traducciones del Decamer¨®n, una a la lengua de Kazajst¨¢n (kazajo) y otra al vietnamita. Y ayer mismo se enter¨® por la profesora Mar¨ªa Hern¨¢ndez, una de las ponentes en el congreso que sobre el autor del medievo se ha celebrado esta semana en Madrid, que ahora est¨¢ siendo traducido al gallego por un joven que no ha podido asistir al encuentro, pero que ha seguido su celebraci¨®n a trav¨¦s de Internet.El profesor de Literatura Italiana reconoce que la recuperaci¨®n del medievo fue "una moda", motivada, en parte, por el ¨¦xito de El nombre de la rosa, la novela de Umberto Eco, que sirvi¨® tambi¨¦n como trampol¨ªn de la narrativa policiaca. Pese a lo ef¨ªmero de las modas, el profesor Branca no se desespera, porque "siempre queda algo".
Como europe¨ªsta convencido, Branca cree que el pulso de la civilizaci¨®n no puede seguir en manos norteamericanas. Cuando suena el tel¨¦fono en su domicilio y le piden que acuda a impartir una conferencia en Estados Unidos no le preguntan de qu¨¦ va a hablar, sino cu¨¢nto cobra. "El dinero es su ¨²nica medida de la cultura", argumenta. "Franceses, italianos y espa?oles debemos demostrar que la ¨²nica cultura y civilizaci¨®n es para defender al hombre, y ¨¦sa es la cultura latina". Para conseguirlo, dice Branca, hay que defender la lengua y la cultura, empezando por la cocina, que es una forma de combatir la hamburguesa.
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