Por una pol¨ªtica de empleo VICEN? NAVARRO
Una vez m¨¢s est¨¢n apareciendo voces en c¨ªrculos pol¨ªticos y financieros catalanes y espa?oles que indican que la Seguridad Social es insostenible. Se argumenta que la transici¨®n demogr¨¢fica, seg¨²n la cual hay cada vez m¨¢s personas que reciben pensiones y menos gente joven que pueda pagar las cotizaciones sociales que las sustentan, forzar¨¢ una reducci¨®n de las pensiones o un retraso obligatorio de la edad de jubilaci¨®n. En este discurso alarmista se ignoran varios hechos b¨¢sicos. Uno de ellos es que, seg¨²n el sistema de financiaci¨®n de la Seguridad Social que tenemos, las aportaciones a ¨¦sta no dependen del n¨²mero de personas j¨®venes que existen por cada persona anciana en edad de jubilaci¨®n, sino del n¨²mero de trabajadores que coticen a la Seguridad Social por cada pensionista. Y en Espa?a es dif¨ªcil de argumentar que nos falte gente que pueda y quiera trabajar. Si todas las personas que no tienen trabajo y desean trabajar lo tuvieran, habr¨ªa m¨¢s de dos millones de trabajadores m¨¢s cotizando a la Seguridad Social. A este n¨²mero deber¨ªamos a?adir el de las mujeres que no trabajan y que se incorporar¨ªan al mercado laboral si se les ofreciera un puesto de trabajo que les permitiera compaginar las responsabilidades familiares con las profesionales, lo que permitir¨ªa que la muy baja tasa de ocupaci¨®n de la mujer (39%) alcanzara el promedio de la Uni¨®n Europea (57%). A?adir¨ªamos as¨ª m¨¢s de tres millones m¨¢s de trabajadoras y cotizadoras sociales que sumar al n¨²mero anterior.Naturalmente que estos cambios no ocurrir¨ªan de la noche a la ma?ana. Podr¨ªan ocurrir en 8 o 10 a?os, si hubiera una pol¨ªtica nacional de pleno empleo, que hoy no existe. Tambi¨¦n se debe tener en cuenta que hay otra tendencia favorable al mantenimiento e incluso a la expansi¨®n de la Seguridad Social, a saber: el aumento paulatino de los salarios como consecuencia del aumento de la productividad laboral. En general, a mayor salario, mayor contribuci¨®n a la Seguridad Social. De haber unas pol¨ªticas de pleno empleo encaminadas a crear empleo y a mejorar su calidad, podr¨ªa haber m¨¢s trabajadores con salarios m¨¢s altos y por lo tanto la masa salarial aumentar¨ªa lo suficiente para incrementar todav¨ªa m¨¢s los fondos de la Seguridad Social. A este aumento salarial, deber¨ªamos a?adir otro tipo de aumento resultado de corregir la discriminaci¨®n en contra de la mujer que determina que mujeres que realizan el mismo trabajo que los hombres reciban un salario menor. La necesaria correcci¨®n salarial garantizando que las mujeres ganaran el mismo salario que los hombres aumentar¨ªa un 3% de toda la masa salarial y permitir¨ªa aumentar todav¨ªa m¨¢s la recaudaci¨®n para la Seguridad Social.
El lector puede ver con estos datos que el problema no es de falta de gente que pueda trabajar y cotizar a la Seguridad Social para garantizar su solvencia (e incluso su muy necesaria expansi¨®n). El problema est¨¢ en la oferta de puestos de trabajo, sobre todo de buenos puestos de trabajo. ?ste es el meollo de la cuesti¨®n. Y este problema no puede resolverse sin pol¨ªticas p¨²blicas de empleo encaminadas a estimular empleo privado y p¨²blico de alta calidad. Y ah¨ª el fallo, tanto de este Gobierno como de los anteriores, es may¨²sculo.
El problema aumenta cuando podemos ver que en realidad hay oferta de trabajo, pero no hay una pol¨ªtica de equilibrio entre oferta y demanda. Hoy, en Catalu?a y en Espa?a, gran cantidad de oferta de trabajo se intenta satisfacer con obra de mano mal pagada, inmigrante, pidiendo unas cuotas exageradas de inmigraci¨®n a fin de crear una gran demanda de puestos de trabajo baratos que baje los salarios. Sin embargo, esta v¨ªa, la inmigraci¨®n, no resolver¨¢ esta situaci¨®n; antes al contrario, reproducir¨¢ esta polarizaci¨®n: trabajos bien pagados para espa?oles, trabajos mal pagados para inmigrantes. Esta polarizaci¨®n debilita a toda la fuerza de trabajo, incluidos los primeros. Por otra parte, la existencia de este tipo de trabajadores disuade al empresario de hacer una inversi¨®n para incrementar la productividad y, por lo tanto, el salario del puesto de trabajo. Permitir salarios bajos es perpetuar la ineficiencia econ¨®mica de un pa¨ªs. Hay que tener en cuenta que, en realidad, hay muy pocos trabajos que sean intr¨ªnsecamente de baja calidad. Que lo sean o no depende de factores pol¨ªticos, entre otros.La asistencia domiciliaria a personas con discapacidades y a ancianos (err¨®neamente definida como labor poco cualificada), que en Espa?a es realizada por lo general por trabajadoras (muchas de ellas inmigrantes) p¨¦simamente pagadas y sin ninguna preparaci¨®n, la llevan a cabo en Finlandia profesionales con formaci¨®n universitaria.
Lo que se requiere es exigir un aumento de la calidad de los puestos de trabajo interviniendo p¨²blicamente en el aumento del salario m¨ªnimo (uno de los m¨¢s bajos de la UE), de modo que se dificulte la reproducci¨®n de puestos de trabajo con sueldos bajos. Complementando esta estrategia, se requiere hacer una oferta de trabajo m¨¢s flexible que permita la integraci¨®n de la mujer. Hay ejemplos exitosos en Catalu?a de empresarios que han hecho ofertas flexibles a sus trabajadoras y que han visto incrementar notablemente su productividad. Por ¨²ltimo, otra dimensi¨®n en la que el Estado no puede permanecer pasivo es facilitar la integraci¨®n de la mujer en el mercado de trabajo. A pesar de la ret¨®rica pro familiar, en realidad Espa?a es un pa¨ªs que sobrecarga a la familia por la escasez de la ayuda que le brinda; faltan, por ejemplo, escuelas de infancia de 0 a 3 a?os y servicios domiciliarios para personas discapacitadas o ancianas. En realidad, el porcentaje de la poblaci¨®n adulta empleada en todos los servicios del Estado de bienestar en Espa?a es s¨®lo un 5,6%, frente a un 14,2% en EE UU y un 18,7% en Suecia. Es impensable que esta insuficiencia del Estado de bienestar en general y de los servicios de ayuda a las familias en particular pueda resolverse sin una participaci¨®n muy activa del sector p¨²blico que facilite el acceso a tales servicios de todas las familias y permita una mayor integraci¨®n de la mujer en el mercado de trabajo. Para ello es necesario romper con la austeridad del gasto p¨²blico que se reproduce en el discurso pol¨ªtico dominante en nuestro pa¨ªs.
Vicen? Navarro es catedr¨¢tico de Pol¨ªticas P¨²blicas de la Universidad Pompeu Fabra.
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