Catalu?a, en la cola de la ayuda al desarrollo JOAN GOMIS
El informe que Interm¨®n publica anualmente sobre la realidad de la ayuda al desarrollo est¨¢ alcanzando gran eco. Siempre despert¨® atenci¨®n en los sectores interesados por su seriedad y por ser escasos los estudios sobre el tema. Pero en el correspondiente a 1999 hay un anexo sobre Catalu?a que debe de ser el motivo del revuelo.La primera noticia que proporciona el informe es que Catalu?a, una de las comunidades aut¨®nomas m¨¢s ricas, es de las que dan menos en la Ayuda Oficial al Desarrollo de los pa¨ªses pobres o empobrecidos. S¨®lo el 0,022% del PIB -con las sabidas dificultades de cifrar el PIB en estos ¨¢mbitos-, cuando la media es del 0,033%. Catalu?a est¨¢ en el pelot¨®n de cola de una lista encabezada por el Pa¨ªs Vasco y Navarra.
Es una noticia, y por supuesto no es una buena noticia para el conjunto de las instituciones catalanas -la Generalitat, los ayuntamientos y las diputaciones-. No es en rigor una novedad, puesto que todos los que trabajamos en estos problemas sab¨ªamos desde muchos a?os que la aportaci¨®n catalana a la Ayuda Oficial al Desarrollo estaba lejos de ser motivo de satisfacci¨®n y menos a¨²n de orgullo.
Tan importante es, con todo, la noticia que a su lado pierden relieve otras constataciones importantes del informe de Interm¨®n: que en 1999 se increment¨® en m¨¢s del 75% la AOD catalana y que los ciudadanos aportan a las ONG de desarrollo el doble de lo que aportan sus instituciones. El notabil¨ªsimo incremento se debe en su mayor¨ªa a las ayudas con motivo del hurac¨¢n Mitch, que devast¨® varios pa¨ªses centroamericanos.
Con todas las precisiones y acaso correcciones que haya que hacer al informe de Interm¨®n, la realidad no cambia: el conjunto de nuestras instituciones est¨¢ escasamente sensibilizado ante el mayor problema del mundo actual: la enorme injusticia que significa la diferencia entre el bienestar del 20% de la poblaci¨®n y la miseria y el desamparo de la mayor¨ªa.
A ello hay que a?adir otra realidad que me permite subrayar con alguna autoridad el hecho de pertenecer a una organizaci¨®n pionera en pedir, 20 a?os atr¨¢s, a nuestros partidos e instituciones que se implicaran en la ayuda al desarrollo: pr¨¢cticamente, todas las respuestas de nuestros gobernantes han ido a remolque de las presiones de unas pocas personas, primero, y de un amplio conjunto de ONG y de otros colectivos despu¨¦s. De no ser por esta insistencia, las lamentables cifras de las aportaciones oficiales ser¨ªan a¨²n peores.
Es verdad que ahora est¨¢ en el Parlamento un proyecto de ley de cooperaci¨®n. No hay que minimizar la importancia del hecho, pero este proyecto de ley fue con buen criterio consultado muy ampliamente a instancias privadas y suscit¨® esta pregunta entre las varias respuestas que dimos de forma casi un¨¢nime: ?de qu¨¦ valdr¨¢ la ley con dotaciones tan escasas como las que se dan tradicionalmente en Catalu?a?Dos observaciones m¨¢s, una negativa y otra positiva. La negativa es que los sectores de nuestra sociedad civil interesados en la justicia internacional son a¨²n d¨¦biles y dispersos, y que desde la campa?a de 1994 -la de las acampadas en la Diagonal- no hemos sabido presionar en forma relevante a las instituciones y los partidos. Es cierto que el pasado 12 de marzo hubo la consulta social sobre la deuda externa -espl¨¦ndida en Catalu?a en organizaci¨®n y respuesta-, pero desde entonces sus responsables parecen haber perdido fuelle. Ojal¨¢ no sea as¨ª.
La positiva puede simbolizarse en el nombre de un peque?o municipio del Pallars Sobir¨¤, Llavors¨ª, con casi 2.000 pesetas por habitante de aportaci¨®n al desarrollo. Llavors¨ª y otras corporaciones p¨²blicas, peque?as o no tanto, atestiguan que hay en Catalu?a instituciones oficiales, entidades privadas y ciudadan¨ªa para quienes ¨¦ste no es un problema menor o una asignatura de mero adorno y siempre aplazable.
Acaso la conclusi¨®n m¨¢s relevante sea que el informe de Interm¨®n y su anexo sobre Catalu?a son el reflejo de la situaci¨®n dominante en los pa¨ªses del Norte. En 1999, la Ayuda Oficial al Desarrollo del Estado espa?ol fue de un pobre 0,23% del PIB, otra vez lamentablemente en descenso. Y que las reuniones recientes del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional en Praga no rectificaron el vergonzoso incumplimiento de los compromisos de 1999 para afrontar, aunque fuera con parsimonia y poquedad, la cuesti¨®n capital de la condonaci¨®n de la deuda externa.
No digo que el mal de muchos respecto a la inteligencia y decisi¨®n en afrontar la brecha Norte-Sur nos consuele como tontos de los d¨¦ficit catalanes. El mal es de todos. Y apenas nos damos cuenta.
Joan Gomis es presidente de Just¨ªcia i Pau.
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