Puertas abiertas al arte
76 vecinos bilba¨ªnos inaurguran la iniciativa municipal de acercar los barrios a las pinacotecas.
No se oy¨® un "oh" de sorpresa ni se vio una sola deserci¨®n por aburrimiento. Los 76 vecinos que ayer se sumaron a la iniciativa municipal De paseo por los museos de Bilbao, que busca acercar el arte a sus barrios, contemplaron durante una hora y media las obras de Francisco Zurbar¨¢n y de Anthony Caro expuestas en el Museo de Bellas Artes mientras los respectivos gu¨ªas les revelaban los secretos de las piezas.Los visitantes se distribuyeron en tres grupos que, por separado, recorrieron la exhibici¨®n. Algunos, como Aitor, de Ondarroa, que vive en Artxanda, era la primera vez que pisaba un museo en sus 28 a?os. Otros, como Francisco Javier Ortega, del barrio de Arangoiti, en Deusto, visitan frecuentemente las salas de las pinacotecas. "De Zurbar¨¢n, conozco poco, pero me encanta Goya", comentaba.
Como era previsible, al final del recorrido hubo quien mostr¨® su satisfacci¨®n y el que reflej¨® su apat¨ªa. "Las explicaciones del gu¨ªa est¨¢n bien, pero tienen un nivel un poco alto para los que no estamos acostumbrados. Me he aburrido algo", reconoc¨ªa un joven, que se hab¨ªa alejado del grupo ante el cuadro Santiago de la Marca, perteneciente a La obra final: 1650-1664, del artista nacido en Badajoz.
La experiencia del ¨¢rea de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Bilbao pretende difundir la cultura con visitas guiadas entre los ciudadanos menos acostumbrados a acudir a las pinacotecas. "La respuesta ha sido muy buena; lo cierto es que nos ha desbordado. Ya tenemos 90 personas apuntadas para la pr¨®xima visita, que ser¨¢ al Museo Guggenheim", explic¨® Mikel Toral, responsable de programas culturales en el consistorio. La iniciativa a?ade la peculiaridad de que los traslados se realizan en autob¨²s desde los barrios de los vecinos. El precio total por la entrada y el viaje es de 400 pesetas.
La novedad conllev¨® algunos desajustes que los organizadores prometen subsanar en el futuro. As¨ª, varios visitantes se quedaron en tierra porque el autob¨²s se olvid¨® de su existencia. Cuando llegaron al museo, exigieron explicaciones. "El autob¨²s ten¨ªa que recogerme en Txurdinaga. Pero me aburrido de esperar", se quejaba Yolanda Rodr¨ªguez, profesora de Lengua y Literatura Vasca. Sin embargo, para cuando lleg¨® a la segunda planta de la pinacoteca, donde se expone El juicio final de Caro, una de las obras principales del escultor brit¨¢nico, sus quejas ya se le hab¨ªan olvidado. "La idea de acercar la cultura a los barrios es buena. Yo vengo a menudo a los museos, pero prefiero las visitas guiadas", dice, mientras se oye la voz de la gu¨ªa que detalla la intenci¨®n del trabajo del artista de Surrey. "El autor quiere reflejar que los horrores forman parte de la naturaleza humana".
Emilio S¨¢inz, de 33 a?os, de Santurtzi, acudi¨® con un grupo de amigos. Y, aunque asever¨® que los museos no son una de sus pasiones, era la tercera vez que acud¨ªa al de Bellas Artes. "Se disfruta m¨¢s cuando te explican. Ya me he apuntado al Guggenheim. Al Museo Etnol¨®gico no se si ir¨¦ porque he estado muchas veces", dijo ante La Virgen con el ni?o Jes¨²s y san Juan de Dios , uno de los mejores cuadros que pint¨® Zurbar¨¢n.
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