Ayala, la ganga del Valencia
El club valenciano considera que el fichaje del central argentino ha sido un regalo del Milan
El coraz¨®n, en Ferrocarril
Roberto Fabi¨¢n Ayala, 27 a?os, natural de Paran¨¢, a 500 kil¨®metros de Buenos Aires, es nieto de Camilo, de 86 a?os, retirado ya de su antiguo oficio de reparador de balones de f¨²tbol. "Un arte que me pas¨® a m¨ª y que espero pasar a mis hijos", explica ahora Fabi¨¢n en su nueva casa del Valencia, donde se ha convertido en el hombre fuerte de una de las mejores defensas de la Liga. "Reparando balones logr¨¦ mi primera plata, con la que compr¨¦ mi primera camiseta y zapatillas", a?ade. De tantas pelotas como le regal¨® Camilo, Fabi¨¢n se las dejaba descuidadamente en el patio de su casa y los ni?os del barrio se las robaban. Tampoco le importaba mucho: mientras tuviera a mano agujas, cuero e hilo...Quiz¨¢ de su abuelo Camilo hered¨® Fabi¨¢n ese aire circunspecto. Dentro del campo, no se r¨ªe nunca. "Estoy demasiado concentrado". Tanto que se pasa el choque vigilando la ubicaci¨®n propia y la de sus compa?eros. No es extra?o, pues, que congenie con H¨¦ctor C¨²per, el t¨¦cnico que le ha devuelto "la sonrisa interna", el que le ha hecho sentirse importante en el campo despu¨¦s de una etapa oscura en el Milan. "Es incomprensible que el Milan nos haya vendido a este jugador por 500 millones. Ha sido un regalo", afirma un directivo del Valencia. En realidad, Ayala se top¨® en el Milan con un s¨ªmbolo: Costacurta, que ocupa la misma demarcaci¨®n. Fabi¨¢n apenas si jug¨® en dos a?os, fue a hablar con el t¨¦cnico, Alberto Zaccheroni, y las explicaciones de ¨¦ste no le convencieron. Aunque nunca protest¨®. No es su estilo. Respeta demasiado a sus compa?eros, entre ellos a Paolo Maldini, "un tipo humilde, de palabras justas pero precisas". En ese periodo, Fabi¨¢n trab¨® amistad con el espa?ol Jos¨¦ Mari y disfrut¨® de la frialdad de Mil¨¢n, un lugar donde pasar inadvertidol, como a ¨¦l le gusta. Lo agradeci¨® despu¨¦s de tres a?os en la sure?a y caliente N¨¢poles. All¨ª perdi¨® una final de Copa ante el Vicenza y sufri¨® el descenso a la serie B. "Cualquier argentino que vaya a N¨¢poles tiene las puertas abiertas. La idolatr¨ªa a Maradona sigue viva", cuenta Ayala, que conoci¨® a El Pelusa en la selecci¨®n y se r¨ªe del mito de la naranja que manten¨ªa ¨¦ste indefinidamente en el aire. "Le bastaba un tap¨®n de botella".
Despu¨¦s de seis a?os en Europa, el coraz¨®n de Ayala sigue siendo del Ferrocarril Oeste, el club al que lleg¨® a los 16 y con el que debut¨® a los 19 en Primera bajo la protecci¨®n del paternalista Carlos Griguol, su entrenador predilecto. Lo prefiere incluso al mismo Daniel Passarella, el hombre que lo llev¨® a la selecci¨®n despu¨¦s de coincidir medio a?o en el River Plate. Desde entonces, Fabi¨¢n ha sido cerca de 70 veces internacional, casi la mitad como capit¨¢n. Ahora ha de compartir la capitan¨ªa con Sensini y Batistuta, seg¨²n el resultado de una votaci¨®n entre los seleccionados. Fue el sistema que estableci¨® Marcelo Bielsa, un loco del f¨²tbol y de los detalles. "?se s¨ª es puntilloso", dice Ayala, por contraste con C¨²per, al que no ve tan exigente como dicta su fama.Con Argentina, Fabi¨¢n no ha ganado m¨¢s que un Panamericano clasificatorio para los Juegos de Atlanta. Aguant¨®, adem¨¢s, tremendos palos en el Mundial de Francia 98, cuando se le culp¨® de los goles de Owen y Bergkamp. "No es nada f¨¢cil jugar para Argentina. ?Qu¨¦ se puede hacer ante una genialidad! ?Se le puede reprochar a la defensa inglesa el gol de Maradona?". Con Bielsa, dice Ayala, la propuesta es jugar en el campo contrario; presionar en su terreno; marcar una defensa de cuatro en l¨ªnea.
Fabi¨¢n es un central gen¨¦tico. "Mi padre jug¨® de central en el Paran¨¢ y a m¨ª me ubicaron ah¨ª. Nunca prob¨¦ otro sitio". Un central heterodoxo, eso s¨ª. Sin el cuerpo cl¨¢sico: es m¨¢s bajito y estrecho de lo habitual, lo que compensa con gran fuerza y velocidad que le permiten saltar como un gato. "La primera vez que me di cuenta de lo que saltaba fue cuando, en una foto, se ve¨ªa la cabeza del jugador rival y mis piernas. Mi cabeza no sal¨ªa". Su afici¨®n al baloncesto y al voleibol presagiaron este gran salto, esa facilidad para quedar suspendido en el aire que ahora potencia con mucho gimnasio. Ni la velocidad ni la fuerza, sin embargo, le bastaron cierto d¨ªa para frenar a Ronaldo. "Ten¨ªa todo: potencia, habilidad, velocidad...". Ronaldo es el delantero m¨¢s dif¨ªcil de marcar que ha tenido Ayala, pero no el jugador de m¨¢s talento: prefiere al croata del Milan Boban, "machacado por las lesiones".
En el campo del ocio, Ayala sit¨²a la familia por encima de todo. Su esposa y sus tres hijos: Cinthia, de 10 a?os, Francisco de 4 y Sof¨ªa, de 2. Le gusta hablar de f¨²tbol siempre que sea "con gente que entiende" y su cu?ado le graba todos los partidos en los que participa. Para desconectar, recurre a sus otras dos pasiones: la pintura y la pesca. Se confiesa "vago" para leer, aunque participa de la afici¨®n de su esposa por Isabel Allende. De vez en cuando se escapa al cine, donde hace unos d¨ªas descubri¨® la hilaridad de ?lex de la Iglesia en La Comunidad. Y siente mucha a?oranza de Argentina: del asado, de la familia que qued¨® all¨ª (entre ella su hija Cinthia, que vive con la ex novia del jugador), del cadencioso f¨²tbol, de los creativos c¨¢nticos... "de la violencia no, claro".
?Y qu¨¦ emociona a un tipo aparentemente tan duro como Ayala? "Que mi mujer me diga que es feliz o que mis hijos me salgan con algo raro". ?Y qu¨¦ no soporta? "La falta de respeto. Se debe tratar bien tanto al utillero como al presidente". Entonces, ?cuando Ca?izares abronca a sus compa?eros? "No lo comparto". Lo que s¨ª comparte, de momento, es el liderazgo en la Liga y la estima de Mestalla, que cree haber encontrado un central extraordinario, un regalo del Milan.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.