60.000 pesetas JOAN SUBIRATS
Hace unos d¨ªas, la direcci¨®n del grupo parlamentario que re¨²ne a socialistas y Ciutadans pel Canvi, decidi¨® sancionar con 60.000 pesetas la indisciplina de dos diputados del mencionado grupo. La causa que motiv¨® la sanci¨®n econ¨®mica a Josep Maria Vall¨¨s y Antoni Siurana fue su no participaci¨®n en tres votaciones sucesivas que se produjeron en el marco del debate y la posterior aprobaci¨®n de la ley que regula la incineraci¨®n en Catalu?a. Los diputados sancionados manifestaron posteriormente que si bien estaban de acuerdo con el contenido de la ley (aprobada con los votos de CiU, el PP y el PSC-CpC, y la oposici¨®n de ERC e IC), estaban disconformes con que se hubiera aprovechado para regular la incineraci¨®n una iniciativa legislativa popular, respaldada con m¨¢s de cien mil firmas, que ped¨ªa precisamente la supresi¨®n definitiva de la incineraci¨®n en Catalu?a. Al margen de los motivos personales o estrat¨¦gicos que indujeron a ambos diputados a obrar as¨ª, el tema merece un comentario m¨¢s all¨¢ de la an¨¦cdota. No entraremos aqu¨ª a debatir el tema de los residuos y de la conveniencia o no de utilizar el recurso de la incineraci¨®n en su gesti¨®n. Merecer¨ªa ello otro art¨ªculo. Me interesa centrarme en la forma como el Parlament ha tratado la propuesta presentada por 107.000 catalanes y avalada por unas 70 entidades c¨ªvicas.Vayamos por partes. Para entender de qu¨¦ estamos hablando conviene refrescar la memoria sobre lo que es una iniciativa legislativa popular. Se trata de las pocas rendijas que en el periodo constituyente y estatutario se dejaron abiertas para que los ciudadanos puedan presentar sus propuestas sin tener que pasar por el cedazo de un partido pol¨ªtico. Como afirma un letrado del Parlament, Ismael Pitarch, en los comentarios del Estatut publicados por el Instituto de Estudios Auton¨®micos, "la iniciativa popular constituye uno de los mecanismos de democracia directa que tienden a posibilitar la participaci¨®n del pueblo en el gobierno de la comunidad... Al tratarse de una instituci¨®n que potencia el autogobierno y la autonom¨ªa c¨ªvica, y que, para muchos, debilita la democracia representativa, ha sido recibida con desconfianza por el legislador constituyente y estatutario, y m¨¢s a¨²n por el legislador ordinario". Quiz¨¢ como fruto de esa desconfianza, se tard¨® 15 a?os en regular esa instituci¨®n y, por tanto, en hacerla factible. Ahora, una vez recogidas la minucia de 65.000 firmas, se puede presentar una proposici¨®n de ley. Esa proposici¨®n, una vez presentada, es examinada por la Mesa del Parlament para decidir su admisi¨®n a tr¨¢mite. Y entonces es sometida a la llamada toma en consideraci¨®n. En ese tr¨¢mite la C¨¢mara, por mayor¨ªa, decide si se acepta como proposici¨®n de ley o no. En caso afirmativo, inicia su iter parlamentario, con presentaci¨®n de enmiendas, paso por comisi¨®n y votaci¨®n definitiva en el pleno (sin que, atenci¨®n, los promotores puedan defenderla ni ser escuchados en ning¨²n momento). No es f¨¢cil llegar ah¨ª. S¨®lo la iniciativa para crear las selecciones deportivas catalanas (que por coyuntura pol¨ªtica goz¨® de mejor destino) y la que aqu¨ª mencionamos de supresi¨®n de la incineraci¨®n han merecido ese honor.
En el caso que nos ocupa, los parlamentarios catalanes votaron afirmativamente la toma en consideraci¨®n de una proposici¨®n de ley que ten¨ªa como objetivo di¨¢fano la eliminaci¨®n definitiva de la incineraci¨®n como instrumento de gesti¨®n de los residuos. Si la intenci¨®n de la mayor¨ªa era regular la incineraci¨®n, como a la postre han hecho, pod¨ªan haber rechazado esa propuesta de iniciativa popular desde el principio y proceder a presentar desde los respectivos grupos parlamentarios una propuesta en tal sentido. No lo hicieron. Votaron afirmativamente. Dijeron s¨ª a la iniciativa legislativa popular en los t¨¦rminos en que se hab¨ªa presentado y despu¨¦s procedieron a su liquidaci¨®n y tergiversaci¨®n. Se permitieron, eso s¨ª, advertir a los promotores de cu¨¢les eran sus intenciones por si quer¨ªan retirar su propuesta (lo cual, una vez tomada en consideraci¨®n, no es posible hacer legalmente si la mayor¨ªa de la C¨¢mara no lo permite). Los promotores no lo hicieron. Dejaron que sus se?or¨ªas siguieran con su labor, imagino que para ver hasta d¨®nde pod¨ªan llegar los representantes del pueblo catal¨¢n con el texto presentado por 107.000 personas.Al final, ?qu¨¦ nos queda? Por un lado, decepci¨®n. Decepci¨®n ante las constantes diferencias que se dan entre la pr¨¦dica y la pr¨¢ctica. Uno no acaba de entender que las constantes soflamas sobre profundizaci¨®n democr¨¢tica, sobre mejora de los canales entre Parlamento y sociedad, sobre nuevas formas de participaci¨®n popular en la pol¨ªtica, acabe en ese desatino (v¨¦ase al respecto el cap¨ªtulo 'Ciutadans: espectadors o protagonistes?', del libro La democr¨¤cia dels ciutadans de Catalunya Segle XXI, Edicions 62). Decepci¨®n, ya que el caso actuar¨¢ como factor de desincentivaci¨®n para posteriores utilizaciones de ese complemento necesario de la democracia representativa. Decepci¨®n, ya que, personalmente, no entiendo por qu¨¦ otros muchos parlamentarios socialistas o de Ciutadans pel Canvi que conozco bien y cuya conciencia me consta que algo les dir¨ªa el mi¨¦rcoles 25 de octubre cuando apretaron la tecla de la votaci¨®n, no se sumaron a la posici¨®n de Vall¨¨s o Siurana, o, mejor a¨²n, no se sumaron a los votos de ERC e IC-V, que no quisieron participar en la aprobaci¨®n de un texto que dec¨ªa la contrario de lo que sus promotores quer¨ªan.
Por otro lado, un deseo. ?No podr¨ªan, al menos, establecer un procedimiento para la tramitaci¨®n de tales iniciativas populares que no dejara en la indefensi¨®n a sus promotores? ?No ser¨ªa conveniente que los que representan a los firmantes no s¨®lo pudieran defender sus puntos de vista en el momento de la toma en consideraci¨®n (como ocurre en otras comunidades aut¨®nomas), sino asimismo retirar antes de la votaci¨®n en el pleno su proposici¨®n si entienden que la van a desvirtuar totalmente? Nadie discute el derecho de los que legalmente representan al pueblo de Catalu?a para ejercer su labor legislativa. Lo que se discute es la falta de ¨¦tica y est¨¦tica al hacer decir a una ley lo contrario de lo que quer¨ªan sus promotores sin escucharles.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB.
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