Patrimonio resta?a las heridas de la Sala de Batallas
Hoy se abre al p¨²blico la Sala de Batallas del monasterio de San Lorenzo de El Escorial tras seis a?os de obligada clausura. Miles de personas podr¨¢n visitar a partir de ahora, ya restaurado, uno de los escenarios muse¨ªsticos con pinturas al fresco de mayores dimensiones de todo el mundo. En ¨¦l, una veintena de facultativos y especialistas reunidos por Patrimonio Nacional ha consumido sobre sus b¨®vedas y muros miles de horas de esfuerzo para recomponer un verdadero laberinto pict¨®rico, figurativo y ornamental de gran belleza. Pero su belleza se hallaba severamente maltratada por la humedad y la lluvia, tambi¨¦n por la mano del hombre, a lo largo de cuatro siglos.Los frescos datan de 1584 y fueron obra de cuatro genoveses -L¨¢zaro Tavarone, Nicola Granello, Fabricio Castello y Orazio Cambiasso- invitados a Espa?a por Felipe II para decorar con sus frescos el monasterio. Los frescos se realizan en jornadas, que miden la superficie pict¨®rica que puede ser pintada antes de que frague el mortero sobre el que se aplica. Dura en torno a 24 horas. Tal fue el margen con el que los fresquistas contaron para realizar sus delicadas tareas, en las que empe?aron siete a?os.
La Sala de Batallas, llamada anteriormente Galer¨ªa de la Reina, ha sufrido 17 intervenciones, revocos y repintes desde 1612, fecha en la que se tiene la primera constancia documentada de actuaciones de esta naturaleza, "muchas de ellas sin coherencia alguna", explica ?ngel Balao, 37 a?os, jerezano, responsable del equipo de profesionales que ha ejecutado la restauraci¨®n.
Su equipo, formado mayoritariamente por mujeres, ha tratado 963 metros cuadrados de superficie pintada, distribuidos en una galer¨ªa enca?onada de 55 metros de longitud por 5,55 metros de ancho y 7,30 metros de altura, hasta la cruz de la b¨®veda. Los relatos de batallas se disponen en paramentos, entreventanas y testeros, mientras el ca?¨®n de la galer¨ªa exhibe grutescos suntuarios de estilo genov¨¦s. Todo este espacio presentaba grietas generadas por el agua y desprendimientos, as¨ª como procesos qu¨ªmicos da?inos ahora eliminados.
Un muro orientado al sur, de 50 metros de longitud por 4,75 de altura, contiene escenas de una ¨²nica batalla medieval. Se trata de La Higueruela, librada en el a?o de 1431 por huestes de Juan II de Castilla -tatarabuelo de Felipe II- contra tropas musulmanas de Mohamed VIII, emir de Granada, en tierras de Sierra Elvira. La importancia que el fresco asigna a esta batalla es a¨²n un enigma. Orientadas al norte, nueve entreventanas de la reci¨¦n restaurada Sala de Batallas del monasterio de San Lorenzo muestran escenas de San Quint¨ªn, en 1557, y Gavelinas, en 1558, mientras los dos testeros, a poniente y levante, respectivamente, recogen operaciones navales en el archipi¨¦lago de las Azores, con la conquista de la isla Tercera. En la b¨®veda proliferan decoraciones florales y mitol¨®gicas.
Por las manos del equipo restaurador han desfilado miles de figuras de guerreros cristianos, con sus cimeras, escudos y penachos; moros con turbantes, cimitarras y alfanjes; infanzones y emires; estandartes y medias lunas, as¨ª como nav¨ªos, fortalezas y campos poblados de centenares de objetos y animales. Cada pieza ha recobrado ahora su color original -abundan las tierras verdes de fondo, los esmaltes azules-, tambi¨¦n han recuperado su trazo, erosionado por goteras, quebrado por grietas y atenazados por ese fr¨ªo que padecen los muros del monasterio serrano durante nueve meses del a?o. Ahora, la Sala de Batallas al completo presenta la p¨¢tina que tuvo en el siglo XVI, en la que fue concebida para servir de estancia palaciega donde el pr¨ªncipe heredero pudiera visualizar no s¨®lo el orden de un combate, sino tambi¨¦n, y sobre todo, las dimensiones, el alcance y los concernimientos en hierro, fuego, sangre y muerte que la guerra implica.
Las obras han costado 172 millones, m¨¢s otros gastos fijos y han culminado en un tiempo r¨¦cord, seg¨²n afirma el duque de San Carlos, responsable de Patrimonio.
Visitas de 10.00 a 18.00 todos los d¨ªas menos los lunes. Entrada 900 pesetas, 1.000 con gu¨ªa.
Arte veloz, delicado, perenne
La pintura al fresco exige la impregnaci¨®n de un muro con un mortero de cal y arena. Sobre el plano obtenido se realiza un boceto, denominado sinopia; en ¨¦l se basar¨¢ el dibujo ulterior, a colorear de forma veloz y delicada sobre el mortero. El colorido se hace a base de pigmentos. El resultado es un arte que decora muros y b¨®vedas de manera perenne.?ngel Balao y Juan Carlos de la Mata se?alan un peque?o fragmento de la b¨®veda, donde el reborde de un grutesco de tonalidad ahora gris perla muestra un segmento de intenso azul prusia. "Es un testigo que hemos dejado arriba", dicen. "As¨ª ha estado coloreado todos estos a?os", agregan. Con tal coloraci¨®n, encendida y desmesurada, el relato guerrero que singularizaba la sala en su concepci¨®n original quedaba arruinado. Para recobrar su personalidad primigenia, la restauraci¨®n de la Sala de Batallas ha durado 57 meses, con una complejidad dif¨ªcilmente exagerable, reconoce Carmen Garc¨ªa Fr¨ªas, delegada de Patrimonio Nacional en el Real Sitio. Entre otras otras tareas ha incluido an¨¢lisis f¨ªsico-qu¨ªmico de morteros y pigmentos; 6.000 fotograf¨ªas de las 1.126 porciones en las que los frescos fueron divididos; el diagn¨®stico de las patolog¨ªas observadas sobre los frescos. Adem¨¢s, ha implicado consolidaciones de urgencia, limpieza, sellado, eliminaci¨®n de humedades, visos y claros; la reintegraci¨®n de materiales faltantes en oquedades y grietas, as¨ª como recuperaci¨®n de perfiles y colores. Desde ayer, la Sala de Batallas luce deslumbrante su personalidad original, recobrada: la misma que luci¨® en el siglo XVI.
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