Que se lo cuenten
"La voluntad del pueblo, no una hipert¨¦cnica dependencia de medidas estatutarias, debe ser nuestro principio director". Con este punto de partida, el Tribunal Supremo de Florida ha dado de plazo hasta el lunes para que terminen los recuentos manuales en los tres condados que faltan. El objetivo es confirmar que "el derecho al voto es el derecho a participar; a hablar; pero, a¨²n m¨¢s importante, a ser escuchado". Dominado por dem¨®cratas, que han votado de forma un¨¢nime, ese alto tribunal ha ordenado que esos resultados se incorporen a los datos oficiales que deber¨ªan anunciarse el lunes, lo que, de rebote, ha de permitir saber qui¨¦n va ser el 43? presidente de Estados Unidos.Hay que ponerlo en condicional, pues hay muchas posibilidades de que la batalla legal se empantane, sobre todo una vez que Bush ha autorizado a sus abogados a que apelen al Supremo de Estados Unidos. La resoluci¨®n del alto tribunal de Florida cojea, por lo dem¨¢s, en un punto importante: el plazo. Convalida el recuento manual, pero no da tiempo a que se lleve a cabo en el condado de Miami-Dade, donde Al Gore pod¨ªa tener m¨¢s que un pu?ado de votos ocultos, algunos de los cuales ya aparecieron. La junta electoral de ese condado decidi¨® ayer suspender el recuento, lo que sit¨²a a George W. Bush m¨¢s cerca de la victoria. Cuando la distancia que le separa de Gore es de menos de 900 votos, toda papeleta cuenta. Los republicanos insisten, adem¨¢s, en incorporar un millar de votos por correo de militares que llegaron sin matasellos.
Ante el empate general, los 25 compromisarios de Florida son decisivos para que la balanza se incline del lado del gobernador de Tejas o del actual vicepresidente. Los ciudadanos de EE UU est¨¢n ansiosos por conocer el resultado. Sobre todo, no quieren que la pol¨¦mica se judicialice todav¨ªa m¨¢s. Hay mucho poder en juego, y la situaci¨®n se ha enmara?ado hasta un grado insospechado. Cabe recordar que todo comenz¨® porque la ley de Florida obliga a un recuento cuando las diferencias entre los contendientes son inferiores al 0,5%, como ha ocurrido.
Un dato nada desde?able es que el gobernador de Florida es hermano de Bush y, por ello, la actitud de su secretaria de Estado, Katherine Harris, que particip¨® en la campa?a del candidato republicano, deber¨ªa haber sido m¨¢s ecu¨¢nime. La limpieza democr¨¢tica debe prevalecer sobre otras consideraciones. Ni a Estados Unidos ni al mundo les conviene un presidente elegido bajo la sospecha de irregularidades, pues la legitimidad del cargo m¨¢s poderoso de la Tierra se resentir¨ªa.
Bush deber¨ªa haber aceptado seguramente la oferta hecha hace unos d¨ªas por Gore de contar a mano todas las papeletas en Florida, y con ese resultado, dirimir definitivamente la carrera a la Casa Blanca. Al menos deber¨ªa el candidato republicano haber accedido a hablar con su rival para buscar, con la misma civilidad que est¨¢ demostrando el pueblo estadounidense y los voluntarios que recuentan a mano las papeletas, una salida a lo que puede devenir en una situaci¨®n envenenada.
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