Gaviotas
El Ayuntamiento de Madrid ha tenido una idea. Esto, que constituye de por s¨ª una novedad en la Casa de la Villa, adquiere car¨¢cter de acontecimiento al tratarse de algo relacionado con el medio ambiente. El gobierno municipal ha hecho una excepci¨®n en su patol¨®gica sequ¨ªa de imaginaci¨®n en ese campo dise?ando un proyecto para convertir en un gran parque los terrenos que actualmente ocupa el vertedero de Valdeming¨®mez.Quien no conozca aquel gigantesco basural dif¨ªcilmente podr¨¢ hacerse una idea de lo que supondr¨ªa esa transformaci¨®n. Valdeming¨®mez es en la actualidad una monta?a en la que se acumulan m¨¢s de 20 millones de toneladas de basura org¨¢nica, equivalente en tama?o a 110 campos de f¨²tbol y 30 metros de altura. Un espacio kafkiano donde cientos de camiones descargan diariamente los desperdicios que generamos los madrile?os. Un aut¨¦ntico mar de desechos en el que pescan a sus anchas los componentes de la mayor colonia de gaviotas reidoras que sobrevuela la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica. Son aves fluviales procedentes del centro y norte de Europa que vienen cada invierno a Madrid huyendo del fr¨ªo y buscando el alimento que les garantiza nuestro nutritivo cubo de la basura. Animales gritones y voraces cuya actividad desaforada entre los desperdicios conforma una imagen que Hitchcock no hubiera dudado en filmar para su pel¨ªcula Los p¨¢jaros.
Con ser la m¨¢s numerosa no es esta la ¨²nica especie que ha encontrado el para¨ªso en Valdeming¨®mez. Hay tambi¨¦n gaviotas marinas, como la sombr¨ªa o la patiamarilla (esa que utiliza el anagrama del PP) y que, procedentes de Galicia, se unen a la comitiva migratoria para acceder a tan oneroso fest¨ªn de detritus. De nuestros desechos org¨¢nicos disfrutan igualmente garcillas, milanos, chovas y, especialmente, las cig¨¹e?as, muchas de las cuales ya no esperan a San Blas para venir a Madrid porque prefieren vivir a mesa puesta todo el a?o. La poblaci¨®n de estas zancudas que hace a?os estuvo en riesgo de extinci¨®n se ha incrementado de forma espectacular gracias a los suculentos manjares que les servimos en aquel vertedero. Por repugnante que nos pueda parecer a los humanos, uno de los manjares favoritos de esas aves son los preservativos. Los ornit¨®logos y naturalistas que estudian su alimentaci¨®n han encontrado restos de condones en el 80% de las egagr¨®pilas, las bolas que las aves regurgitan por el pico cuando han hecho la digesti¨®n. Tenemos, pues, sin haberlo pretendido, un espacio a las puertas de la capital cuya riqueza avifaun¨ªstica es comparable al de algunos parques y humedales de la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica que son celosamente protegidos. Pero est¨¢ claro que Valdeming¨®mez no ofrece a los ojos del hombre la belleza natural de Do?ana ni el arm¨®nico sosiego de las Tablas de Daimiel. Para nosotros es s¨®lo un inmenso y maloliente cubo de basura repleto hasta los bordes que hay que tapar. La operaci¨®n no resulta f¨¢cil y mucho menos barata. Su ejecuci¨®n requiere el recubrimiento de las mesetas y taludes con grava, compost y materiales especiales que garanticen un correcto sellado. Ello permitir¨¢ realizar correctamente el proceso de desgasificaci¨®n y aprovechar sin riesgo las enormes bolsas de biog¨¢s que genera la digesti¨®n de tan ingente cantidad de basura. La intenci¨®n es transformar ese peligroso erupto en energ¨ªa el¨¦ctrica y reforestar aquellos terrenos para convertirlos en un parque equivalente en tama?o al del Retiro. Se plantar¨¢n para ello cerca de 400.000 ¨¢rboles de distintas especies y ser¨¢n creadas dos lagunas artificiales que almacenar¨¢n el agua para el riego. El proyecto contempla adem¨¢s la creaci¨®n de un Centro Tecnol¨®gico Ambiental donde, seg¨²n el gobierno municipal, se mostrar¨¢ a los ciudadanos c¨®mo y d¨®nde se recuperan sus desperdicios.
Lo de montar un trenecito que recorra la zona para ense?ar aquello a los ni?os como si fuera Dysneylandia parece un poco de Anto?ita la fant¨¢stica. Su atractivo como parque tem¨¢tico es m¨¢s que dudoso. Otra pega es el coste de la operaci¨®n, casi 16.000 millones de pesetas, que habr¨¢n de salir de las arcas municipales para financiarla. Y luego est¨¢ lo de las aves. No quiero imaginar el disgusto de las cig¨¹e?as cuando echen de menos la raci¨®n diaria de preservativos. Y las gaviotas reidoras dejar¨¢n de sonre¨ªr.
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