Los d¨ªas locos de Palermo
El goleador del Boca afronta en silencio sus problemas f¨ªsicos y personales
"Cortador de c¨¦sped"
Los tatuajes, los anillos, los aros, las mechas blancas y una mirada cada vez m¨¢s nublada proliferan en la enorme cabeza de Mart¨ªn Palermo, El Loco. Sale del vestuario dando grandes zancadas. Apenas se le ven los ojos azules en el fondo de dos cuencas profundas. ?C¨®mo se siente ante la cita con el Real Madrid? "Bien", dice. No se detiene. ?Significa algo este partido para usted? "Mmm...". Acelera el paso. ?Conoce a Fernando Hierro, el central al que se enfrentar¨¢? "No mucho". Al trote, se sube al autob¨²s del Boca. Busca un sitio y pega la cara al cristal de la ventana. Luego, pierde la mirada en el vac¨ªo.Palermo es un tipo elusivo. A sus 27 a?os, este hijo de un mec¨¢nico naval siciliano se ha convertido en un goleador con reverso violento detr¨¢s de su silencio. Un gran silencio y una soledad grave, que se le acent¨²an con los a?os y que se han multiplicado en los ¨²ltimos d¨ªas. Circulan comentarios. Desde el vestuario del Boca se dice que tiene problemas familiares; que su matrimonio est¨¢ a punto de romperse; que las turbulencias le han pillado con el viaje a Jap¨®n de por medio; que no deja de pensar en sus dos hijos y en su mujer, una brasile?a que conoci¨® hace cinco a?os, durante un viaje a Sao Paulo; que tiene dificultades para concentrarse y que eso le hace fallar goles cantados; que no est¨¢ totalmente recuperado de la lesi¨®n de rodilla que le mantuvo fuera de la competici¨®n durante seis meses, hasta junio... En definitiva, que el goleador del Boca, el 9 mejor cotizado del f¨²tbol argentino, atraviesa una ¨¦poca de incertidumbres.
En la v¨ªspera de v¨¦rselas con Iker Casillas en el estadio Nacional de Tokio, en la disputa de la Copa Intercontinental, Palermo complet¨® un entrenamiento extravagante. Se enfund¨® el mono de portero y los guantes y se puso bajo los palos. As¨ª, durante hora y media, entre partidillos, pr¨¢ctica del blocaje de los centros colgados y ocio puro. "Dedicamos el ¨²ltimo entrenamiento a distendernos", explic¨® el t¨¦cnico del Boca, Carlos Bianchi; "y a Mart¨ªn siempre le gust¨® hacer de portero".
Desde la adolescencia le gust¨® a Palermo coger el bal¨®n con la mano. Ayudado por su estatura, 187 cent¨ªmetros, hasta los 14 a?os practic¨® con m¨¢s avidez el voleibol y el baloncesto que el f¨²tbol. Incluso fue admitido en calidad de guardameta en las categor¨ªas infantiles del Estudiantes de la Plata, club en el que vivi¨® la metamorfosis que lo troc¨® en delantero centro. En el camino encontr¨® piedras: el t¨¦cnico, Miguel ?ngel Ruso, alarmado ante su torpeza, le dijo que mejor se dedicara a "cortador de c¨¦sped".Carlos Bilardo le fich¨® en 1997 para el Boca y su nombre y su imagen pronto se asociaron a la celebridad y los r¨¦cords, a la gloria y la miseria en cifras exageradas. En 1998 bati¨® la marca de goles anotados por campeonato en la Primera Divisi¨®n argentina: 19 tantos en 18 encuentros. En 1999, en la Copa Am¨¦rica, fall¨® tres penaltis en un mismo partido, contra Colombia, y Argentina qued¨® eliminada a pesar de haber jugado mejor que su rival. Su mala pegada fue la culpable y los balones fueron a las manos del portero o a la grada. "No me explico c¨®mo hace para meter goles", confes¨® uno de sus entrenadores, perplejo ante su falta de habilidad.
El rostro de Palermo apareci¨® en m¨¢scaras, banderas y revistas para los aficionados del Boca, que le consideraron un redentor: el equipo, con ¨¦l, gan¨® la Liga en diciembre de 1998, despu¨¦s de cinco a?os de sequ¨ªa. Repiti¨® suerte en 1999. Y, como en una tragedia, el h¨¦roe debi¨® pasar por una prueba devastadora: se lesion¨® los ligamentos cruzados y qued¨® fuera de combate durante seis meses. El percance dej¨® al descubierto su car¨¢cter brutal. Ocurri¨® ante el Col¨®n, de Santa Fe. Tras perder el control de la rodilla derecha, Palermo fue examinado y, sin hacer caso al dolor, volvi¨® al campo. Llevaba 99 goles en Primera y quer¨ªa meter el n¨²mero 100. Lo meti¨® con los ligamentos hechos triza, con la pierna derecha, y cay¨® fulminado. Palermo rompi¨® as¨ª un precontrato para fichar por el Lazio, de Roma, y el Boca, en el tiempo que vivi¨® sin ¨¦l, perdi¨® dos campeonatos. Su regreso, en junio pasado, caus¨® un efecto inmediato. Ahora, el Boca es el l¨ªder a dos jornadas del final.
"Palermo es tan definitivo para el Boca como Ra¨²l lo es para el Madrid", dijo ayer Bianchi; "es tan fundamental como que es el que la mete dentro". Ahora lleva seis goles en su campeonato y, como Ra¨²l, no est¨¢ en su mejor forma. "No est¨¢ al ciento por ciento porque una lesi¨®n le impidi¨® hacer la pretemporada con el resto del plantel", explica el t¨¦cnico; "incluso tiene un kilo por debajo de su peso normal".
Sin t¨¦cnica, pero con valor para saltar y meter cabezazos; con mucho coraje, este goleador siempre acomoda bien el cuerpo para el remate y sabe moverse en contra de la jugada para buscar su ocasi¨®n. Cuando llega, ejecuta el disparo a tal velocidad que suele sorprender a los porteros. Es incansable. "Es un optimista del gol", remach¨® Bianchi.
Mientras tanto, para relajarse, Palermo ocup¨® ayer la porter¨ªa. De vez en cuando se hizo dar un masaje en pleno partidillo o, simplemente, tom¨® el sol. Y, en un momento dado, ante una discusi¨®n entre ellos, amenaz¨® a sus compa?eros: "?O me tiran a puerta o me voy!".
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