En qu¨¦ lugar
Vienen de antiguo esos intentos esforzados de poner a Espa?a en el lugar que le corresponde. Su invocaci¨®n es un punto fijo en los programas electorales de los partidos, casi una muletilla dial¨¦ctica en los discursos de los pol¨ªticos de muy variadas ¨¦pocas. Fernando Mor¨¢n, que fue el primer ministro de Asuntos Exteriores de Felipe Gonz¨¢lez, escribi¨® despu¨¦s de su experiencia gubernamental de 1982 a 1985 un libro cuyo t¨ªtulo Espa?a en su sitio daba a entender que al fin con la democracia constitucional y los socialistas en el Gobierno hab¨ªa quedado resuelta esa antigua y sostenida aspiraci¨®n de ocupar el lugar que nos correspond¨ªa en la escena internacional.Ten¨ªa raz¨®n Mor¨¢n, Espa?a empezaba a estar en su sitio, conclu¨ªa su reclusi¨®n en el lazareto donde hab¨ªa permanecido desde 1939 hasta 1975, terminaba su invalidez internacional, consecuencia de la continuidad de Franco en la Jefatura del Estado. Con la Monarqu¨ªa parlamentaria Espa?a era admitida en el concierto de las naciones y en otros clubes m¨¢s selectos como las Comunidades Europeas y la Alianza Atl¨¢ntica. El Rey viajaba devolvi¨¦ndonos a la normalidad, hablaba en los Parlamentos, suscitaba afectos, recib¨ªa honores que a todos nos honraban. Por primera vez salir de Espa?a no significaba tener que dar explicaciones, ni pasar ex¨¢menes de quienes en todas partes consideraban sospechoso que procedi¨¦ramos de un pa¨ªs donde Franco segu¨ªa en el poder.
Aquellas amistades del General¨ªsimo con la Alemania nazi y la Italia fascista, cuyos aportes fueron tan decisivos para su victoria militar del 39, resultaron ser con la derrota del eje en el 45 un lastre de alt¨ªsimo coste. Porque vencedores y vencidos recibieron enseguida las ayudas norteamericanas del Plan Marshall pero para Franco se habilit¨® enseguida otra categor¨ªa especial, la de ERI, enemigo residual inofensivo. Franco pod¨ªa ser denostado sin riesgo alguno y, situado en esa inferioridad de condiciones, cualquiera pod¨ªa obtener al mismo tiempo ventajas y negocios muy beneficiosos en Espa?a. Mientras las privaciones gravitaban sobre los dem¨¢s, la voluntad del general de resistir sin que faltara de nada en el Pardo jam¨¢s desfalleci¨®.
Aquel r¨¦gimen nunca pens¨® que estos da?os eran consecuencia de sus merecimientos. Prefiri¨® seguir por rutas imperiales, establecer el racionamiento de v¨ªveres, achacar la incomprensi¨®n a la conspiraci¨®n judeo-mas¨®nico-bolchevique, nuevo episodio de otras anteriores mediante las que al parecer siempre nos hab¨ªan estado ninguneando nuestros eternos enemigos. De ah¨ª aquellas campa?as para dar a conocer la verdad de Espa?a, es decir para hacer apolog¨ªa del r¨¦gimen, para que la oposici¨®n democr¨¢tica perdiera sus apoyos internacionales. Algunos se especializaron tanto en estas actividades que luego, como Campmany, continuaron haciendo otras campa?as muy bien remuneradas para dar a conocer otras verdades como la de la Argentina de los militares o la del Chile de Pinochet (v¨¦ase p¨¢gina 142 de La tinta mancha de Ignacio Fontes, Editorial Fundamentos. Madrid 2000)
Con todo este recorrido asombran algunas terquedades del actual Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. En 1996, cuando lleg¨® a la Moncloa, Espa?a hab¨ªa desplegado valiosas iniciativas de ¨¢mbito europeo y se hab¨ªa ganado su incorporaci¨®n al n¨²cleo director de la UE, ahora parece que nos gustan m¨¢s las periferias brit¨¢nicas o las pretensiones imposibles que contribuyen al bloqueo. Adem¨¢s a todas partes llegamos con una petici¨®n de solidaridad en la lucha contra ETA. Es decir, nos declaramos en inferioridad de condiciones y quedamos en deuda con todos. ?Alguien recuerda haber visto alguna vez a un primer ministro de visita en Londres ofreciendo solidaridad a Blair, a Major o a Thatcher a prop¨®sito del terrorismo en el Ulster?, ?o alguien ha hecho otro tanto en Par¨ªs, con Chirac o con Jospin, a prop¨®sito del terrorismo en C¨®rcega o en Breta?a? Y aqu¨ª, ?no est¨¢bamos en contra de la internacionalizaci¨®n intentada por los etarras y sus afines? ?Adem¨¢s a qu¨¦ cuento entorpecer la cumbre iberoamericana de Panam¨¢ con la misma cuesti¨®n? ?Por qu¨¦ hubo de ser el impresentable Ch¨¢vez el chistoso que evitara la ruptura?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.