'Tireless'
Los espa?oles mayores de cincuenta a?os asumimos, durante los tiempos del franquismo, la penosa obligaci¨®n de la humildad. Humillaci¨®n tras humillaci¨®n en nuestras comparaciones con Europa, los hijos de aquel tiempo nos vimos forzados a aceptar que nuestro pa¨ªs, nuestra econom¨ªa, nuestra situaci¨®n pol¨ªtica y hasta nuestra inteligencia eran inferiores a las de los pa¨ªses que m¨¢s sonaban. De ese tiempo nos qued¨® una personalidad ahumada que cost¨® varias d¨¦cadas quitarse de encima.La democracia, la movida, los juegos ol¨ªmpicos, el dise?o, la arquitectura, el waterpolo, el balonmano y hasta el encanto del Rey han contribuido en estos 25 a?os a sacudirse los complejos y a relacionarse con los dem¨¢s sin demasiadas inhibiciones. Todos, sin embargo, los complejos y las inhibiciones regresan ahora de golpe embarcados en las sentinas nucleares del Tireless.
Puede ser que el Gobierno espa?ol y su supuesto ministro de Asuntos Exteriores no hayan ca¨ªdo en la cuenta de lo que representa el amarre de este submarino en las costas espa?olas. No debe hacerse cargo el presidente, con probadas ganas de bromear sobre el asunto; ni parece considerarse oficialmente un caso importante cuando todav¨ªa no se ha osado presentar una demanda firme y frontal de traslado. La realidad, entre tanto, es que el Tireless despide d¨ªa a d¨ªa enormes radiaciones simb¨®licas sobre la conciencia y la autoestima del pa¨ªs. Su imperativa presencia en las aguas de Gibraltar, la contumacia de su estampa a despecho de los riesgos que acarrea, la indigna sumisi¨®n de Piqu¨¦ y de Aznar hacen revivir los a?os pobres y villanos del franquismo en que la pleites¨ªa ante los poderosos era indispensable para ser perdonado y que los escolares recibieran leche en polvo en los recreos.
Por si faltaba poco, en estos mismos momentos tambi¨¦n se disputa una final de Copa Davis con Australia, igual que en los momentos grises treinta o m¨¢s a?os atr¨¢s. La primera p¨¢gina de los peri¨®dicos estampa estos d¨ªas de un lado la reluciente ensaladera de plata que siempre fue para disfrute de los dem¨¢s y el herrumbroso casco, duro y fosco, del Tireless que, por defecto de los gobernantes, se queda a¨²n aqu¨ª para nosotros.
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