Hip¨®tesis sobre ETA
Pasan los d¨ªas y parece como si el asesinato de Ernest Lluch ya se hubiese archivado en la larga lista de las victimas de ETA, en la que cada muerte pierde as¨ª su especifico sentido. Quiero creer que no, que el insoportable dolor que nos provoca exige recordar lo que nunca debe ser. Recordar que existen asesinos, que existen ignorantes, y que a veces ambas especies se juntan y producen espantos como lo de Lluch. Hagamos un breve repaso a las supuestas causas de la muerte de Lluch, para as¨ª reafirmar, una vez m¨¢s, el sinsentido de ETA; no s¨®lo por el desprecio moral que nos merecen sus acciones, sino por constatar la irracionalidad de las mismas desde sus propios supuestos estrat¨¦gicos.Primera hip¨®tesis.- ETA trata de cortar la deriva del PNV hacia el PSOE; en consecuencia, asesina a aquellas personas que m¨¢s pueden simbolizar esas actitudes de confluencia, a personas como Lluch, quien desde el discurso socialista siempre demostr¨® cercan¨ªa al nacionalismo vasco democr¨¢tico. Con su asesinato, leemos, ETA hace dos advertencias. Al PSOE le hace ver que, a lo mejor, manteni¨¦ndose cerca de sus aliados espa?oles arriesga menos. Al PNV le recuerda que no deben dejarse seducir por cantos centralistas, que su aliado es el nacionalismo radical, al que debe volver para poner (e imponer) en marcha el proceso de construcci¨®n nacional sin (y en contra de) la mitad de la poblaci¨®n vasca.
En principio, me resisto a creer que ETA sea capaz de hacer estas reflexiones; me parecen muchas sutilezas para una organizaci¨®n militar. Admitamos, sin embargo, que ETA haya considerado que con su asesinato se pueden paralizar la viabilidad de nuevas y, para ella, indeseables alianzas o confluencias. Si ello fuese as¨ª deber¨ªamos reafirmar que, adem¨¢s de todo, ETA es una organizaci¨®n de ignorantes. Resulta impensable que una muerte de este tipo pueda romper la confluencia (en la medida que ¨¦sta exista) entre PNV y el PSOE. Todo lo contrario, la reforzar¨¢. El PNV se alejar¨¢ m¨¢s de EH y tratar¨¢ de buscar otros aliados. Y el PSOE se aproximar¨¢ m¨¢s al PNV.
La estrategia de ETA tiende al infantilismo. Para ETA el Otro solo puede ser o un cobarde o un traidor. No puede comprender que el razonable temor que tenga el PSOE ante las amenazas de ETA no pueden impedirle que se dedique a hacer pol¨ªtica, que pretenda gobernar con su programa pol¨ªtico; y eso hoy podr¨ªa ser m¨¢s posible en alianza con el PNV. Y as¨ª, ETA nos cuenta la historia de que el PNV un d¨ªa, de pronto, sin que mediare provocaci¨®n alguna, decidi¨® abandonar un supuesto proceso de construcci¨®n nacional iniciado en Lizarra y empezar su camino de vuelta hacia el Estatuto. Cuanto m¨¢s mata ETA, m¨¢s se aleja el PNV del nacionalismo radical y m¨¢s se acerca a otros posibles aliados. Y desde la perspectiva del PSOE, cuanto m¨¢s le resulta evidente el progresivo alejamiento del PNV de EH (y m¨¢s se alejar¨¢, cuanto m¨¢s mate ETA) m¨¢s se acercar¨¢ al PNV. Lo quiera o no ETA; y si no lo quiere, raz¨®n a?adida para que el PSOE lo desee con m¨¢s fuerza.
Resulta asombroso que ETA no pueda darse cuenta de una evidencia tan flagrante; quiz¨¢ porque si lo hiciese tendr¨ªa que admitir que sus acciones generan efectos contrarios a los deseados.
Segunda hip¨®tesis.- Se podr¨ªa considerar un supuesto inverso. ETA no mata a Lluch para romper puentes de di¨¢logo. Al contrario, su muerte es una forma de presionar a favor del di¨¢logo. Esta hip¨®tesis tiene a su vez dos variantes:
-Una especial. La muerte de una figura dialogante como Lluch, de un s¨ªmbolo de la distensi¨®n, de la tolerancia, es la que precisamente provoca una reacci¨®n social en favor de la demanda de di¨¢logo. De ello tendr¨ªa que deducirse una especie de delirante consecuencia. ETA mata a Lluch para deliberadamente crear un mito en favor del di¨¢logo. Lo que nos obliga a otra conclusi¨®n todav¨ªa m¨¢s descabellada. Si es cierta esa intencionalidad, lo l¨®gico es que ETA se dedicase a matar a los dirigentes de EH, dado que son los que m¨¢s hablan de la necesidad del di¨¢logo y la negociaci¨®n. No se niega que el asesinato de un persona con el espec¨ªfico perfil pol¨ªtico de Lluch no haya generado un reacci¨®n a favor de di¨¢logo, lo que resulta aberrante es considerar que ETA sab¨ªa que ese efecto se pod¨ªa producir.
-Otra general. Enlaza con la tradicional y elemental estrategia de ETA, la acumulativa, por la cual, cuanto m¨¢s muertos, m¨¢s posibilidades hay de di¨¢logo y negociaci¨®n. Se podr¨ªa pensar que, efectivamente, este asesinato ha generado una crisis en el proceso acumulativo, cuya consecuencia es que ya todo el mundo (menos el PP) est¨¢ a favor del di¨¢logo. Pero conviene aclarar que el di¨¢logo que se est¨¢ pidiendo nada tiene que ver con la negociaci¨®n pol¨ªtica que demanda ETA, sino que est¨¢ dirigido a lograr una mayor unidad en el enfrentamiento contra ETA. Y si acaso, y solo por alguno de los demandantes de di¨¢logo, se pide hablar de pol¨ªtica una vez ETA haya cesado de actuar . Es decir, nuevamente, y caso de que fuese la negociaci¨®n lo que ETA quisiese lograr, lo obtenido es lo contrario a lo buscado.
Tercera hip¨®tesis.- Pudiera ser la m¨¢s probable. En ella la ignorancia no se expresa en los resultados de la acci¨®n; es decir, cuando, como en los casos anteriores, por no saber qu¨¦ es y qu¨¦ es lo que pasa en el mundo circundante, las consecuencias de la acci¨®n son las contrarias a las pretendidas. En este supuesto la ignorancia es previa y est¨¢ en la elecci¨®n de la v¨ªctima. Mataron a Lluch sin saber realmente qui¨¦n era. Estar¨ªa en una lista de dirigentes socialistas a abatir y se le elige por que no tiene escolta. Y punto.
Y finalmente cabe pensar en una cuarta hip¨®tesis. La de que no exista ninguna propuesta de causalidad. Es decir, que ETA mate a personas sin ninguna precisa funcionalidad. Mata porque dicen que los del PNV se portan mal, o por lo del siempre irresuelto contencioso vasco, o porque no se les hace suficiente caso y tiene que quedar claro qui¨¦n es el que manda. Pudiera ser que, m¨¢s all¨¢ de estas quejas, no existiese ning¨²n dise?o de relaci¨®n de causa-efecto. Y ello, a lo mejor, no tanto por una cuesti¨®n de ignorancia, sino porque ya han dejado de creer que van a conseguir sus pretensiones manteniendo o incrementando la violencia.
Si se analizan los comunicados de ETA, ¨¦sta puede ser tambi¨¦n una hip¨®tesis probable. Siempre nos cuentan las mismas historias; de c¨®mo ellos tratan de defenderse del Estado opresor, de c¨®mo se sienten traicionados por el PNV, de c¨®mo solo ellos saben cu¨¢l es el aut¨¦ntico camino de la salvaci¨®n nacional. Y de c¨®mo los desleales y opresores deben de ser castigados. Pero nunca aparece porqu¨¦ y c¨®mo ETA cree que su violencia va a lograr los cambios de coyunturas o de escenario pretendidos.
Propongo algunas conclusiones sobre estas hip¨®tesis. La primera es clara: la ignorancia caracteriza a ETA. O ignorancia indeseada, en cuanto que son incapaces de acertar en sus pron¨®sticos y en cuanto que las consecuencias de sus acciones son siempre las contrarias a las buscadas, o ignorancia deseada porque no est¨¢n interesados en conocer qui¨¦nes son sus v¨ªctimas y ya han desistido de considerar cu¨¢les pueden ser los efectos de sus acciones. Toda esta ignorancia es por un lado inevitable y por otro conocida y asumida por ETA. Es evidente que desde hace ya mucho tiempo la violencia aleja cualquier proceso de construcci¨®n soberana nacional. No es una afirmaci¨®n, pertenece al mundo de lo hechos. ETA sabe que esos hechos, ese (para ellos) muro, est¨¢ ah¨ª y resulta inexpugnable. Por eso no puede hacer comunicados estrat¨¦gicos y hace comunicados ret¨®ricos. Por eso parece poco probable que ETA especule sobre c¨®mo elegir v¨ªctimas singulares para modificar singulares coyunturas. ETA sabe que el problema ya no es de coyuntura; que el problema es del sistema pol¨ªtico vasco, cuyos actores en su conjunto afirman y reafirman que la violencia aleja la posibilidad de modificar el sistema vigente. Por eso ETA parece refugiarse en la inercia acumulativa, que no exige explicaciones estrat¨¦gicas, y en la herida arrogancia
ETA ha elegido la irracionalidad, la contundente inadecuaci¨®n de medios a fines. Y deliberadamente persiste en la elecci¨®n del medio. Justifica su violencia en ella misma, en su protagonismo, en su angustia por ser arrojada de la Historia, en su mera supervivencia. El medio se ha convertido en fin.
La situaci¨®n exige varias y complejas decisiones, rectificaciones, conversaciones, di¨¢logos (parciales y generales), etc. S¨®lo la simultaneidad de diversas medidas y encuentros posibilitar¨ªa un desbloqueo dirigido a un escenario estable de no violencia. Me referir¨¦ a dos medidas-proyectos. Aunque hacen falta m¨¢s para lograr una paz duradera, estas son imprescindibles para lograr que ETA d¨¦ un giro hacia la racionalidad, hacia el cese definitivo de la violencia. Solo EH es capaz de convencer a ETA de que su opci¨®n es irracional, que ya pas¨® el tiempo de ser ellos el frente civil de una organizaci¨®n militar, que su violencia reduce d¨ªa a d¨ªa el apoyo de la poblaci¨®n a su proyecto. Que de un vez por todas tienen que parar, para as¨ª ellos -EH-, s¨®lo ellos, poder protagonizar con alguna posibilidad de ¨¦xito, la extensi¨®n de sus propuestas.
Pero, por otro lado, s¨®lo es posible que EH inicie en serio esa revoluci¨®n interna, si el PNV mantiene su actual opci¨®n estrat¨¦gica. Si el PNV le convence a EH de que sin violencia es posible iniciar un proceso dirigido a lograr un mayor autogobierno para el Pa¨ªs Vasco (en eso consisti¨® el Acuerdo de Lizarra ), pero que con violencia no est¨¢n dispuestos a ayudar lo mas m¨ªnimo a reiniciar o abrir ese proceso.
Pedro Ibarra es profesor de Ciencia Pol¨ªtica de la UPV-EHU y autor del libro La evoluci¨®n estrat¨¦gica de ETA.
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