Espa?a vista desde Am¨¦rica
JOS? LUIS MERINOLa muestra titulada De Goya a Zuloaga, que ha organizado el BBVA en su sala de exposiciones de Bilbao (San Nicol¨¢s, 4), est¨¢ constituyendo todo un acontecimiento. La afluencia de p¨²blico es notable desde la apertura de la exposici¨®n, la semana pasada, despu¨¦s de haber pasado por Madrid. Este recibimiento masivo hubiera hecho feliz al norteamericano Archer M. Huntington, que fue el fundador, en 1904, de la The Hispanic Society of America, con sede en Nueva York. Su pasi¨®n por la tierra espa?ola fue la que le impuls¨® a crear su santuario particular. Unas palabras del propio Huntington a su madre explican el esp¨ªritu que lo anim¨® al coleccionismo fundacional: "Yo quiero conocer Espa?a como es y dejarla reflejada en un museo".
La brevedad del t¨ªtulo arriba se?alado como De Goya a Zuloaga, debe llevar el subt¨ªtulo siguiente: La pintura espa?ola de los siglos XIX y XX en The Hispanic Society of America. Son muchos los artistas espa?oles figurantes en la exposici¨®n. A tenor de la amistad de Huntington con Sorolla y Zuloaga, advertimos que buena parte de los fondos de la Hispanic Society est¨¢ asentada en los consejos de los dos pintores al entusiasta americano. No har¨¢ falta decir que hay bastantes obras de esos dos consejeros artistas, y algunas de ellas de no muy excepcional relieve, como detallamos a continuaci¨®n. El boceto para Col¨®n saliendo del puerto de Palos, de Joaqu¨ªn Sorolla, es una mancha sin valor alguno. El cuadro Louis Comfort Tiffany rebosa efectismo, descuida los vol¨²menes, tanto en la silla donde se sienta el modelo como en el caballete y en la propia paleta que lleva en la mano; la floresta que envuelve al modelo comporta un atrac¨®n de flores. Y el retrato del escultor Mariano Benlliure, tambi¨¦n de Sorolla, es un trozo de tela que busca trabajar s¨®lo el rostro, despreciando todo lo dem¨¢s; algo as¨ª como ejecutar en cent¨ªmetros lo que va a cobrarse por metros. Por el contrario, hay que estimar en lo que valen las dos obras suyas en torno a la playa y los ba?istas. Ah¨ª Sorolla da el do de pecho.
Por parte de Ignacio Zuloaga, aparece la obra Lucienne Br¨¦val como Carmen, entre los mejores de los trece cuadros que posee la Hispanic Society, seg¨²n el criterio del propio artista. Sin embargo, creemos que est¨¢ impregnada de t¨®picos y teatralidad. Zuloaga ha aplicado luces efectistas. En el manto de Manila que lleva la modelo, por estar atento a los dibujos chinescos de la tela, puesto en boga por los impresionistas franceses, se olvida de dar vida al cuerpo que hay detr¨¢s. De ah¨ª esa calidad de cart¨®n-piedra que acreditan muchos de sus personajes. Los puntitos de luz de La familia del torero gitano son gratuitamente extempor¨¢neos, si no van acompa?ados de las relaciones de luz que habitan en sus ¨¢reas pr¨®ximas y afines.
Al frente de la exposici¨®n ponemos la excelente, potente e inmensa obra de Goya, en su retrato Pedro Mocarte. Vale un mundo. Bastante bueno el retrato que ejecutara Federico de Madrazo, cuando a¨²n no hab¨ªa cumplido veinte a?os, sobre el pintor franc¨¦s Ingres. Por otro lado, es todo un descubrimiento la existencia de Miguel Viladrich, con tres obras donde pone de manifiesto una suerte de gusto renacentista de ra¨ªz ingenuista.
El pintor Francisco Domingo y Marqu¨¦s firm¨® en 1867 un buen retrato, tomando como modelo a su madre, que figura en la muestra. En 1901, Santiago Rusi?ol pint¨® un estimable lienzo, donde reflej¨® con pulsi¨®n la silenciosa y espiritual luz del atardecer en los cementerios. Otros artistas aportan en la selecci¨®n expuesta sus buenas cualidades, como Fortuny, Emilio Sala, ?lvarez Sotomayor (con La mu?eira), entre otros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.