Coraz¨®n tan grande
La oscura diosa de las casualidades nos ha hecho un gui?o tr¨¢gico esta vez. Justo hace un a?o, pero tan justo que fue el 21 de diciembre de 1999, se public¨® en estas p¨¢ginas un retrato ling¨¹¨ªstico de Carlos Cano. Dos d¨ªas antes, por tel¨¦fono, el cantautor hab¨ªa regalado a este cronista, con su charla andaluza y jovial, los timbres de su Granada infantil, de cuando jugaba por Plaza Nueva como un saltamontes entren¨¢ndose para los grandes saltos que dar¨ªa. Con aquella onda irradiando en mi o¨ªdo, tan viva que casi no pod¨ªa retenerla, y con otros registros de su voz rajada y c¨¢lida, compuse la semblanza de Un grana¨ªno suave y negociador, como lo llam¨¦. Pues era el suyo, su acento, un ejemplo cabal de habla culta con ra¨ªz de pueblo, que buscaba el encuentro entre oriente y occidente. "Ehtoy en contra de loh enfrentamientoh entre Granada y Sevilla..., se le pasa el tehtigo a la gente y ehto eh una manipulasi¨®n. Bendita sea la voh que sabe a la gente un¨ª". Seseo discreto, aspiraci¨®n casi espiritual, alguna traza de jota oriental, dije entonces. "A m¨ª el andaluz me suena musicalmente a ¨¢rabe", me dijo. Sus razones tendr¨ªa.Quiere ya el t¨®pico que a Carlos Cano se lo ha llevado por delante el tama?o de su coraz¨®n. Que no pudo soportarlo, de tan grande. Nunca una idea tan hermosa habr¨¢ cuajado en menos tiempo. Claro que tambi¨¦n es posible otra teor¨ªa, que sin serle contradictoria, la complementa. En realidad yo creo que fue el tama?o de Andaluc¨ªa lo que le revent¨®, por querer cobijarla con la avaricia de un amante celoso. Pero no, que m¨¢s bien era el suyo un amor rilkeano, de esos que persiguen, con generosa desesperaci¨®n, la libertad del ser amado, hasta hacerse amado en la amada transformado.
La Andaluc¨ªa de Carlos Cano era, adem¨¢s de libre, ¨²nica y la misma de cabo a rabo, enemiga de esos narcisismos catetos, ciudades contra ciudades, que hoy parecen querer disolverla. Y se abr¨ªa como un territorio inabarcable, que empezaba, rec¨®ndito, en el Albaic¨ªn, crec¨ªa en las facundias de C¨¢diz, maduraba en compases habaneros, como una copla oce¨¢nica. Tambi¨¦n a ella fue capaz de liberarla, a la copla, quit¨¢ndole la ganga franquista con que quisieron dormirnos la conciencia. De gorgorito enajenado a m¨²sica para un grito. De gracia repajolera a sentimiento puro. No podremos agradecerle lo bastante que fuera capaz de avalar nuestro folclore, manoseado por los se?oritos, con un compromiso de izquierda. Algo que no ocurr¨ªa desde Machado y ?lvarez.
De otras cosas me habl¨® aquella tarde, por tel¨¦fono, hace un a?o. De aventuras imposibles en los vastos dominios del exilio, cuando quiso ser cazador de ballenas, le?ador en los bosques del Canad¨¢. De ah¨ª le qued¨® sin duda aquel aire de grandull¨®n parad¨®jicamente tierno. Y de desenga?os pol¨ªticos, tambi¨¦n. "Me niego a ser puta electoral", hab¨ªa proclamado en ocasiones. Otro ejemplo a seguir.
Pero tambi¨¦n de juegos perdidos en las brumas de su ni?ez. Ah¨ª nos enfrascamos un rato. Curiosamente, deja preparado un nuevo disco con canciones infantiles cubanas, es decir, andaluzas trasplantadas. Alguna de ellas, a la rueda rueda, seguro que dio tambi¨¦n el salto un d¨ªa lejano, desde Plaza Nueva, Granada, provincia universal.
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